Capítulo I

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Lyanna disfrutaba el sol por primera vez en años. La sensación cálida, que en otro tiempo la hubiera hecho suspirar, ahora solo la relajaba ligeramente. Cada vez estaba más al sur y a pesar de que el clima era más cálido, se notaba que el invierno ya había empezado.

Como siempre, se encontraba pensando en Bran. Hace una luna y media que no lo veía. Lyanna recordó la semana en la que habían sido acogidos por la Guardia de la Noche. Eddison Tollet, o Edd como les había pedido que lo llamaran, era el nuevo Lord Comandante de los hermanos juramentados pues después del deceso de Jon Snow el puesto quedó vacante.

Al principio nadie había creído que el trio de personas que había llegado al muro de la nada se trataba de Brandon Stark, hijo de Eddard, ni de Meera Reed, hija de Howland, o de Lyanna Lannister, esposa de Jaime Lannister, pero con el tiempo lo aceptaron.

- Te vi en el Puño de los Primeros Hombres y Hardhome – explico Bran con la voz plana que había adquirido desde su transformación –. Él viene. Debemos estar listos para cuando llegue.

No necesitó decir a quien se refería. Todos aquellos hombres habían visto o luchado contra un espectro, así que los recibieron, los alimentaron y les dieron un par de habitaciones donde pudieron dormir en una cama por primera vez en años.

- Esta fue la habitación de Jon – le confió a Lyanna otro hermano juramentado, Pypar. Pyp –. Cuando era el mayordomo del Lord Comandante Mormont.

- Ya lo veo – respondió Lyanna secándose el cabello mientras las imágenes de un joven Jon con Fantasma cruzaban por su mente. Como si hubiera estado presente en aquel momento.

- Él nos habló de ti. No dijo que tú y él... – pareció dudar un momento.

- Es extraño – respondió Lyanna –. Hasta hace unos días te hubiera asegurado que lo nunca dejare de amarlo.

Pyp parecía curioso al verla.

- ¿Eres como él? – Pyp parecía una buena persona. Lyanna sabía que él era buena persona –. ¿Cómo Brandon? Me refiero a lo... raro que es.

- Supongo que si – se encogió de hombros –. Es como si estuviéramos en... como si estuviéramos detrás de un vidrio. Como... si Lyanna Lannister o Dayne estuviera enterrada dentro y...

- ¿Te hablara?

- Gritara más bien. Como si me exigiera que fuera con mis hijos – su voz sonaba calmada y neutra –. Exige venganza, que huya, tome a mis hijos y cruce el mar. No... le sentó bien todo por lo que pasó mientras huíamos de ellos, de los espectros. Pero hice un juramento. Debo servir a Brandon. Debo ser sus brazos y piernas cuando llegue el momento.

No hizo más preguntas, pero parecía ansioso por continuar con la conversación.

- Jon nunca dejo de amarte.

- Pero lo hará.

Después de aquello, nadie hablo con ella. Solo sonrisas educadas y asentimientos adecuados. Lyanna, cuyo cabello le llegaba al principio de los hombros y tenía pequeñas cicatrices en todo el rostro, se veía muchísimo mayor a comparación de sus escasos 24 años.

Cuando llego el carro en el que trasladarían a Bran, y estaban a punto de partir a Invernalia, Meera se acercó a Lyanna con cautela.

- Quiere hablar contigo – le dijo señalando a Bran –. Al menos eso creo.

El chico miraba a su alrededor sin ver nada realmente. Jugaba nervioso con sus manos.

- Tu iras a Puerto Blanco. Tomaras un barco a Rocadragón. Para cuando llegues ahí, Jon ya llevara un tiempo con la Reina de Dragones. Dirás que te envío yo, que te ordene jurar tu espada y tu vida a su causa.

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