Capítulo 22

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Mariano


Me esforzaba por dar la clase de forma correcta pero aquellos labios rojos brillaban en el aula, era muy difícil concentrarse con esa boca incitándome a besarla.

—Abran su libro en la página treinta —indiqué.

Tenía pensado algo completamente diferente para esta clase pero dado que la poesía era un tema a tratar lo abordé sabiendo muy bien la reacción que quería generar sobre todo en aquella rubia de labios rojos provocativos.

Tomé el libro entre mis manos para recitar el poema, no porque lo necesitara de hecho me sabia ese poema de memoria solo quería tener algo a que prestarle mi atención para que no fuera todo el tiempo a ella.

—Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, —comencé a recitar y con estas pocas palabras todos estaban atentos. — te pareces al mundo en tu actitud de entrega. Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra. Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros y en mí la noche entraba su invasión poderosa. —había demasiada verdad en estos versos — Para sobrevivirme te forjé como un arma, como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda. Pero cae la hora de la venganza, y te amo. Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme. —el tono parecía haberse subido, las alumnas me observaban como si se los recitara al oído, llenas de deseo. — Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia! Ah las rosas del pubis! — alguien atragantándose me hizo detenerme un segundo pero proseguí sin prestar atención. — Ah tu voz lenta y triste! Cuerpo de mujer mía, — observé detenidamente a Sofía quien me miraba con la boca entreabierta, al observar mis ojos clavados en ella después de pronunciar aquellas palabras tragó saliva con esfuerzo — persistiré en tu gracia.

No quería ser obvio pero necesitaba que ella supiera que palabras eran para ella, levanté la vista del libro y me encontré nuevamente con aquellos ojos verdes que ahora lucían rojizos por el cansancio, tenía la libertad de observarme todo el tiempo ya que era lo más normal; lastimas que yo no tuviera esa misma suerte. Sus ojos brillaban expectantes a lo que seguía y su respiración ahora era irregular.

—Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso! Oscuros cauces donde la sed eterna sigue, y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Corté esa tortuosa conexión antes de que comenzaran a sospechar si es que ya no lo estaban haciendo.

—Este poema lo pueden encontrar en el libro "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" del famoso Pablo Neruda. —Escribí el nombre en la pizarra mientras hablaba. — ¿Alguien me puede indicar sobre qué cree que va el poema?

Observé a los estudiantes quienes se debatían entre hablar o quedarse callados ante sus pensamientos.

—Habla sobre sexo —respondió Maya con una sonrisa pícara — y fue lo más sexy que he escuchado en mi vida. Debería recitarnos poemas todas las clases profesor.

Algunas otras alumnas se llenaron de valor para apoyar la moción de la señorita Duarte, entre aplausos y silbidos. No pude evitar que el comentario me pareciera gracioso pero procuré mantener mi cara de póker.

—No precisamente señorita Duarte y no creo que eso sea posible. Neruda estaba pasando por su adolescencia así como lo hacen ustedes en este momento, esa época tan revoltosa en cuanto a sentimientos se trata. —Comencé a caminar por el aula para proseguir con mi explicación. —En esta pieza en concreto el poeta si habla sobre la sexualidad y el cuerpo de la mujer ya que él no posee el cuerpo de la mujer por la que pierde la cabeza. Neruda se encuentra entre el deseo de tener a esa mujer y la angustia de no estar junto a ella — Miré a Sofía a quien parecía faltarle el aire, ya no lograba sostenerme la mirada. — Todo aquel libro se considera doloroso porque Neruda sufre el amor y lo anhela. —Observé a Maya para darle mi opinión sobre lo que respondió. —Así que no señorita Duarte, el poema no solo habla de sexo, a veces las palabras pueden ser más profundas que el acto en sí.

DARK MINDOnde histórias criam vida. Descubra agora