Letter 3

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Tony estuvo pensado en algo que pudiera demostrarle a ese, aparentemente, hombre del pasado que él era uno del futuro. También él necesitaba una, aunque ver la bandera del buzón subir y bajar por sí misma, así como las notas que aparecían en él, le parecían bastante concluyentes; siempre quedaba la posibilidad de que fueran producto de una elaborada broma y truco de magia.

Entonces, tuvo una idea.

Regresó a la casa del lago. Como siempre, no había ni un alma en ese lugar. La casa parecía vacía. Pero aquello no le preocupaba, iba a una cosa y fue directamente hacia el buzón. La bandera estaba abajo, así que no había una nota en ella. Dejó lo que tenía qué y cerró el buzón; por supuesto, no se olvidó de levantar la bandera.

Después, sonrió.

—Vamos a ver—dijo y regresó dando pequeños brincos a su auto.

***

Steve jugaba con su perro, al cual había nombrado Dodger, a las afueras de la casa del lago, casi frente al buzón. Le lanzaba la pelota y Dodger iba tras ella con algarabía. En determinado momento, en el que Steve acababa de lanzarle una bola, Dodger decidió que no iría por ella y en su lugar se acercó meneando la cola al buzón.

Steve frunció el ceño y le llamó.

—¡Hey!—llamó su atención—¡Ve por la pelota!

Dodger levantó las orejas, pero no se movió. Steve suspiró y, entonces, vio como la banderilla del buzón se levantaba. Dodger ladró una sola vez y volteó a verlo.

—Ya veo—dijo Steve y corrió hacia el buzón—. Ya contestó.

Dodger dejó escapar un gemido de impaciencia.

—Ya voy, ya voy—le dijo Steve con una media sonrisa.

Bajó la bandera y abrió el buzón. En su interior encontró una bufanda y una carta.

—Esto es nuevo—dijo, guardó la carta y la bufanda en los bolsillos de su chaqueta— Vamos, Dodger, adentro.

El perro levantó las orejas y enseguida corrió en busca de su pelota. Segundos después, siguió a Steve por el puente que unía tierra firme con la casa sobre el lago.

En el interior, tras preparar su comida y prender la televisión para ver las noticias, y mientras Dodger comía de su tazón; leyó la carta.


Aquí va la prueba.

En el 2017 en un día como hoy hubo una nevada temprana. Duró una sola noche, pero fue copiosa. Las calles amanecieron blancas y las entradas estaban bloqueadas. Fue un día caótico en la ciudad. Así que, le recomiendo que ponga la calefacción y se quede en casa o pescará un resfrío.


Steve frunció el ceño y miró hacia afuera a través de las paredes de su casa. El sol brillaba afuera, lo iluminaba todo con calidez y ni siquiera hacia un poco de frío, tampoco había viento. Sonrió y sacudió la cabeza, al tiempo que dejaba la carta sobre la isla de la cocina.

—Imposible—murmuró. Pero, al mismo tiempo, pensó: ¿y si sí?

Bueno, lo cierto es que ya lo creía un poco, aunque al principio había creído que se trataba de un juego de sus amigos, Bucky y Natasha.  Porque ambos habían bromeado con él, diciéndole que esa casa deshabitada que había comprado debía estar embrujada o algo. De hecho, parecía que querían que regresara a la ciudad con ellos y no se quedara a las afueras en un terreno aislado, cuyo vecino más cercano estaba como a una hora de camino.

La casa del lagoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant