Capítulo 31

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Entramos a un pequeño restaurante vegetariano. Él se sentó a mi lado y me rodeó con su brazo, me acerqué a él y le di un beso en su barbilla.

—¿Qué me recomiendas comer? —preguntó.

—Te parece una lasaña, es muy rica—digo mirando el menú, lo observé de reojo y él asintió.

La mesera se acercó y miró fijamente a Diego. Negué con la cabeza y él sonrió burlonamente al ver mi expresión.

—Buenas tardes. Ya saben lo que van a pedir—dijo con una sonrisa coqueta a Diego.

La miré fijamente, era una chica de unos veintitrés años o veinticinco de pelo rubio corto, ojos café y morena, era linda la chica. Él me miró por un momento antes de pedir. La chica pestañeó varias veces hacia él y puso un mechón de pelo detrás de la oreja. "Será creído, el imbécil"—dije mentalmente y observando la escena

La chica se alejó con una enorme sonrisa. Lo observé de reojo y negué con la cabeza porque sabía que lo estaba haciendo a propósito. Él quería verme celosa, pero no lo va a conseguir.

—¿Te ocurre algo? — Diego exhibe una enorme y pícara sonrisa, encantado por la pregunta que me acaba de hacer.

—No, solo tengo hambre—murmuro.

Apoye mi cabeza en mi mano, mire a la ventana y observe cómo la gente pasaba. Él estiró su mano, tomó un mechón de mi pelo y comenzó a enrollarlo en su dedo.

—Eres tierna cuando estás celosa—me provoca.

—No lo estoy—digo tratando de sonreír lo que hizo que agrandara su sonrisa—. Eres muy predecible, cariño.

Me abrazó con fuerza y me dio un beso en el pelo donde soltó una pequeña carcajada haciéndome cosquillas. Cerré los ojos por un momento.

—Claro, claro, voy a fingir demencia solo porque me gustas mucho.

La camarera se acercó de nuevo y dejó nuestras bebidas y volvió a hacerle ojitos antes de irse.

—Anastasia: te puedo preguntar algo.

—Claro—digo distraída jugando con el salero que había en la mesa.

—¿Por qué nunca hablas de tus padres o de tu familia?

—Mmm...No sé nunca me lo habías preguntado—lo observé y entrelazo mi mano con la suya. —Mis padres son de Madrid, son increíbles para mí, son los mejores padres que pude pedir y mi hermano... —Solté un suspiro y cerré los ojos—. Fue el mejor hermano que pude pedir para mí. Era más que eso para mí, era mi mejor amigo, mi entrenador y mi compañero de aventura. Fue el mejor, él me enseñó todo lo que sé en las peleas. Era el mejor de Madrid en las peleas y juntos éramos imparable. Era el mejor—digo con una sonrisa.

Él me sonrió de lado.

—Se ve que fue una persona increíble—me acarició el pelo—. Tienes una admiración por él y tus ojos brillan cuando hablas de él.

—Lo admiro mucho y siempre estoy pensando en él, aunque él no esté conmigo...Yo puedo sentirlo conmigo cada día, sé que suena estúpido lo que digo, pero... —Antes de que termine de hablar él me interrumpe.

—No es estúpido lo que dice Anastasia. Yo también lo siento con mi familia. Mi familia también era increíble, mis padres estaban tan enamorados y mis mellizos eran hermosos—él hace una mueca—. Yo era el mayor de mis hermanitos. Mis mellizos pequeños ahora tendrían doce años. Ellos eran un terremoto juntos, los amaba a esas bestias—él se queda callado un momento antes de negar con la cabeza—. Pienso cada día en mi familia. No hay un solo día que no me acuerde de mi madre, padre o de mis mellizos favoritos.

Hermosa RendiciónWhere stories live. Discover now