Capítulo 42

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Sofía.

No fui capaz de darle una respuesta anoche. Solo lo besé sin decir un sí o un no y noté la forma en la que eso lo afectó. Su mirada de ensombreció, no volvió a repetirlo y durmió junto a mí, aunque se podía sentir la tensión entre nosotros. Pensaran que era idiota si lo meditaba después de haberle dicho que lo quería, pero...Aun necesitaba encargarme de otras cosas.

Me despertó un sonido que provenía de la sala y lentamente salí del abrazó de Mariano. En medio de la noche a pesar de que nos habíamos acostado con algo de distancia entre ambos se abrazó a mi como si sintiera miedo de perderme y yo agradecí su cercanía. Protestó, pero le entregué una almohada para que estrechara entre sus brazos. Lo observé por unos momentos antes de ir a ver qué ocurría, no se veía tranquilo o por lo menos eso me indicaba la arruga entre sus cejas.

Al salir de la habitación me encontré con la fuente del sonido, Noche había tirado varias cosas en la cocina. Definitivamente no era seguro dejar bolsas en el piso con este pequeño terremoto andante. Ella me observó y como si fuera inocente cayó de costado asemejando un desmayo. No pude aguantar la risa.

—Eres una pequeña diablita y manipuladora —Le dije y la tomé en mis brazos.

La llevé hasta la manta en la silla, pero no quería quedarse quieta en ese lugar. Definitivamente tenía un carácter fuerte y nadie le diría lo que debía hacer, eso solo me reafirmaba que no me respetaría como dueña y bueno, que le vamos a hacer. Igual me parecía adorable.

Recogía el desorden en la cocina que había dejado la pequeña, jugó con las frutas y verduras de la bolsa que no habíamos guardado en la nevera. Estaba agachada tomando una naranja cuando sentí unas manos que me apretaban la cadera y una dureza entre mis nalgas.

—Odié despertar y no verte junto a mí —Se tomó unos momentos para observarme, mientras yo me demoraba más de lo necesario allí inclinada—. ¿Esto es un sí? —preguntó con su voz ronca de recién levantado.

—Si a ¿qué? —Enderecé mi cuerpo sin apararme de su cuerpo.

—A lo que te pregunté ayer. — Pronunció entre mi cuello y oreja produciéndome cosquillas. Puse las cosas sobre el mesón sin mirarlo aún.

—No sé a qué te refieres.

—Me dices que me quieres, pero te espantas cuando te pido que seas mi novia. —Me giró haciendo que lo encarara. No sabía que responderle.

Observé su pecho desnudo y lo recorrí con mi mano hasta el elástico de sus bóxers holgados. Intentaba desviar la conversación sí, pero también tenía más ganas de él con cada momento que pasaba. Besé su pecho con mimo.

—Se lo que intentas hacer y créeme que lograras distraerme, pero no por mucho tiempo.

—¿Quieres apostar?

Bajé el pantalón dejando su erección a la vista y comencé a descender dejando besos por el camino. Necesitaba tener el valor para hacer lo que tenía ganas y sabía que él deseaba que lo hiciera. Me arrodillé frente a él observando la longitud de su miembro, después alcé la mirada hacia su rostro. Me miraba atento a mi siguiente movimiento. Estaba segura de que no sería el mejor sexo oral que le habrían dado pero quería intentarlo, saber si me gustaría.

Lo tomé con mi mano y comencé a masajearlo suavemente.

—Lámete la mano —Me pidió y deduje que era mejor si había humedad de por medio.

Saqué la lengua llena de mi saliva y la pasé desde la empuñadura hasta la punta.

—Mierda —pronunció apretando los ojos. Mi entrepierna se calentó haciéndome entender que su placer seria también el mío.

DARK MINDWhere stories live. Discover now