Capítulo 29

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Sentí las pisadas de Diego y como se acercaba a mi habitación, pero cerré los ojos no quería despertar porque llegamos hace unas pocas horas de la fiesta de Dylan que como siempre se descontroló y hasta llegaron la policía para decir que la fiesta tenía que terminar.

Me removí en la cama y tomé mi celular y vi que era la una de la tarde del domingo. En ese momento la puerta se abrió y entró él sin polera con una bandeja en donde podía ver que había hecho el almuerzo.

—No era necesario que cocinaras, Diego.

Se sentó al lado mío y me puso mi plato que era pasta con verduras salteadas y la del tenía una hamburguesa. Mi estómago en ese momento rugió por comida ya que me había saltado el desayuno.

—Me gusta cocinar—se encoge de hombros—. Tuve que aprender a cocinar para no morirme de hambre, Anastasia—sonríe con un gesto torcido y recupera su expresión normal.

Deje mi tenedor suspendido en el aire y lo mire.

—Tuve que aprender muchas cosas que antes no sabía hacer cuando murieron mis padres. La cocina es algo que me gusta, supongo que se convirtió en un pasatiempo—confiesa con una triste sonrisa, que hace que mi corazón se rompa un poco más.

Nos quedamos callados porque no sabía qué decir. Dejé el tenedor de vuelta en el plato y le tomé su mano. Él arquea una ceja y mira mi mano, su mirada estaba algo triste, pero se recupera con rapidez y adopta una arrogante pose de regocijo, mientras se relame el labio inferior con un brillo de deleite en sus penetrantes ojos.

—Eres preciosa en todos los sentidos, Anastasia.

—Creo que me estoy muriendo—murmuro con una sonrisa, me pongo una mano en la frente y él achica sus ojos y me observa con curiosidad —. Porque creo que tú eres un ángel: ¡Dios deja de hacer eso! —Exclamó—: no te das cuenta de que cada día estoy más cautivada por ti.

Solté un bufido y me crucé de brazos porque era la verdad, incluso me molestaba a mí misma. Me miró divertido.

—No es mi culpa que sea una persona tan increíble y te cuento un secreto entre tú y yo—susurro mirando a todas partes como si hubiera alguien más en mi habitación—. Te atrape Anastasia, te cautive como tú lo hiciste conmigo.

Lo observo detenidamente y no sé cómo he llegado a este punto. Se supone que no tendría que haber puesto mis ojos en un chico. Yo no quería caer de nuevo en el estúpido amor, se supone que mi meta era volver a hacer libre y ahora estoy...retrasando todo. Y eso es peor ya que solo es cuestión de tiempo que explote todo y lastime de nuevo a Alejandra, Diego, mis gemelos, Jonathan y mi familia.

Solo es cuestión de semanas o meses para saber que mi tranquilidad se va a ir y que tarde o temprano le romperé el corazón a Diego y me pregunto si soy tan egoísta por seguir con él y seguir exponiéndolo.

—¿Qué te pasa, Anastasia? Has pasado de estar sonrojada a estar muy pálida.

—Nada—digo cortante.

—Me estás mintiendo—se cruza de brazo. Suelto una risa sarcástica.

—No te metas ¿Qué acaso no puedo pensar?

—No te seguiré en este juego.

Se paró de la cama y tomó la bandeja. Y me miro molesto.

—¿Cuál juego? No sé de qué hablas.

—Crees que soy estúpido o ¿Qué? Quieres ser fría conmigo, pues yo también lo puedo hacer. Quieres jugar al gato y ratón, ambos podemos jugar.

—No estoy jugando a nada, Diego. Yo solo estaba pensando y se me cruzó un mal pensamiento, es que tengo que contar toda la mierda que pienso o ¿Qué? —Grito molesta. Una cosa es estar muy románticos y ser un poco cursi, pero no dejaré que nadie me diga nada.

Hermosa RendiciónWhere stories live. Discover now