Capítulo 44

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Mariano.


Desperté sobre una superficie suave que al palparla un poco reconocí como un sofá. La luz del sol impactaba contra mi rostro como si fueran puños. Intenté girarme al lado contrario pero mi cuerpo protestó al moverme y un dolor insoportable se esparció por mis costillas. No sabía en qué dolor enfocarme, si la cabeza, mi torso o el de mi pecho herido por el abandono.

Con dificultad intenté ponerme en una posición más vertical para poder enfocar el lugar en el que me encontraba. Froté mis ojos con el dorso de mis manos lo que me indicó otro lugar herido. Al observar mis nudillos magullados el recuerdo de mi pelea fallida se reprodujo en mi cabeza como una película, mis pensamientos autodestructivos habían regresado con fuerza, no recordaba haber necesitado el dolor físico desde mi adolescencia. Las lágrimas volvieron a atacar como si hubieran sido controladas durante toda mi vida, y muy posiblemente así había sido.

—Que patético —pronunció una voz imposible de confundir.

Giré hacia el lugar de donde provenía la voz de mi madre, quien me observaba con molestia sentada desde un sillón al final del que estaba sentado. No había sido consciente de su presencia hasta que la escuché hablar y muy posiblemente hubiera seguido así si no se hubiera manifestado. Observando en silencio como me hundía en mi miseria. La ignoré por completo y masajeé mis sienes intentando aliviar el dolor, si algo no necesitaba en este momento era discutir con ella.

—¿Así de importante es ella? —Hacía sonar su tacón contra el suelo de forma desesperante esperando una respuesta y haciendo mucho más insoportable la molestia en mi cabeza. No entendía como había terminado allí.

—Si. —Me limité a contestar. Intenté colocarme de pie para poner algunos metros de distancia entre nosotros, pero fue imposible ya que mi equilibrio nublado por el alcohol que aun circulaba por mis venas falló.

Me reparó por unos segundos al parecer calculando las palabras que utilizaría. Se levantó de su silla y alisó su falda. Enfocando mucha atención en esa simple tarea.

—Eres responsable del dolor que sientes —Apartó la vista de su ropa y la enfocó en mí. Sus ojos inyectados en una rabia calma apresaron los míos— y más aún del que sentirás.

Salió por la puerta del salón, con su elegancia característica sin mirar hacia atrás de nuevo. Se suponía que debía entender algo oculto en ese mensaje, pero no sabía el que. Fabio ingresó con una bandeja que contenía un vaso y un frasco de pastillas. Le ofrecí una mirada de agradecimiento por la medicina y me dispuse a tomarla.

 Le ofrecí una mirada de agradecimiento por la medicina y me dispuse a tomarla

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—¿Cuánto tiempo más estarás así? —Preguntó mi madre al otro lado de la mesa del comedor—. Llevas toda la maldita semana ahogado en alcohol. Ni siquiera sé cómo estas consiente aun.

—Y ¿Qué importa cómo estoy? Aquí me tienes ¿no? Eso era lo que querías. Que compartiera tiempo contigo, madre. Pues aquí me tienes. —Hice un gesto exagerado con la mano lo cual por poco hace que tire el contenido de mi copa.

DARK MINDWhere stories live. Discover now