15 💜 Mery 💜No todo es casualidad

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Sabía que no debería dejarme llevar de esa manera, sabía que sus palabras eran fácil de interpretar, pero sabía que ella me hablaba desde el corazón y por lo tanto..., la creí.

—¡Espera! — Grité esperando que frenara.

Manuela se giró al escuchar mis palabras, pero todas mis preguntas las dejé a un lado para ayudarla.

—No puedes ir tu sola a buscarlo...

Álex se levantó para acompañarme y apoyarme.

—Nosotros te ayudaremos, pero antes siéntese y cuéntenos porque lo busca con tanta desesperación. ¿Se ha escapado de casa?

Manuela volvió tras sus pasos y se sentó nuevamente, dio un sorbo al agua que dejó en su vaso y comenzó a hablar.

—Se ha enfadado conmigo —se lamentó—. No tenía mucha comida así que le mentí. Le dije que ya había comido para que él lo hiciera.

—¿Se ha enfadado por eso? —Pregunté sin entender nada.

—Teníamos un trato..., yo no le volvía a mentir y el no volvería a robar. Y lo peor de todo es que sabía que esto podía pasar.

—No es su culpa..., solo intentaba protegerlo —intenté animarla.

—Pero un trato es un trato niña y una promesa jamás debe romperse.

—Tiene razón —dijo Álex asintiendo—. Tenemos que encontrarlo y debéis solucionarlo.

Mientras lo buscábamos por la playa, Manuela nos contó su historia: ella se hacía cargo de su nieto, cuando el creció se dio cuenta de la falta de dinero e intentó trabajar, pero los prejuicios en la isla estaban muy arraigados y el chaval no encontraba trabajo por ser de etnia gitana. Así que no le quedó de otra y robar. Se paseaba por las playas repletas de turistas esperando el momento, esperando el descuido para llevarse lo que no era suyo. Para poder llevar a casa algo de dinero para poder comer. Manuela le suplicó que dejara de hacer eso, que iría a la cárcel y la mataría en vida, por lo que llegaron a un acuerdo: él no robaría pero ella jamás le mentiría. Él odiaba la mentira, su padre lo dejó con su abuela con engaños. Su abuela agrandó la mentira paro no hacerle daño, hasta que el niño creció y se enteró. Y por eso el chico llevaba un día desaparecido.

—¿Abuela? —La llamó un chico moreno que venía de frente, llevaba un bañador negro y una toalla azul sobre el cuello.

—¡Estás aquí! —Exclamó ella, separándose de nosotros para abrazar al muchacho.

—¿Estás loca? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has venido? —Preguntó incrédulo.

—¿Estas bien? —Quiso saber ella con un hilo de voz.

—¿Quiénes son estos? —Quiso saber mientras nos miraba de arriba abajo.

La gente a nuestro alrededor empezaba a mirarnos, esperando el desenlace como si estuvieran viendo una película muy entretenida.

—¿Qué tal si nos vamos a un lugar más tranquilo? —Ofreció Álex.

—¿Quién cojones sois? —Preguntó bruscamente.

—¡No les hables así! —Le regañó su abuela—. Me han ayudado, no me encontraba muy bien.

—Te voy a hacer una pregunta y quiero que me digas la verdad... ¿Has comido?

—He comido muy bien, estos muchachos me han invitado.

Pasado ese momento, decidimos volver al lugar donde teníamos las toallas.

Antonio, el nieto de Manuela dejó a un lado la actitud agresiva para intentar comprender lo que había pasado. Nos agradeció la ayuda que le habíamos brindado a Manuela y se disculpó por su actitud.

Línea ContinuaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant