Volumen III. Capítulo II. Parte I

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Cuando regresamos a Babel, una de las primeras personas en recibirme fue Luci. Hasta dónde tenía entendido, estaba en Avand. Ya realizó la solicitud de su equipo para la misión que se le encomendó y la mayoría ya deberían de estar con él allá. No obstante, cuando llegamos, de inmediato, me solicitó una reunión en privado, lo que me extrañó. Más raro fue el hecho de que su estoicidad estaba siendo actuada, su actitud suele ser calmada y arrogante, como si tuviera todo bajo control, pero desde que lo vi me percaté que, por esta ocasión, sólo estaba fingiendo. Esa situación nos llevó a la oficina administrativa donde suelo tener este tipo de reuniones, mientras Ronidia se encarga de los preparativos para los dos eventos que deberían estar ocupando mi cabeza en este momento: la reunión con los altos mandos de Babel, y la presencia de Rosa en nuestra residencia.

―¿Por qué tanto misterio, Luci? ―le pregunto.

―Lo lamento, mi señor, pero me apena enormemente la situación que voy a reportar, a tal grado que nadie, además de quienes están actualmente bajo mi mando, lo saben.

―Suena algo bastante serio.

Lo veo guardar silencio, luchando consigo mismo para obligarse a seguir hablando.

―Por poco era derrotado ―dice hincándose al suelo, apoyándose en una sola rodilla―. Es una vergüenza para Babel. Que uno de los concejales haya caído a ese grado es...

Orgulloso como ningún otro, pero bueno, es de esperarse de alguien que siempre desea tener todo bajo control. En realidad, no es tan impactante que lo hayan derrotado, es decir, dentro de Babel, evidentemente, no tiene ningún récord limpio; nadie lo tiene. Lo preocupante es que haya individuos tan poderosos como para hacerle frente en este mundo. Además, seguimos sin conocer que sucede con la muerte y si la resurrección es posible, cosa en la que no me he querido meter por las implicaciones que tendría.

―¿Me puedes dar más detalles?

―Lo siento, déjeme continuar.

Me resume brevemente su investigación y de cómo las ruinas cercanas a dónde ha establecido su base han demostrado ser más profundas de lo que pensó en un inicio. De esa manera, había mandado a explorar a quiénes estaban debajo de él mientras él monitoreaba todo desde la superficie. Fue en ese momento cuando una figura extraña se apareció: un ángel, aunque no cualquier ángel, era un trono, superior al ángel que nos topamos en Fangek y superior a la propia Larisse. Normalmente, los ángeles convencionales dentro de Argatnél, ya fueran jugadores, NPC o enemigos, no superaban la llamada segunda jerarquía. La primera jerarquía estaba reservada a jefes finales o de raid. Si Luci se enfrentó a un trono y salió victorioso es gracias a su experiencia en combate y a su habilidad estratégica, porque no es una tarea sencilla. Aunque si poseía el nivel más bajo para su jerarquía según la lógica de Argatnél, es decir, nivel 90, una sola unidad de arriba de nivel 95 podría derrotarlo con más facilidad.

―Finalmente, tuve que usar mi habilidad final ―me reporta―. En realidad, no estoy del todo seguro de si acabé con él, pero cuando mi equipo salió a la superficie, di la orden de retirada. ―Niega con la cabeza―. La realidad es que me encontraron inconsciente y decidieron emprender la retirada, extendiendo la orden a los espías en las ciudades cercanas.

―Entiendo lo que sucede, pero no te muestren tan presionado por ello ―le digo―, me alegro de que todos estén a salvo, es lo más importante. Lo que sí pediré es que dejes de un lado tu orgullo, ya que esta situación está conectada con uno de los temas que quiero tratar con el resto y necesitaré que hagas el mismo reporte en la reunión.

Lo veo mostrar un rostro inconforme, pero termina asintiendo.

―Entendido, mi señor.

Subestimé a la Teocracia de Avand, pensando que los Santos eran los individuos más poderosos, no considere que alguien estuviese por encima de ellos.

¿Y qué voy a hacer con tantos seguidores en otro mundo? ― Volumen II en EdiciónWhere stories live. Discover now