Letter 5

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Querido Steve:

Disfruté mucho el paseo. Nunca había visitado Brooklyn así, ni había cruzado el puente a pie. Me dio otra perspectiva. La ciudad tiene su encanto también. Por supuesto que me gustaría ir a un partido de béisbol contigo, pero sólo si me acompañas a ver lo que yo vi en el puente. Cuando estemos ahí, te diré que es.


Steve recibió la carta de Tony y al leerla una sonrisa involuntaria cruzó su rostro. No esperaba que Tony siguiera su pequeño itinerario, así que saber que sí, le causo una sorpresiva alegría.


Ahora, es mi turno—decía la carta de Tony—quisiera que hicieras algo por mí. Precisamente en el tren de Manhattan, dentro de  dos días, olvidé algo en el andén, en una de las bancas. Ojalá puedas encontrarlo por mí.


Steve no tenía objeción alguna para realizar tal tarea. Tal vez, pensó, podría ver a Tony, conocerlo, aunque fuera de vista. Sin embargo, sus planes se vieron casi coartados por un imprevisto. Ese día, temprano, tenía que entregar unos cuadros, para ello debía que encontrarse con su agente. No había problema, sólo tenía que entregar los cuadros a su amigo Bucky (su agente) y correr al tren. Sin embargo, cuando llegó con su amigo éste no estaba solo.

—Ah, Steve, ella es la intermediaria del comprador.

—Sharon Carter—dijo ella y le tendió la mano.

Steve correspondió el gesto.

—Steve Rogers, un placer.

—Eso digo yo—dijo ella. Era rubia, bonita y educada. Le pareció agradable.

Steve no tuvo problemas en mostrarle los cuadros antes de que se los llevara. Sharon alabó cada una de las pinturas y con toda ceremonia entregó el cheque que su jefe había expedido para él, cerrando, así, el trato. Tanto Steve como Bucky pensaron que eso sería todo, que ella se marcharía con los cuadros. El primero podía irse a cumplir la misión que Tony le había dado y el segundo podría ir a depositar el cheque. Pero...

—Quisiera ver si hay otras obras suyas sin vender aquí—preguntó ella.

—Claro, hay algunos, si quiere verlos—respondió Bucky profesionalmente.

—Bueno, yo tengo que...

—Podría explicármelos—dijo ella, interrumpiendo la despedida de Steve.

—¿Explicárselos?

—Bueno, a veces, ustedes los pintores incluyen simbolismos en sus pinturas, siempre es interesante saberlo.

Steve volteó a ver a Bucky, quien se encogió de hombros y ya iba a medio camino hacia su pequeña bodega.

—Estoy segura de que mi jefe estaría encantado de comprar otras obras—siguió diciendo ella, al tiempo que se enganchaba al brazo de Steve para seguir a Bucky a la sala contigua.

Steve suspiró y miró su reloj. Por suerte, Bucky sólo tenía dos cuadros suyos más, así que su descripción fue rápida. Y antes de que ella pudiera agregar algo más, Steve dijo:

—Disculpe, pero tengo que irme. Buck...

—Yo me encargo—dijo su amigo.

La chica se mordió el labio inferior y cuando Steve emprendió la huida, le atrapó de la manga de la chaqueta.

—Mi jefe me pidió que le invitara a la fiesta de Noche Buena—dijo y, luego, de su bolso sacó una tarjeta de presentación—; espero que pueda confirmarme su asistencia.

La casa del lagoWhere stories live. Discover now