14 Sembrando recuerdos

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Tanto rencor me ha vuelto una persona despreciable, quiero cambiar para que al encontrarnos en otras vidas yo pueda mirarte a los ojo sin sentirme avergonzando...

El aroma de la leña, que se consumía como combustible dentro de las estufas de algunas casas, llegaba hasta He Xuan. La luz de luna se reflejaba en sus ojos del color del ámbar. Unos ojos depredadores que eran capaces de ver aún en las noches más oscuras, pero ¿de qué servía ver a través de la negrura? Si no se es capaz de ver en el interior de uno mismo.

Sus pasos eran pausados, entre queriendo y no llegar a alguna parte. Le gustaba caminar por la Capital revisando las fachadas de las casas. Aquellas con sus torres o portones de finas maderas, donde familias adineradas sufrían a causa del temor de un día perderlo todo. Estudiaba detenidamente las técnicas del trabajo realizado en las piezas que más le parecían hermosas. Aquellas donde los grabados eran sumamente elaborados eran sus favoritas.

También gustaba de observar a través de las ventanas de casas más humildes. Recordando como una familia, que apenas podía llevar algo de alimento a sus bocas, podía mantenerse unida al sentir que se tenían unos a los otros para mitigar las cargas del día a día.

Algunas veces, al contemplar a esos mortales, había extrañado a su  propiafamilia. Pero eso había pasado hace ya mucho tiempo, cuando su propia muerte era aun muy reciente.

La noche se volvía cada vez más fría, pero He Xuan ya no prestaba atención a esos cambios a su alrededor. Todo aquello le tenía sin cuidado, pues él ya estaba muerto.

¿Por qué sigo sintiendo el dolor si ya no estoy vivo?... Pensó alguna vez. Fue en aquel entonces que conoció a Shi Qing Xuan. Ese joven lleno de alegría y ganas de vivir se transformó en su consuelo cuando la soledad era excesiva, cuando las noches eran demasiado largas, cuando la eternidad  era insuficiente para olvidar.

Pero ahora, ahora ya no tenía nada.

Un soplo repentino agitó sus ropas, tiro de él y le envolvió con insistencia para luego dejarlo solo, en medio de la oscuridad. Pensó en las palabras vacías que alguna vez le dijo a Qing Xuan en repetidas ocasiones, "yo no soy tu amigo," las había dejado salir de su boca, llenas de amargura, intentando en el camino convencerse así mismo se que así era.

Las calles fueron haciéndose más y más anchas. También menos transitadas y solitarias. La mayoría de las personas ya debían de estar en casa descansando. Dejando las calles libres para que los demonios deambularan a sus anchas entre las angosturas de los callejones o los amplios jardines.

He Xuan ataviados con sus ropas negras siguió adelante con su peculiar pasatiempo, súbitamente una mariposa plateada paso a su lado deteniéndose sobre un cesto más adelante.

— Hua Cheng déjame solo.

La mariposa reanudó el vuelo sin una dirección expresa. Volando de aquí allá, para detenerse nuevamente en el mismo lugar.

¿Por qué Hua Cheng siempre lo molestaba cuando quería estar sólo?

He Xuan camino rumbo a la mariposa con intenciones de dársela de comer a alguno de sus peces. Cuando se hubo acercado lo suficiente como para darle un zarpazo escuchó una voz que conocía a la perfección.

— Ge' eres un idiota.

«Concuerdo con eso.» Pensó algo divertido y busco la fuente tan familiar de esa voz, Shi Qing Xuan estaba metros adelante, a la orilla de la plaza.

—  ¿Cómo pudiste tener el corazón para burlarte en la cara de la persona a la que le arrebataste todo?, ¿Es que no tenías corazón?, ¿Nunca te llenaste de arrepentimiento?. Nunca debiste pretender que yo fuera un inmortal. Jamás fue mi deseo ser un Dios. Qué me habría importado sufrir más desventuras si era lo único que conocía. Con seguir ocultandome de aquel demonio hubiera sido suficiente, por lo menos así nos tendríamos uno al otro.

Dame una segunda oportunidad. (Tian guan ci fu)Where stories live. Discover now