1.- Sembrando recuerdos

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*Nota del escritor.
Antes que nada quiero pedirles una disculpa, en esta historia es posible que encuentres incoherencias contra la original, ya que apesar de que he leído la novela era tanta la información, que es posible que no la interpretará de la mejor manera. También es posible que encuentres errores de redacción o de ortografía. Pero, apesar de todo, espero que disfrutes un pequeño fic con la posible historia que pudiera haber ocurrido después. Claro si la autora no hubiera matado nuestra ilusión aclarando que Shi Qing Xuan no regreso al cielo y que nunca se volvió a cruzar con He Xuan, no hubiera tenido que llegar a estos extremos y usar mi imaginación para negar la verdad.

Espero disfrutes leyendo, tanto como yo disfruto escribiendo.

*****

Dentro del bullicioso santuario Shi Qing Xuan dejo el tazón sobre la mesa y salió los más rápido que le fue posible, con su pierna arrastrando por el suelo. Salió por la puerta trasera, nadie más lo vió irse.

Contuvo la respiración, su corazón latía desesperado, «¿Cómo es que nadie más notó su presencia?,» pensó Shi Qing Xuan. Era la segunda vez que se encontraba con él desde el día de aquel horrible suceso.

La primera fue durante el asedio a la capital en la formación de la matriz humana, vistiendo una piel que no era suya. Más sin embargo era la primera vez que lo veía con su verdadera forma.

No iba vestido con sus ropas de supremo, ni con el traje de Dios de la tierra, vestía un simple hanfu de opacos colores. Cómo la que debió haber usado al aplicar los exámenes para convertirse en oficial del emperador.

Fueron sus ojos casi dorados, casi amarillos, lo que le dió pauta a Shi Qing Xuan. Aquella características delató al hombre que se sentó en la barra de la cocina a devorar tazón tras tazón de consomé de pollo.

"Lo único que sabe hacer ese demonio zorro es comer, aléjate de el A-Xuan."

El viento helado acarició el cabello del joven ex Oficial, en un susurro parecía decirle cuanto lo extrañaba. El airecillo movió la desgastada y sucia ropa que apenas si le daba algo de alivio frente al frío de esa noche. Ese viento travieso logro desprender un par de hojas, que cayeron sobre el ya de por sí enmarañado, cabello de Shi Qing Xuan.

El viento cesó, y con él también el sonido nocturno de los animales que acompañan el canto de la noche. El silencio era tal que el chico podía escuchar su apresurada respiración, el sonido de su corazón dentro de su pecho y el choque de palos golpeando entre sí en el patio contiguo.

¿Que debería de hacer? ¿Que debería decir? Después de aquel nada conmovedor: "enfréntate tu mismo" que le dijera su antiguo amor ya no sabía que pensar de Ming Yi.

Escuchó la puerta detrás suyo crujir. Qing Xuan se apartó, escondiendo su delgado cuerpo en la sombra del árbol más próximo. Las nubes se movieron dejando que la luz de la luna proyectará sus rayos alrededor, aquí y allá, para que la temblorosa figura pasará desapercibida.

El joven vestido de oficial salió de la fiesta, cerró con cuidado la puerta y dió un par de pasos.

— ¡Ming Yi!...

Una apagada voz se escuchó de entre las sombras de la arboleda, He Xuan miró hacia el lugar donde Shi Qing Xuan se encontraba de pie. Por un momento creyó encontrarse con la magnífica visión del Señor del Viento.
Radiante sonriza, ropas majestuosas. De un cabello tan juguetón como el mismo viento. — ¡Señor del Viento!, — dijo frunciendo el entrecejo, al tiempo que frotaba ambos ojos con las yemas de los dedos.

— ¿Quién es tal?...

Escuchó en un susurro y abrió los ojos. Un diminuto hombre mal vestido y de cabello enredado asomaba su cabeza detrás del tronco de un árbol. Ese cuerpo era tan delgado que alguien podría tardar en deliberar quién era más delgado, si el hombre o la planta.

Dame una segunda oportunidad. (Tian guan ci fu)Where stories live. Discover now