LVI

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Las clases ya habían comenzado y Alejandro no podía sentirse más a gusto con los pequeños niños a los que educaba, aunque apenas llevara tres días con ellos. Eran muy tiernos y respetuosos, lo que hacía que enseñar no se convirtiera en un trabajo tedioso sino...en uno agradable. Ahora entendía porque Andrés daba incluso clases extras.





Con una sonrisa vio salir a los pequeños al receso mientras uno de ellos se acercaba a él con un ramillete de seis margaritas, algunos de sus
compañeros en la puerta esperando.






-Fernando ¿ocurre algo, pequeño?-preguntó acuclillándose frente al niño.






-Yo...quiero darle esto, profesor.-con un leve sonrojo extendió las flores al frente-es de parte de todos, por ser bueno con nosotros y elegir educarnos.






Alejandro tomó con una sonrisa el ramo de margaritas, su corazón a punto de estallar de ternura.






-Gracias a ustedes por ser mis alumnos-murmuró lo suficientemente alto para que los niños que esperaban a Fernando escucharan también. El niño sonrió antes de salir del salón.







El omega suspiró viendo las flores sobre su escritorio, en cuanto llegara a casa las pondría en agua. Tomó sus cosas y salió del salón, tenía ese pequeño recreo para tomar, al menos, un café. Pero en cuanto iba a la sala de profesores, se topó con Emilio en el pasillo. Su mente al instante recordando a Joaquín y lo mal que el pequeño la estaba pasando.






No lo pensó mucho al tomarlo del brazo, aprovechando que apenas y había personas ahí.




-Alejandro, ¿cómo estás?-preguntó amablemente el alfa, una suave sonrisa en su rostro.





-Yo...quería hablar contigo, Emilio.-Emilio borró su sonrisa ante la seria voz de su amigo. Cuando no lo
llamaba de ninguna forma cariñosa era porque el asunto verdaderamente era importante.





-Claro, Alejandro, dime qué pasa.





-Yo...sé que me dijiste que no querías que habláramos de él pero... Joaquín de verdad está...





-No-interrumpió bruscamente el alfa-te dije que no me hablaras de él, sabes que no me interesa.




El omega lo conocía y sabía que a pesar de todo, aun así Emilio estaba preocupado por Joaquín aunque su terquedad y su roto corazón no quisieran reconocerlo.




-Emilio sé que el asunto fue algo serio, pero de verdad, él no está bien...te necesi.





-No lo digas-volvió a interrumpirlo, levantando una mano-te dije que no quiero saber nada de él, así que abstente de nombrarlo siquiera.





-Emilio, pero él.





-¡Te dije que basta, Alejandro!-exclamó con voz grave asustando al omega





Y sin más siguió su camino dejando al menor ahí en el pasillo, viéndolo irse con una mirada triste y frustrada. Pronto se sobresaltó al sentir que alguien lo tomaba del brazo. Volteó asustado dándose cuenta que era alguien conocido y que estuvo tan ensimismado que ni siquiera había notado el olor de su alfa acercarse.





-Andrés, me asustaste-murmuró con una mano en el pecho.





-Lo siento. Deja a Emilio, no te va a escuchar aunque quieras.-suspiró sacando su mano del hombro de su omega-Ya lo intenté, pero se niega a escuchar a cualquier persona. Créeme que hasta Niko ha intentado hablar con él, incluso tengo entendido que Niurka y Cindy  lo intentaron, pero Jin no quiere escucharlos. Hay que dejarlo.




Feel Me.Where stories live. Discover now