5.- Sembrando recuerdos

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El hilo del destino no puede ser cortado.

*****

Para cuándo Shi Qing Xuan despertó, el sol ya se encontraba por lo alto del cielo. Su rostro había sido protegido de aquellos rayos con la túnica superior del pequeño niño, quien manejaba la carreta tan solo en ropas interiores.

El dolor en Shi Qing Xuan ya había pasado, ahora sólo quedaban las molestias habituales, su brazo que no tenía nada de fuerza y la pierna inmovilizada.
Se incorporó un poco para recargarse en un cofre de madera.

- Ge'ge que bueno que ya despertó, ¿Se siente mejor?

Cuando Qing Xuan oyó aquellas palabras sintió que su corazón saltaba de gusto. Nunca había tenido la oportunidad de ser el hermano mayor de nadie y el que ese pequeño le llamara con esa admiración lo lleno de suficiente alegría como para pasar por alto que ya estaba muy lejos del santuario del Príncipe Heredero.

«Cuando lleguemos al próximo poblado me bajaré de la carreta y regresaré cuando el sol baje.»

- Sí mucho mejor. Y a todo esto ¿cual es tu nombre y cuantos años tienes pequeño hermano?

- Wu Jing y tengo siete años casi ocho, - dijo con una sonrisa a la que le faltaba un diente de leche, - ¿y el nombre de ge'ge?

- Sh... no tengo nombre, me dicen viejo Feng.

- ¿Feng? Yo creí que tendría un hermoso nombre, como el de un Dios

- ¿Que te hace pensar en eso?

- No se, sus ojos son hermosos, su piel bajo sus ropas aún es blanca como la leche y tiene modales suaves.

- Vaya eres muy bueno observando a las personas. Pero ya no soy un noble señor y prefiero que me llamen así, no quiero manchar el nombre de mi familia.

Shi Qing Xuan palpo el cofre, - ¿Estas viajando con un tesoro?, - pregunto juguetonamente.

- Sí, mis padres me enviaron a la Capital a comprar libros, manuales, manuscritos, todo lo que yo pueda utilizar para estudiar. Voy a ser un alto Oficial algún día.

- Eso suena bien, estoy seguro que así será.

El pequeño cochero asintió reafirmando aquellas palabras, - Sí.

Los dos miraron el camino sin más preguntas. Llegaron a un gran páramo cubierto de flores. El pequeño Wu Jing detuvo la marcha y bajó de carro. Cortó un enorme ramo de flores silvestres y al regresar al carro se las dio al joven ex Oficial.

- Las flores me recuerdan a mi hermanita menor, ella solía tejer coronas con ellas, me ponía una y se adornaba con la otra. En aquel entonces me molestaba mucho con ella. Sí ahora lo hiciera no le diría nada y aceptaría con gusto su gesto, - dijo el pequeño con una sombra de tristeza en su dulce rostro.

- ¿Donde esta ahora tú hermanita?, - pregunto Shi Qing Xuan imaginando la respuesta.

- Ella murió hace mucho tiempo.

- Lamento oír eso, - dijo el ex Oficial. Se encogió un poco al recordar el dolor de perder a un hermano.

- Ya a pasado tanto tiempo que ya dejé el dolor atrás, - respondió el niño con voz serena.

Shi Qing Xuan lo miró por un momento. Por la edad que el jovencito aparentaba, ese tiempo del que hablaba no podría ser mayor a dos o tres años. «¿Es así?, ¿Las personas olvidan el dolor tan pronto?,» se preguntó sin despegar sus ojos del ramo de flores.

- Y usted ge'ge, como se hizo esas lesiones en el brazo y en la pierna.

«¿Lesiones?. Este niño es muy culto.»
- Bueno, eso tiene una buena explicación, - dijo algo apenado Shi Qing Xuan, - yo vivo con una comunidad de personas marginadas y bueno... Para ellos es imposible acceder a buenos médicos o tratamientos curativos. Un día el hombre más viejo del grupo enfermó. Oí decir a una mujer en la ciudad, que a las afueras crecía una planta medicinal, capas de curar cualquier enfermedad terminal. Preste toda mi atención para grabar en mi mente la descripción de la hierba milagrosa. Fuí entonces a buscarla y la encontré, pero crecía en un lugar muy alto en la pared de la muralla.

Dame una segunda oportunidad. (Tian guan ci fu)Where stories live. Discover now