Letter 10

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La impaciencia transforma los segundos en minutos y los minutos en horas. A veces, la angustia, el temor, incluso la expectativa, son más crueles y convierten los segundos directamente en horas. Eso fue lo que sintió Tony en el breve segundo que tardó el curador de la galería en responder a su pregunta. Sintió que cada gesto ajeno, desde apretar un poco los labios, hasta despegarlos al tiempo que dejaba escapar un suave, pero perceptible, suspiro; habían sido ejecutados, cada uno, en una cantidad indecible de tiempo.

—Bueno, él...—titubeó el curador—. Él...

Tony comenzó a sentir una extraña, pero dolorosa, opresión en el pecho. Tragó saliva, para calmarse y buscando apurar al hombre dijo:

—Él, ¿qué?

El curador suspiró de nuevo, parecía costarle trabajo hablar del tema. Su mirada se desvió a la pintura.

—Ya no pinta más—fue lo que dijo en sobriedad.

Tony sacudió la cabeza.

—¿Por qué?

El hombre suspiró de nuevo, realmente el tema parecía incomodarle.

—¿Recuerda el incidente de hace dos años? —dijo despacio—. Ese que pasó en Manhattan.

La presión en el pecho de Tony aumentó de golpe, de pronto, creyó olvidar como respirar.

—¿Manhattan? ¿El de la exposición de tecnología? —preguntó con la voz quebrada y en un volumen más alto del que pretendía.

Víctor volteó a verlo, dejando de lado su pesquisa. El tono de voz de Tony, le había parecido extraño, aunque no había prestado atención a las palabras.

James, el curador, asintió.

—Ese mismo. Ese dónde un robot se volvió loco, ¿recuerda? —dijo.

Para Tony, las siguientes palabras que tuvo que pronunciar le dolieron como si se trataran de vidrio molido en su garganta.

—¿Él estaba ahí?

El otro asintió cabizbajo y fue todo lo que Tony necesitó, para sentir tal tristeza, que le resultó insoportable. Las lágrimas cayeron por sus mejillas sin oposición. Sollozó y sacudió la cabeza negando una y otra vez.

Las palabras de su propia carta resonaban en su mente como si alguien se las gritara.


"[...] quizás alguien esperaba por él, tal vez, él esperaba a alguien. Tal vez, su amor verdadero nunca lo conocería ni el a éste."


—No—dijo y retrocedió un paso. Jamás imaginó que ese que esperaba por aquel hombre, ese que no conocería a su amor verdadero, ese, se trataba de sí mismo.

Su mirada alcanzó el lienzo que tenía delante. La casa del lago. El buzón. Dodger. Las cosas que habían compartido sin notarlo. La vida que habían vivido sin saberlo. El amor que habían construido, el amor verdadero que existe y se encuentra, aunque no siempre se pueda concretar.


"[...] Un corazón se rompió, un amor se diluyó."


—¡No! —gritó, aunque el grito no alcanzara a sus propios oídos.

Jamás imaginó que el corazón que se rompió ese día y ese amor que se diluyó, eran los propios. Lo sintió, definitivamente, no en balde había estado deprimido por más de un año. Algo se había quebrado en su interior, lo sabía, pero nunca vislumbró el grado de daño que había sufrido.

La casa del lagoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن