• . ˚ * ━━ 𝐀𝐋𝐖𝐀𝐘𝐒
❝Por mucho tiempo que pasase,
ellos siempre volverían a encontrarse.❞
Cuando un nuevo clan llega al pequeño pueblo de Forks junto con sucesos extraños, Liam Black acepta aliarse con Renesmee Cullen para solucionarlo.
𝐑𝐄�...
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Se soltó la coleta que llevaba puesta y dejó su largo pelo caer encima de sus hombros, mientras el suave viento de verano de Forks lo despeinaba. Ese pelo suyo que anteriormente era moreno y que ahora era de un color rojo teñido debido a un acto de rebeldía cuando era adolescente.
Miró por encima de su hombro y pudo observar el crepúsculo en la playa de La Push. Donde su hermano y su primo jugaban de pequeños a pelearse en la arena. Donde había compartido un montón de momentos con la manada de Sam y con la actual de Jacob.
Y sonrió inconsciente. Lily Uley había pasado por muchas cosas. Había atravesado tormentas y huracanes para terminar viviendo una vida tan en calma como el mar. Lily se sentía bien.
Jacob Black, que se encontraba situado a un lado de Lily, levantó sus manos y las puso frente al rostro de la chica. Cuando ella se dio la vuelta, pudo ver que su marido portaba una cámara de vídeo y que la estaba grabando a ella. Sólo a ella.
—¿Qué haces, Jake? —preguntó Lily soltando con las cejas arqueadas.
—¿No es evidente? Te estoy grabando, princesa.
Lily soltó una risotada ante el repentino apodo que le había puesto. Jacob la observó sonriente, pero sin apartar la cámara del rostro de su esposa.
En un momento imprevisto, desvió el foco de la cámara hacia la barriga de Lily y la señaló con un dedo.
—¿Qué tienes ahí, Lily?
Ella volvió a sonreír negando con la cabeza y dio una vuelta sobre sí misma para luego posicionar sus dos manos sobre su vientre, que ya estaba bastante crecido. Pero es que dentro de pocas semanas se suponía que habría un nuevo integrante en la familia.
—Un lobito. ¿Tú qué crees? —cuestionó con sarcasmo.
—Fingiré que no me has vacilado. —murmuró Jacob con una de sus típicas sonrisas ladeadas.
Ella soltó una risita al ver como Jacob volvía a elevar la cámara hacia su rostro.
—¿Sabes por qué te estoy grabando? —preguntó Jacob apartando un poco el aparato eléctrico que portaba.
—Sorpréndeme.
—Para que me digas un nombre.
Oh, no. Llevaban ya bastantes meses pensando un maldito nombre de niño para el bebé, pero no se les ocurría ninguno. ¡Incluso Tom y Leah ya tenían nombres para sus mellizos, que nacerían dentro de dos meses!
