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Abro los ojos con dificultad visualizando un pacífico techo blanco. Estoy en el hospital. Me froto los ojos y me doy cuenta de que llevo una vía en la vena de la mano.

Intento incorporarme con algo de dificultad, tengo la sensación de que llevo mucho tiempo dormida y me cuesta estirarme. La habitación está vacía, así que con dificultad intento levantarme de la cama.

Un intenso escozor y un dolor palpitante me recorre el muslo. Comienzo a recordarlo todo, había sido apuñalada por una persona desconocida. Al instante me viene a la mente el recuerdo de la persona enmascarada en el reflejo de mi móvil. Trago saliva y rendida por el dolor vuelvo a tumbarme en la cama.

La puerta se abre sonoramente y dirijo mi mirada hacia ella, no es otra que Rosa entrando con un café en la mano, el cual se le cae cuando me ve despierta. Le doy una sonrisa de boca cerrada pero sólo puedo ver el shock en su rostro, ¿cuánto tiempo llevo inconsciente?

–¡Roma! ¡Dios mío has despertado!–Exclama. Salta el charco de café derramado en el suelo y corre hacia mi cama para abrazarme con fuerza teniendo cuidado de los múltiples cables a los que estoy conectada.

–Así es.–Respondo con la voz adormilada y algo ronca.–¿Cuánto tiempo llevo aquí?–Pregunto con curiosidad. Al instante me viene a la mente la noche que iba a pasar junto a Nathaniel. ¿Qué ha sido de él? ¿Se ha enterado de lo que me ha pasado? ¿Dónde está? 


–Llevas dos semanas y tres días en el hospital. Te encontraron media hora después de que te apuñalaran.–Dice con la voz quebrada y aguda debido al repentino llanto. Se seca las lágrimas con las yemas de los dedos.–Están investigando al agresor y han descubierto que el aviso no iba para ti.–Se para para sorber por la nariz.–Iba para Nath.

Aprieto la mandíbula  de la impotencia. ¿Acaso Nathaniel está en líos  y no me ha dicho a nada? ¿Sabía que yo estaba en peligro?


–¿Quién me encontró?–Pregunto. Rosa me extiende un vaso de agua y bebo de ella sintiéndome mucho mejor.

–Fue Nathaniel.


Al instante la puerta se abre dejando ver a Nathaniel, con unas ojeras rojas bastante notables y su pelo dorado despeinado. Sus ojos se abren de más por la impresión y esquiva también el charco de café.

–Hola...–Murmuro incómoda.

Veo los ojos ámbar de Nath empañarse de lágrimas. ¿Iba a llorar? Visiblemente en cuanto a su físico se veía que lo había pasado bastante mal y yo podía entenderlo. Se acerca hacia mi cama a paso rápido y decidido y me abraza con fuerza poniendo la frente en el hueco de mis hombros. Al instante su característico aroma me reconforta. Noto sus lágrima en mi piel. Miro a Rosa, quien está incómoda observando la escena.


–Creo que mejor vengo luego, nos vemos Roma.–Murmura Rosa sonriente y sale de la habitación.


Nathaniel sigue en mis brazos, hasta que finalmente se despega de mí dejando mi pijama azul de hospital húmedo, sin embargo no me importa. Se seca las lágrimas ocultando su rostro para que no vea su parte vulnerable.

–Joder...–murmura y suelto una pequeña risita.–Pensaba que no te volverías a despertar, tonta.–confiesa y noto mi corazón apretarse.

–Oh, créeme que aún tengo muchas cosas que hacer en esta vida.–Respondo sonriendo con la boca cerrada y él pega sus labios a los míos. Es un beso corto, tierno pero cargado de amor.

Lo siento cariño, me encanta. •cdmu•Where stories live. Discover now