01. SONIDOS. ✔

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"La vida es muy rápida; hace que la gente pase del cielo al infierno en cuestión de segundos"

-- Paulo Cohelo.

El sol deslumbraba en el cielo celeste

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El sol deslumbraba en el cielo celeste. La fresca brisa se calaba entre los árboles florecidos del bosque. Y las aves hacían debut de su melodioso canto, dándole la bienvenida a la primavera. Y entre los árboles del lugar, se escuchaba el eco de una bella voz tararear una dulce canción.

Una joven, de cabello lacio y oscuro cual noche, de ojos negros y mirada pura y cristalina, repleta de inocencia, de piel blanca cual porcelana que resaltaba ante el color celeste de su vestido, sus pómulos levemente sonrojados, y sus rosados labios enmarcaban una bella sonrisa. Todo en ella irradiaba alegría. Siendo aún, una niña.

Junto a ella, yacía olvidado un libro de historias, y en su regazo, descansaba un joven roedor mientras era acariciado por las delicadas manos de la pelinegra.

— ¿Cómo has estado conejito?

El pequeño animal pareció entender lo que la joven decia, pues sus ojos rojos observaron a los de ella, la chica rió y luego suspiró, para continuar con su canción mientras imaginaba —como siempre desde que era una pequeña niña— al hombre de sus sueños.

— Sabes una cosa conejito, espero que el día en que conozca a mi Príncipe llegue pronto. Nos casemos, vivamos juntos, tengamos muchos hijos, y que seamos tan felices como lo son mis padres...

La pelinegra continuó contándole sus sueños e ilusiones al pequeño roedor qué, lo único que hacía, era olfatear todo a su alrededor. Hasta que una voz se escuchó a lo lejos.

MILK

Asustado por aquel llamado, el roedor salió corriendo hasta internarse entre los arbustos.

¿¡¡Milk, donde estas!!?

La pelinegra se puso de pie, tomo su libro, y salió a paso rápido de entre los árboles hasta llegar a una cabaña que se encontraba cerca de un pequeño lago en medio del bosque.

— ¿Qué sucede madre?

— Hija, sabes que no te puedes adentrar mucho al bosque, es peligroso.
Habló la mujer madura desde el umbral de la entrada a la cabaña, vestía con una yukata y el cabello recogido en un moño, sus rasgos eran iguales a los de la joven. La mujer a pesar de su edad, aún conservaba su belleza.

— Si lo sé madre, pero no estaba tan lejos. —comento mientras le obsequiaba una dulce sonrisa a su madre, abrazando al libro contra su pecho.

— Está bien, solo ten mucho cuidado para la próxima. Ahora entra, ya es hora de comer.

— ¿Yamsha y mi padre aún no vuelven?

— No mi amor, fueron hasta la Capital del Oeste para vender lo de la cosecha, no volverán hasta la tarde.

Ambas mujeres consumieron sus alimentos con tranquilidad y silencio. Luego de realizar algunos de sus deberes caseros y haber reposado la comida, la pelinegra tomó un cesto hecho de mimbre y regresó al bosque una vez más.

— Madre iré a recoger manzanas, ¡¡ahora vuelvo!!

— Bien hija, cuídate, y no vallas a ir tan lejos, es peligroso.

— ¡¡Si madre!!

La pelinegra se internó en el bosque hasta llegar a un frondoso árbol de Manzano. Luego de unos minutos, la joven paró de tararear y detuvo su labor.

Los vellos de su piel se erizaron, y una extraña sensación la estremeció al escuchar un extraño sonido, como si hubiese sido una especie de impacto, se produjo lejano a aquel lugar, seguido de un fuerte viento que azotó el bosque.

Fue extraño.

— ¿Qué habrá sido eso?

¡¡Milk, hija!! ¡Ven ya! ¡¡Tu padre y hermano han vuelto!!

Milk tomó su cesto ya repleto de manzanas y emprendió camino a su casa, aún con la curiosidad de saber, qué produjo aquel sonido.







Editado ✔✔

He reducido los errores al mínimo, y la única diferencia con el original es la mención de un libro (que no es nada relevante, solo un detalle). Disfrutenlo.

Dolor ©  ~Gochi~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora