Capítulo XLV

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[軽い]
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LA VIDA NO ES JUSTA, Akane siempre lo había sabido. Se había repetido esa frase una y otra vez a sí misma en miles de ocasiones. La vida no es justa. Cuando su madre la dejaba tendida en el suelo con el sabor de su propia sangre en la boca, cuando su hermano la insultaba y le tiraba piedras por la calle, cuando lo había perdido todo. Siempre se repetía lo mismo, la vida no es justa. Y lo repetía sin parar porque parecía incapaz de entender la realidad, porque sentía que en el universo debía de haber alguna especie de equilibrio, un karma que hiciera que las cosas fueran justas, que todo el dolor que sentía tuviera un objetivo, que todo su sufrimiento sería equilibrado con felicidad en el futuro. Todos sentimos eso. Pero el universo no nos debe nada, no hay un sentido oculto para nuestro sufrimiento, en el fondo, el dolor no es más que eso, dolor. Por eso Akane despertó con esa frase en los labios, imaginando cada letra en su mente, rememorando todas aquellas veces que había formado esa frase, siempre con un sabor amargo en la boca. Abrió los ojos y pensó "La vida no es justa".

La luz entraba por la ventana, podía sentir el calor de los rayos del sol contra su piel, parpadeó varias veces para acostumbrarse a la luz. Todo su cuerpo dolía con aquella clase de entumecimiento que uno siente cuando ha dormido demasiadas horas, en su caso había dormido cinco semanas de más. Podía sentir su boca pastosa, seca y con un sabor desagradable, la cabeza le palpitaba como después de una fuerte migraña y le dolían las heridas a medio curar, miró la carne quemada con miedo, era una visión tan extraña el ver su piel marcada de aquella manera. Aizawa estaba dormido en una silla junto a la camilla, con la cabeza inclinada hacia abajo y los brazos en una posición extraña, le dolería todo el cuerpo al despertar. Ella alargó la mano, se inclinó hacia delante para poder alcanzarlo, y acarició con cuidado su cabello. Su respiración era profunda, Akane se acercó más teniendo cuidado con sus heridas. Alzó su rostro cogido entre sus manos y vio cómo poco a poco los ojos de Aizawa se abrían.—Akane...—

Estaba llorando, Aizawa se preocupó al ver sus ojos infestados de lágrimas, corriendo por sus mejillas hasta llegar a sus labios, estaba sonriendo. Él la habría abrazado al despertar, besándola y diciéndole lo mucho que la necesitaba, pero la imagen que tenía ahora ante sus ojos le había dejado tan descolocado que no sabía cómo actuar. Acarició las manos de Akane sobre su rostro. Ella sonrió aún más, no podía evitar llorar de incredulidad. Había sufrido tanto durante tanto tiempo que ahora era incapaz de pensar con claridad, rió de felicidad y habló con una voz rota. —Estás vivo, estoy viva... Estoy viva.—

—Claro que lo estás, estás bien, ya todo ha acabado. Estamos bien.— Aizawa se acercó a ella y acarició su rostro apartando unos cabellos que se habían quedado pegados a su piel sudada, la miró a los ojos queriendo decir miles de cosas pero temiendo no utilizar las palabras adecuadas. Ella sonrió aún más sin poder creérselo, estaba viva, después de todo estaba viva. Siempre había tenido la certeza de la muerte acompañándola, desde que su madre había empezado a golpearla Akane había estado segura de que iba a morir sufriendo. Y después de todo, cada tragedia que ocurría a su alrededor, cada muerte, Akane se preguntaba cuándo iba a ser su hora, todo era dolor y Doom había sido la pieza clave de su tragedia, la piedra que nunca conseguía quitarse de su zapato. Había llegado un punto en el que Akane había sentido que la lucha era solamente entre ellos dos, o él la mataba a ella, o ella le mataba a él. No parecía haber otra salida, ningún capítulo escrito después de aquello. Pero ahora veía lo muy equivocada que estaba, todo había acabado, Doom estaba muerto y ella estaba viva, no había tenido que matar a nadie. En los instantes después de la explosión había estado completamente segura de su muerte, incluso podía imaginar el rostro de su padre esperándola. Rió sin acabarse de creer que todo hubiera acabado ya. Su voz era apenas un susurro como si temiera que alguien más pudiera oírle.—Te quiero, —

—Te amo, te amo más que a nada en este mundo.—Aizawa sonrió ligeramente y besó con suavidad sus labios, la cogió entre sus brazos sin querer separarse de ella nunca. La miró a los ojos, esos ojos que tanto amaba y sonrió, él también era feliz de estar vivo. —Yo también te amo.—

Akane río con una mezcla de felicidad e incredulidad, él también la amaba. Todo parecía tan sencillo ahora, tan simple que costaba creer que las cosas hubieran podido ser tan difíciles. Su ritmo cardíaco se aceleró, Akane tuvo que echarse para atrás, le ardían las quemaduras y los puntos de sutura en su lengua dolían a horrores, pero era feliz y nada importaba. Una enfermera entró a revisar sus constantes vitales.—Oh! Me alegro de que haya despertado. Voy a buscar al doctor.—

Se fue por donde había venido y Akane y Aizawa volvieron cada uno a su sitio. Él la miraba ensimismado, nunca había sido el mejor expresándose pero en aquellos momentos no había duda de lo feliz que era. Todos los problemas (la graduación de los de primero, los resultados de la rehabilitación de Rush, la persecución de los miembros aún en libertad de la Liga de Villanos...), todo había quedado en un segundo plano, como si se tratase de una minucia sin importancia. Estaban vivos y se amaban, todo lo demás era irrelevante.—Bueno, bueno, vamos a ver que tal está Srta. Crimson. Todo parece estar bien, se está recuperando de manera estable, seguirá dos o tres semanas aquí y después ya veremos cuando se le podré dar el alta.—

—Gracias.— Habló con una voz de papel de lija, cono si su lengua magullada aún no se hubiera acostumbrado a estar en su boca, el médico sonrió y le ajustó la via que tenia puesta en el brazo, mirando como la disolución de analgésicos entraba en su sangre. Akane le sonrió a él y volvió a mirar a Aizawa, el dolor de sus quemaduras no tardaría en desaparecer gracias al medicamento. El doctor anotó un par de cosas en su ficha médica y le habló una última vez antes de irse.—Ha estado usted en estado crítico ya en varias ocasiones, me parece que tiene un ángel de la guarda.—

Akane pensó en su padre y asintió. No creía en el cielo ni en el infierno, no creía que su padre estuviera velando por ella, creía que aquellos que la habían dejando simplemente ya no estaban, pero aún así sonrió. Porque el dolor había pasado, porque porfín tenía la oportunidad de ser feliz, porque el universo parecía haber saldado su cuenta pendiente. Pensó en todo lo que había sufrido y sonrió.

La vida no es justa, pero hay veces en las que te da la oportunidad de ser feliz.

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Buenas! Porfavor no me matéis, lo sé, sé que hace ochenta millones de siglos que no actualizo y lo siento mucho. No tenía energías para seguir con esto y me había quedado perdida sin saber qué escribir a continuación. He tenido que hacer una pausa y ahora estoy retomando esto. No prometo que vaya a actualizar tan seguido como antes pero os juro que voy a terminar esta historia, aún que solo sea por la satisfacción de acabar algo y hacerlo bien. Espero que os haya gustado el capítulo, no ocurre mucho pero estos últimos capítulos son más bien el epílogo, acabar de ligar cabos sueltos y darle a esta historia el final que merece. No vemos pronto, chao!

*軽い quiere decir luz.

𝐇𝐄𝐑𝐎; aizawa shoutaWhere stories live. Discover now