"La vida es muy rápida; hace que la gente pase del cielo al infierno en cuestión de segundos"
-- Paulo Cohelo.
El sol deslumbraba en el cielo celeste. La fresca brisa se calaba entre los árboles florecidos del bosque. Y las aves hacían debut de su melodioso canto, dándole la bienvenida a la primavera. Y entre los árboles del lugar, se escuchaba el eco de una bella voz tararear una dulce canción.
Una joven, de cabello lacio y oscuro cual noche, de ojos negros y mirada pura y cristalina, repleta de inocencia, de piel blanca cual porcelana que resaltaba ante el color celeste de su vestido, sus pómulos levemente sonrojados, y sus rosados labios enmarcaban una bella sonrisa. Todo en ella irradiaba alegría. Siendo aún, una niña.
Junto a ella, yacía olvidado un libro de historias, y en su regazo, descansaba un joven roedor mientras era acariciado por las delicadas manos de la pelinegra.
— ¿Cómo has estado conejito?
El pequeño animal pareció entender lo que la joven decia, pues sus ojos rojos observaron a los de ella, la chica rió y luego suspiró, para continuar con su canción mientras imaginaba —como siempre desde que era una pequeña niña— al hombre de sus sueños.
— Sabes una cosa conejito, espero que el día en que conozca a mi Príncipe llegue pronto. Nos casemos, vivamos juntos, tengamos muchos hijos, y que seamos tan felices como lo son mis padres...
La pelinegra continuó contándole sus sueños e ilusiones al pequeño roedor qué, lo único que hacía, era olfatear todo a su alrededor. Hasta que una voz se escuchó a lo lejos.
MILK
Asustado por aquel llamado, el roedor salió corriendo hasta internarse entre los arbustos.
¿¡¡Milk, donde estas!!?
La pelinegra se puso de pie, tomo su libro, y salió a paso rápido de entre los árboles hasta llegar a una cabaña que se encontraba cerca de un pequeño lago en medio del bosque.
— ¿Qué sucede madre?
— Hija, sabes que no te puedes adentrar mucho al bosque, es peligroso.
Habló la mujer madura desde el umbral de la entrada a la cabaña, vestía con una yukata y el cabello recogido en un moño, sus rasgos eran iguales a los de la joven. La mujer a pesar de su edad, aún conservaba su belleza.— Si lo sé madre, pero no estaba tan lejos. —comento mientras le obsequiaba una dulce sonrisa a su madre, abrazando al libro contra su pecho.
— Está bien, solo ten mucho cuidado para la próxima. Ahora entra, ya es hora de comer.
— ¿Yamsha y mi padre aún no vuelven?
— No mi amor, fueron hasta la Capital del Oeste para vender lo de la cosecha, no volverán hasta la tarde.
Ambas mujeres consumieron sus alimentos con tranquilidad y silencio. Luego de realizar algunos de sus deberes caseros y haber reposado la comida, la pelinegra tomó un cesto hecho de mimbre y regresó al bosque una vez más.
— Madre iré a recoger manzanas, ¡¡ahora vuelvo!!
— Bien hija, cuídate, y no vallas a ir tan lejos, es peligroso.
— ¡¡Si madre!!
La pelinegra se internó en el bosque hasta llegar a un frondoso árbol de Manzano. Luego de unos minutos, la joven paró de tararear y detuvo su labor.
Los vellos de su piel se erizaron, y una extraña sensación la estremeció al escuchar un extraño sonido, como si hubiese sido una especie de impacto, se produjo lejano a aquel lugar, seguido de un fuerte viento que azotó el bosque.
Fue extraño.
— ¿Qué habrá sido eso?
¡¡Milk, hija!! ¡Ven ya! ¡¡Tu padre y hermano han vuelto!!
Milk tomó su cesto ya repleto de manzanas y emprendió camino a su casa, aún con la curiosidad de saber, qué produjo aquel sonido.
Editado ✔✔
He reducido los errores al mínimo, y la única diferencia con el original es la mención de un libro (que no es nada relevante, solo un detalle). Disfrutenlo.
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Dolor © ~Gochi~
RandomDolor. Era lo único que sentía desde aquel fatídico día en que un demonio de otro mundo le había arrebatado lo que más amaba en la vida. Porque eso era él para ella. Un demonio. Lo odiaba. Lo odiaba por arrebatarle a su familia. Lo odiaba por arreba...