Capítulo 5

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Ya habían pasado casi dos semanas desde que había entrado en la universidad. Mi relación con Alejandra iba también como antes de separarme de ella y mi relación con Diego iba bien ambos nos hemos seguido viendo a escondida de Alejandra y Cameron en plan de amigos, ya que, aunque tenía que admitir que Diego es guapo. Sigo con mi pensamiento de que no quiero una relación y nada con el amor. Y él parecía respetarlo, pero ya no se juntaba con casi ninguna chica solo Alejandra y conmigo.

—Adiós, Ricky—me despedí de mi entrenador.

Salí del gimnasio y una corriente de viento hizo que me abrazara a mí misma, el verano se estaba quedando atrás y daba inicio al otoño. Sentí que empezaba a caer pequeñas gotitas de agua del cielo —<<lo que me faltaba>>—. Me digo mentalmente. Caminé más rápido, pero la lluvia me alcanzó y aún me falta caminar mucho para llegar a mi departamento.

Caminé más rápido, pero la lluvia parecía un aguacero y estaba empapada. Un todoterreno negro se paró al lado mío, lo ignoré y caminé más rápido. El todoterreno me seguía lentamente. Miré de reojo y comencé a caminar más rápido...doble una esquina y me sigo <<mierda, no, no puede ser él>> La puerta del conductor se abrió.

Y salió la figura de un chico vestido todo negro, retrocedí hacia atrás y el chico me agarró del brazo, se sacó la capucha y me di cuenta de que era Diego. ¡Mierda! Pensé que era él.

—¡Joder! —le di un empujón a Diego—. Pensé que era otra persona, Diego, que susto me has dado, imbécil—digo enojada. Y le pegó en el pecho <<casi me da un infarto>> Diego tomó mis muñecas y me aprieta más contra el muro.

—Perdona, bella, iba de camino a tu departamento y te vi. Sube al coche, por favor—Me aparta el pelo mojado de la cara y mire a todas partes. Respiraba con dificultada, joder, odio esto—. Anastasia, ¿qué ocurre?

—Yo...no puedo, prefiero seguir caminando—tartamudeo.

—Porque eres tan cabezota a veces, Anastasia. Joder, me vuelves loco—él se acercó más a mí y puso su mano en mi mejilla—. Estás helada y puedes enfermarte grave, sube por favor.

Negué con la cabeza y él se acercó más a mí

—Eres consciente que la tormenta va empeorando, mira ya se están inundando las calles de agua—miré a la calle y era cierto—. Por favor solo trato de ayudarte.

—No me falta tanto Diego, además, mojaré tu coche y puedo correr rápido para llegar a mi departamento.

Soltó una risa fingida y me observo molesto. Lo estaba sacando de sus casillas al parecer, pero necesitaba llegar a mi departamento y comprobar que esa persona estuviera lo más lejos de mí.

—Déjame ir, Diego. —Estábamos tan cerca que nuestras narices se podrían rozar.

—Te caerás y te lastimaras antes de que llegues a tu departamento—él miró un momento al cielo y volvió a fijar su vista en mí—. Sube al coche, no te lo volveré a pedir, por favor.

—No en estos momentos no necesito de tu ayuda, Diego, entiéndelo.

—No. No, no es tu respuesta, solo déjame llevarte y punto. Te lo diré por última vez, sube al coche Anastasia.—negué con la cabeza y él soltó un gruñido molesto—. Es tu última respuesta—asentí con mi cabeza—. Pues entonces no me dejas más opción.

Lo que pasó en ese momento fue tan rápido y es que de un momento a otro tocaba el suelo y ahora está en el hombro de Diego. Me sentó en su coche y me puso el cinturón de seguridad. Corrió a la puerta del conductor y se metió adentro.

Me desabroché el cinturón y antes de que pudiera abrir la puerta aceleró su todoterreno y se puso en marcha.

—Déjame bajar Diego.

Hermosa RendiciónWhere stories live. Discover now