4.

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POV Jane

¿Alguna vez han sentido esa impotencia de querer ayudar a la persona que más quieres pero no poder hacer nada al respecto?

Bien. Así me siento con Max.
Su ánimo a decaído en los últimos días y por más que lo intente no logro ayudarla.

Solté un suspiro y me recosté en la camilla.

—¿Pasa algo?— Preguntó Steve acomodando mi ropa.

—Me siento muy inútil.—

—¿Por Max?— Asentí.— ¿Quieres hablarlo?—

—Por favor.—

Se sentó frente a mi con una sonrisa.

—Cuenta.— Dijo él.

—No me siento suficiente para Max.— Frunció el ceño confundido.— Me refiero a que... ella ha hecho tantas cosas por mi y yo... ni siquiera puedo hacerla sentir mejor.— Suspire.

—Conoces a Max mejor que nadie, sabes que no necesitas hacer literalmente nada para ser suficiente.— Dijo sonriendo.

—No lo entiendes. Ella es demasiado importante para mi y si no logro ayudarla es porque no estoy haciendo nada bien.—

—Sé muy bien como te sientes pero no debes deprimirte por ello, si lo haces ella se sentirá culpable y empeorará. Hagamos nuestro mayor esfuerzo para hacerla feliz y esperemos ese corazón. Sabes que Robin y Nancy harán cualquier cosa para conseguirlo, tengo fe en ellas, tú también debes tenerla, si?— Asentí.

—Bien.— Sonreí.

—Genial. Ahora ten esto.— Me entregó una cajita. Lo miré confundida.— Son los chocolates favoritos de Max, ve a dárselos y hazla feliz.— Sonrió haciendo un guiño. Le di un pequeño abrazo.

—Gracias, Stevie.— Rió.

—Anda, seguro los espera con ansias.— Salí de mi habitación.

Abrí la puerta de su habitación.

Tenía los ojos cerrados, parecía estar dormida. Me acerqué a paso lento.
Dejé los chocolates sobre la mesilla junto a la cama y me senté en el banquillo.

Observé su rostro e inconscientemente sonreí.
Respiraba con absoluta tranquilidad; se veía como un angelito durmiendo.
Las pecas en sus mejillas la hacían ver realmente adorable, y ni hablar de lo tierna que se ve cuando se ruboriza.
Sus pestañas eran un gran detalle en su rostro, hacían resaltar sus ojos; los cuales adoro mirar.

Soltó un leve ronquido. Reí por lo bajo.

—Eres demasiado para mí.— Susurré. Dejé un beso en su frente y acaricie su mejilla.

Abrió los ojos con lentitud, miró mi rostro y sonrió.

—Hola.— Dijo con la voz ronca.

—Hola bella durmiente.— Rió. Retiré mi mano de su mejilla.

—¿Llevas mucho aquí?— Preguntó sentándose en la camilla.

—No mucho, vine a traerte esto.— Tomé la caja y se la di.— Son tus chocolates favoritos.— sonrió ampliamente.

—Dios, eres la mejor sin duda.— Tomó mi rostro y me atajo a ella para posteriormente besar mis mejillas repetidas veces. Arrugue la nariz.

—Basta.— Pedí riendo.

Me soltó con una sonrisa.

—¿No te gusta que te haga mimos?— Preguntó haciendo un puchero.

Me encanta.

ᴀ sᴋʏ ғᴜʟʟ ᴏғ sᴛᴀʀs [ᴇʟᴍᴀx] (ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ)Where stories live. Discover now