Letter 8

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Tony despertó sudoroso y agitado. Aún era de noche y su habitación estaba a oscuras. Dodger, que dormía a los pies de la cama, levantó la cabeza. Tony tragó saliva y se llevó una mano al pecho, donde sintió los desaforados latidos de su corazón.

—Otra vez esa pesadilla—murmuró.

Le llamaba pesadilla para no sentirse tan mal consigo mismo. Más que un mal sueño, se trataba de un recuerdo. El peor de todos. Ni siquiera el recuerdo del día que murió su madre le traía tan malos ratos. Y es que la culpa era más pesada que ninguna otra cosa en la Tierra.

Dodger se incorporó, se acercó a él y le lamió la mejilla. Tony sonrió y estiró el brazo para atraer al can así sí. Lo abrazó y respiró tranquilo. Pensó que Dodger era su lazo con el pasado, con ese hombre al que ahora podía ponerle rostro y del que conocía su voz.

De pronto, tuvo ganas de levantarse, ponerse un abrigo encima,tomar las llaves del auto e ir a la casa del lago. Quería dejar en el buzón una nota, sobre todo, quería la respuesta de Steve. Pero sabía que no la tendría. Por la hora en el reloj, probablemente, Steve estaba dormido. No notaría que la bandera del buzón había subido. Mala suerte.

Se dejó caer en la cama con Dodger aún a su lado.

—¿Crees que tarde mucho el amanecer, Dodggie?—preguntó.

Volteó a ver el reloj sobre la mesa de noche. Las manecillas fluorescentes le indicaron que faltaban más de 12 horas para su cita.

***

Steve despertó sin saber por qué. Hasta ese momento, podía considerar que había tenido un sueño tranquilo, aunque no recordara sobre qué era. Se sentó en la cama y miró, a través de la pared, la caída suave de la nieve blanca. Dodger notó el movimiento y trepó a la cama. Steve le sonrió y cuando éste puso su cabeza sobre sus piernas para ser acariciado, no le negó su deseo.

—Quisiera hablar con él—dijo.

Era así, se había despertado con unas ganas inmensas de salir a pesar de la nevada y dejar una nota en el buzón, esperar la respuesta y contestar de vuelta. Pero, pensó, era muy temprano, demasiado, quizá. Tony debía seguir dormido, no iría a esas horas a la casa del lago sólo para ver su había una nota en él.

Finalmente, volvió a recostarse y se durmió escuchando los ronquidos de Dodger a su lado.

***

Tony encaró el día con ánimo. Se levantó temprano, cosa extraña en él, e hizo todo lo que Pepper le había dejado en la agenda. De manera que a las 3 de la tarde era completamente libre. Fue a su casa, se bañó a consciencia y revisó que su barba estuviera perfecta. Luego, sacó tres opciones de traje, camisa y corbata. Ninguno le convenció y fue la cuarta opción la indicada. Se vistió, se peinó y perfumó. Revisó que todo estuviera perfecto y salió rumbo a su cita, tras dejar a Dodger al cuidado de su amigo Bruce.

La pesadilla matutina se disipó. Ni siquiera recordaba haberla tenido cuando manejó hacia Brooklyn con una sonrisa en los labios. Puso la radio y cantó a todo pulmón, mientras atravesaba el puente de Brooklyn.

Cuando llegó a la pizzería se dio cuenta que había llegado inesperadamente temprano. Media hora antes, que, tampoco, era mucho. Tomó asiento, no ordenó bajo el pretexto de estar esperando a alguien y aguardó. Le sudaban las manos y le palpitaba el corazón anormalmente. Parecía que aquella era la primera cita de toda su vida.

***

Steve supo que el día sería todo, menos bueno, cuando vio a Sharon en la puerta de su casa. Dodger no ladró, pero lo miró de manera tal que parecía decirle que él tampoco estaba muy a gusto con la visita.

La casa del lagoWhere stories live. Discover now