La Doncella de Fuego

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Cada día se hacía cada vez más difícil, los vikingos de Berk seguían demostrando no ser nada como los otros clanes vikingos. Mérida tenía tres amigas entre ellos, y un hombre que hacía todo lo posible para demostrarle que la amaba. Deseó que él se detuviera, estaba empezando a gustarle, pero la sola idea de enamorarse de él desencadenó todos los recuerdos dolorosos enterrados en su interior. Como si su mente le prohibiera casarse con el vikingo, y no era solo que su padre también lo desaprobaría. Puede que su madre haya aceptado el clan Vikingo, pero no su padre. El rey Fergus tenía un temperamento aún mayor que ella, y se demostró cuando su madre les dijo a ambos que el clan vikingo también aceptaba. La ira de Mérida se vio ensombrecida por la furia de su padre, que había sido comprensible. La última vez que intentaron aceptar la paz con un clan vikingo terminó mal, así que en un raro momento el rey Fergus se enfrentó a su esposa. Diciendo que antes masacraría a todo el clan antes de permitir que un vikingo pusiera sus manos sobre su hija. Eventualmente, aunque la Reina Elinor lo calmó con su lógica y razonamiento, por eso Mérida escribió la carta que estaba dirigida a la reina. Sí, ella quería irse a casa, pero no quería ver los cadáveres de sus amigos y los otros vikingos de Berk. Con suerte, ahora sus padres sabían de su ubicación y estaban zarpando hacia Berk.

Sin embargo, en ese momento nada de esto la ayudaría, Hiccup todavía estaba parado frente a ella esperando una respuesta con una sonrisa esperanzada. Sus amigas Astrid, Heather y Brutilda esperaban detrás de ella con la esperanza de darle una oportunidad a Hiccup. Después de todo, le prometió a Astrid que le daría una oportunidad a Hiccup y, a pesar de su mejor juicio, forzó la sonrisa falsa en su rostro. -Suena encantador, Hiccup. Me encantaría unirme a ti esta noche para cenar-

La forma en que el rostro de Hiccup se iluminó y sus ojos verdes brillaron causó una sonrisa real en su rostro. Bueno, en vez de ir a comer con sus amigas en el Gran Comedor, fue reemplazado por una cena incómoda con Hiccup en otro lugar. Pronto fue arrastrada por Hiccup hacia Chimuelo, que parecía tan emocionado y tenía algunas cosas empaquetadas en él. -Los veré luego chicas- Mérida llamó a sus amigas.

-Está bien, ustedes dos diviértanse-Heather gritó mientras ella y los otros dos se despedían. Al subir a Chimuelo, Mérida dudaba de estar en el dragón la última vez que había sido una experiencia aterradora. Además, dudaba de estar cerca de Hiccup, hasta que Chimuelo despegó. Inmediatamente sus brazos lo rodearon para evitar caerse del dragón.

-Woah, oye, ahora no tienes miedo a las alturas, ¿verdad?- Hiccup bromeó.

-No tengo miedo a las alturas, solo la última vez que estuve en Chimuelo fue una mala experiencia- Mérida señaló.

-Oh cierto, perdón por eso- Hiccup murmuró, mientras conducía a Chimuelo hacia la cala donde conoció a su dragón. Aterrizando suavemente junto al lago en la ensenada, Hiccup saltó y se giró para ayudar a Mérida a bajar.

Luego comenzó a quitar los diversos paquetes que tenia Chimuelo. Pronto colocó un gran pelaje en el suelo junto al lago donde estaba un fuego prefabricado, y colocó una canasta sobre el pelaje. Finalmente miró a Chimuelo. -Hola amigo, ¿podrías encender el fuego?-

Chimuelo se adelantó lo suficiente como para liberar un rayo en la madera y las rocas reunidas, mientras que Hiccup arrojó una canasta de peces más grande para Chimuelo.
-Gracias amigo, ve a disfrutar tu cena-

Dándole una palmadita a Chimuelo regresó al pelaje donde Mérida se había sentado y abrió la canasta más pequeña. Sacó un par de peces y los ensartó en palitos para cocinarlos al fuego. -Espero que les guste el salmón, también compré manzanas, queso y pan de avena que preparó la mamá de Patapez-

-Eso suena sabroso- Mérida respondió tratando de ser cordial, pero fue muy incómodo. Especialmente desde que lo había besado a bordo del barco del comerciante Johann. Desde entonces había estado soñando con Hiccup, con él abrazándola y besándola, así como con su boda. Solo empeoraba estar cerca de él, quería odiarlo tanto pero no podía. Era demasiado amable, dulce y cariñoso para ser realmente odiado. Se sentía como si estuviera peleando una batalla perdida por dentro, y si perdía mucho más que solo su libertad estaba en juego.

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