XVI

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-¿Puedes distinguir las letras?

-Mmm...sólo unas pocas...aquí esta la A...la E...y la L. ¿Son letras al azar?

Escuchó la risa del mayor.

-No, es una pequeña palabra. Confundiste la A con la D. Ahí dice del.

-Ah...es difícil.

Llevaban cuatro clases particulares para que Joaco aprendiera a leer en braille. Solamente pasaban una hora juntos para que el omega aprendiera, aunque el 70% del tiempo solían hablar de diversas cosas.

En ese tiempo el chico había conocido más de Emilio que de las letras que debía aprender a reconocer. El mayor le había contado que amaba leer todo tipo de historias, pero que las historias de Stephen King eran sus favoritas. También amaba pasar tiempo en parques o cualquier lugar donde la naturaleza predominaba, a pesar de no verla le gustaba la tranquilidad que brindaba y el aroma agradable del aire puro. El aroma de las flores eran sus favoritas. También era fan de los días lluviosos y las canciones viejas. Eran cosas que compartían, cosas agradables que los hacían perder en conversaciones largas que los hacía olvidar de la razón por la que estaban ahí.

Joaquín agradecía que al menos Andrés tardaba más de una hora en sus clases particulares.

-Joaquín ¿estás prestando atención?

-Oh, lo siento, me quedé pensando.

-Está bien, solamente necesito que intentes reconocer que dice aquí.

El menor observó la hoja punteada, sus yemas jugando superficialmente, como si dudara en descifrar lo que tenía frente a sus ojos.

-No lo sé, Emi. Mis yemas están cansadas, no puedo seguir leyendo.

El alfa rió enternecido.

-Pareces un niño pequeño haciendo berrinche-suspiró con una sonrisa y sacó la hoja-bien, descansa tus dedos unos minutos.-con suavidad pasó su mano por el dorso de la contraria.

Joaquín no pudo evitar sonrojarse ante la muestra de cariño. Aun así no quitó su mano y dejó que la palma de Emilio descansara sobre su dorso.

-Tienes las manos muy suaves-murmuró inconscientemente.

Al darse cuenta su sonrojo aumentó y terminó por quitar su mano avergonzado. Emilio sólo pudo reír entre divertido y enternecido.


-Tiendo a cuidarlas mucho, me gusta que sean como la seda. Lo sé, tonta comparación.

-En realidad creo que es perfecta. Por cierto ¿puedo preguntarte algo?

-Claro, Joaquín.

-Tú me dijiste que a Niko le gusta un omega y por eso hay veces que te acompaña en tus clases...yo, quería saber qué omega le gusta.

-Oh...bueno, es un omega alumno mío. No lo conoces pero según Niko es fácil reconocerlo por su enorme sonrisa. Además su risa se detecta a metros de distancia y es muy contagiosa. Se llama Alex, es un sol.

-Alex...-Nikolás guiñándole el ojo fue la imagen que llegó a su mente.

Sentía lástima por ese chico que sólo era un juguete del alfa.

-A todo esto, Joaquín ¿por qué la pregunta?

-Sólo sentí curiosidad.-no se sentía cómodo de confesarle que su hermano le coqueteaba.

-Bien, entiendo-Emilio siguió con su amable sonrisa-¿tus dedos ya descansaron?

-No, requieren de más tiempo.-no era cierto y Emilio lo sabía, pero aun así le seguía el juego-Emilio.

-Dime, Joaquín.

-No quiero ser atrevido con lo que preguntaré, pero soy muy curioso y me gustaría saber.-tomó aire antes de preguntar-¿Usted...usted nunca ha visto o...?

-Ya entiendo qué quieres saber pequeño.-lo interrumpió al detectar los nervios del menor-soy ciego de nacimiento, no hay forma de que vuelva a ver por lo que no, nunca he visto nada en mi vida, no al menos de la forma que tú ves.

-¿No ha anhelado...ver como el resto?

-En ocasiones, pero generalmente no. Soy feliz así aunque...ahora mismo me gustaría ver.

-¿Sí? ¿por qué?

-Porque me gustaría verte, saber...como es tu sonrisa, tus sonrojos...me gustaría conocer tu rostro.

El menor bajó la mirada algo entristecido sin saber con exactitud qué podría hacer por el mayor. ¿Cómo podría ayudarlo a que lo vea?

La voz del alfa riendo suavemente llamó su atención.

-Está bien Joaquín, no tienes nada de qué preocuparte.-su mano acarició con cariño el dorso pero el omega de un movimiento la detuvo-¿Joaquín?

Joaco no dijo nada y sólo se encargó de tomar ambas manos para llevarlas a su rostro, posando ambas palmas en sus mejillas.

-Mirame a tu manera-susurró-Siénteme, Emilio.

Emilio quedó pasmado unos segundos, pero pronto reaccionó y comenzó a sentir con sus pulgares las mejillas del chico. Siguió paseando sus dedos por el rostro contrario, sintiendo sus párpados, su mentón, su nariz, sus orejas, su frente. Paseó sus yemas por la suave piel de Joaco, viendo a su forma el rostro de su pareja destinada. De su omega.

-Tienes las mejillas cálidas.

-Es...es p-porque e-estoy sonrojado-explicó el menor bajando la mirada.

-Joaquín ¿podrías sonreír?

El omega no preguntó el motivo y simplemente lo hizo con sus mejillas aun rojas.

Las manos de Emilio pasearon por su rostro hasta separarse con una pequeña sonrisa.

-Debe ser linda una imagen tuya sonriendo sonrojado-comentó el alfa.

-Todos dicen...que tengo una sonrisa muy bonita.

-Entonces puede decirse que tienes la sonrisa de un adorable -una risa suave salió de sus labios-el pequeño Joaco.

-¡Emilio!-exclamó avergonzado el omega tomando la mano del alfa para que sintiera su sonrojo.

Emilio se conmovió de que Joaco hiciera eso para que lo viera a su forma y supiera cómo se encontraba.

Lo que restó de hora se olvidaron de la clase y continuaron hablando mientras Joaquín hacía que Emilio tocara su rostro cada vez que sonreía o se sonrojaba por algo.

Feel Me.Where stories live. Discover now