Capítulo 46

2.3K 239 22
                                    


Nos trasladamos a la sala para mayor comodidad, Jason se mostraba un poco dubitativo en contarme y constantemente se movía de sitio para evadir el tema pero al ver mi expresión de irritación se quedó quieto con los codos apoyados en sus rodillas.

—Aquí voy...— Musitó.—Yo vivía con mis padres a las orillas del país, mi padre era neurólogo y mi madre pediatra; éramos solo nosotros tres pero hubo un tiempo en el que el hermano de mi papá lo buscaba para pedirle dinero, obviamente mi padre no accedía pero comenzaron las amenazas y después las discusiones—. Relató concentrado.

—¿Y que hizo tú papá?—. Pregunté.

—Nos mudamos a otra ciudad, comenzamos literalmente desde cero. Cuando yo tenía nuev e llegué de la escuela imaginandome lo que haría, hacer rápido mi tarea para poder jugar con Jack; mi husky de ojos blancos. Sabía que esa tarde algo no andaba bien cuando estaba a un metro de la puerta y los ladridos de Jack no se escuchaban; al entrar vi la escena... Los oficiales dijeron que un grupo de asaltantes habían entrado y habían sido los responsables de sus muertes. La custodia se la quedó el hermano de mi papá ya que misteriosamente se había ganado la lotería y había aceptado cuidarme, fue ahí cuando todo cambio—. Terminó.

—¿A qué te refieres con que tu vida cambió?—. Fruncí ligeramente el ceño.

Miró a otro lado algo pensativo para luego regresar la mirada y quitarse su chaqueta café que llevaba puesta, de un tirón se levantó su camisa hasta casi quitársela mostrando su torso ejercitado; en cuanto me percaté de su acción giré el rostro por vergüenza pero me llamó para que lo mirara.

— Éste fue el cambio en mi vida—. Se ladeó un poco.

Gran parte de su espalda tenía marcas, algunas más notorias que otras que se extendían a lo largo y ancho de la misma. Miraba avergonzado el suelo y tan solo quedó así unos diez segundos para luego bajar su camisa nuevamente.

—¿Eso te lo hizo..?—.  No terminé, incapaz de hablar por la impresión.

—Sí, fue mi tío. Durante dos años antes de que me escapara de su casa—. Suspiró.

—¿Y qué sucedió con él? ¿Fuiste con la policía?—. Inquirí intrigado.

—Sí, en su juicio testifique y le dieron quince años en prisión pero a los cuatro años cumplidos no resistió más y se suicidó—. Una corta y nerviosa risa se escapó de su boca.

—¿Y con quién te quedaste?—.

—Me mantuvieron en protección a menores durante siete años y cuando cumplí la mayoría de edad me fui de ahí. Desde entonces no vivo con nadie—. Concluyó con amargura.

—Ahora comprendo mejor el porqué te sientes así... Pero recuerda que tus amigos siempre estaremos ahí para apoyarte. Independientemente de lo que haya sucedido yo también aprecio nuestra amistad Jason, fuiste amable conmigo desde el principio y creo que eso es mejor que nada—. Le di unas palmadas en su pierna.

—Gracias por escucharme Jace, creo que me siento mejor por habérselo contado a alguien. He estado ahorrando un poco para iniciar sesiones con una psicóloga, me vendría bien—. Intentó sonreír.

—Yo sé que si—. Le devolví la sonrisa.

Nos quedamos platicando de cosas triviales por otros treinta  minutos antes de que se fuera, subí las escaleras llevando un trozo de pan con un vaso frío de leche para Valtiel pero ya se encontraba acostado y aparentemente dormido. Me moleste un poco y volví a bajar las cosas para evitar que se dañaran, esa noche me lavé los dientes y me fui a dormir temprano, unas horas más tarde abrí los ojos  y revise con lentitud lo que mis ojos podían percibir, aún era de noche pero sentía que algo andaba mal; una silueta yacía en la silla de mi escritorio, al principio pensé que era una prenda que había dejado ahí pero conforme mis ojos se acostumbraban a la oscuridad me di cuenta de que era una persona. No podía moverme ni emitir sonido alguno como las parálisis de sueño, un rayo iluminó la habitación y fue ahí donde vi con mayor detalle la silueta, la inquietante silueta de mi padre con un cuchillo de cocina incrustado en su cabeza y mirándome con ojos que aún no habían perdido su brillo.

—Es tu culpa...—. Susurró con una voz entrecortada.

Abrí los ojos como platos y un par de lágrimas me recorrieron las mejillas por la impotencia de no poderme mover. Otro trueno iluminó de nuevo la habitación pero en esta ocasión ya no estaba el cuerpo de mi padre en el asiento sino el mío, me estaba contemplando a mí mismo sentado a unos metros de mi con el mismo cuchillo que tenía mi padre pero ahora yo lo sostenía, mientras yo miraba a mi otro yo con completo terror él me miraba con seriedad inquietante, como si en cualquier momento se fuera a levantar y me fuera a enterrar aquella hoja afilada en mi frente pero solo se mantenía mirándome con una frialdad.

—Tal vez pienses que el único tú eres tú pero ahora me estás viendo, no estás asustado por saber que hay alguien o algo idéntico a ti. Estas asustado porque crees que ese "tú" falso puede tomar lo que es tuyo y hacer lo que quiera con ello—. Se levantó y mi respiración se aceleró.— Ni ese idiota va a poder ayudarte, nadie va a poder ayudarte. La muerte va a ser tu salvación y cuando eso ocurra ambos me pertenecerán—. Su aspecto fue deformandose hasta convertirse en Aamon.

Embozó una sonrisa e iluminó sus ojos antes de despertarme bañado de mi sudor frío y con respirando como si fueran mis últimas inhalaciones de oxígeno en mi vida. Valtiel se despertó agitado tomándome de los hombros.

—¿Qué ocurre Jace?—. Me preguntó alterado.

—Aamon...—. Logré gesticular con dificultad, mi respiración era irregular por la pesadilla.

Quería creer que se trataba solo de una pesadilla, pero algo me decía que esto era una advertencia. Mi cuerpo se hallaba tenso, alerta.

La mirada de Valtiel se ensombreció, mantenía su mandíbula apretada con fuerza con el ceño fruncido. Me sobresalté cuando dio un golpe violento en la pared, causando que está se agriete un poco.

No le di importancia, me preocupaba el estado de Valtiel.

—Esto se tiene que terminar— . Lo miré sin entender, asustado del significado en sus palabras hasta que continuó;—Aun cuando estoy contigo no soy capaz de protegerte,  tengo que encontrarlo y acabar con él. Aamon va a seguir buscando la manera de lastimarte, sabe que me importas demasiado.

—No creo que lo consiga, confío en ti.— Dije con seguridad.

—Es como una rata escurridiza.— Murmuró con malhumor.

Removí las sábanas del resto de mi cuerpo y me acomodé en su regazo, sus manos se colocaron en mi cadera casi por instinto; tomé su rostro en mis manos para que me mirara y entendiera mis palabras.

—Valtiel, mientras estés a mi lado sé que nada me va a pasar.— Murmuré con las mejillas encendidas por mi osado comportamiento.

Él me abrazó, escondiendo su rostro entre mi hombro y mi cuello, su respiración cálida en mi piel provocó un placentero escalofrío en mi cuerpo.

—Te amo tanto, Jace.— Soltó junto a un suspiro.

Mis latidos se descontrolaron con tan solo una frase, y no podía describir bien lo que me hacía, aferré mis manos a su espalda sintiendo una comodidad y seguridad embargarme.

—Yo también te amo—.

En las garras del demonio (EDITANDO)Where stories live. Discover now