INTERNADA CON MI NUEVA OBSESIÓN

8.3K 138 2
                                    


Mi mente estaba muy atormentada no podía volver a mi vida tal cual como la había dejado. Todo y todos habían cambiado.

Nuevamente buscaba en mi psicóloga ayuda. La intervención del psiquiatra fue en vano. Pero ella anteriormente pudo inhibir mis obsesiones.

— Necesito tu ayuda, el vacío me está matando por dentro—intentaba buscar una respuesta para mi enfermedad. Una terapia que vuelva mi vida a la normalidad.

— Lo único que creo que podrá ayudarle es una internación. La verdad no sé cómo ayudarte de otra forma. Siempre has intentado reprimir tus sentimientos y llenarlos con sexo. Pero solo te haces daño Mariana. Necesito que puedas lograr definir por qué quieres lastimarte — Por primera vez, una intervención que me llevaría a resolver mis problemas o por lo menos entender lo que me pasaba.

Me presenté en la clínica para una internación voluntaria. En mi habitación había una joven destrozada por la pérdida de su futuro esposo. Una mujer muy atormentada por sus infidelidades.

El primer día, solo intercambiamos palabra de saludos cordiales. Se aislaba de todo. Sus pesadillas me despertaban. En nada me ayudaría estar en una habitación con una pobre mujer afligida.

Mis noches eran una y otra vez soñar con el hombre tatuado y su sexo. Traté de definir sus tatuajes pero eran muy borrosos.

En las sesiones individuales hablaba de mi vida, mis parejas, mis amantes ¿qué pérdida de tiempo? Lo que relataba eran encuentros sexuales. Excitaba a mi terapeuta con cada relato. Sabía que en algún momento tendría la oportunidad de experimentar con él lo que retrataba.

En la primera semana ya estaba aburrida. Decidí que debía hablar con mi compañera.

— La verdad no creo que me ayude este lugar — comenté al aire. Esperaba que ella me hablara.

— Debes darle más crédito a los profesionales que intentan hacer su trabajo lo mejor posible— por fin me hablaba y no era un saludo seco y escueto.

—Soy Mariana y soy ninfómana- Me presenté. Tal cual como lo hacíamos en el grupo de apoyo.

— Soy Paula y maté a mi novio — yo quedé helada. Estaba conviviendo con una asesina.

— ¿Quieres hablar de eso? — le dije, su historia me intrigaba.

— No, prefiero no hablar de lo ocurrido.

— No, ahora deberás contarme ¿Por qué dices que has matado a tu novio?—era una sexi asesina, su mirada me cautivaba. Por Dios, me estoy excitando con mi compañera. Que me pasa con esta chica. Su personalidad sombría me intriga. Mejor dicho me enloquece.

— El día que murió. Le confesé que tuve una historia con mi ex. Él se dirigía a verme cuando sufrió el accidente — notaba su tristeza pero no habían lágrimas en sus ojos a pesar de que sentía su dolor.

— Pero tú no lo mataste. Fue un accidente, no eres la culpable de nada ¿Por qué estás aquí?

— Porque estoy totalmente vacía por dentro. La culpa me está consumiendo. No entiendo por qué no pude amarlo como él a mí.

— Eso te lo puedo responder. Uno no ama a quien quiere, solo al que el corazón elige.

— Eres poeta o algo así – se ríe. Por fin esa mueca de tristeza cambia por una bella sonrisa. Me pierdo en sus labios sexis. No, no y no. Ya no distingo género todo me enloquece.

— No para nada. Pero mi corazón no ama, no siente, solo mi mente y sufro de obsesiones que llevan a lastimarme.

—¿Y por qué crees que es así?— se sienta sobre las sabanas tomando sus rodillas llevándolas a su pecho.

— No sé, algo me pasó de pequeña, pero no lo recuerdo. Es lo que me han dicho.

— Evidentemente sabes que te está pasando, solo falta que tú misma lo definas o mejor dicho lo recuerdes.

— Si pero mi niñez fue hermosa hasta que mis padres fallecieron. Luego estuve en un hogar. Hasta que mi tía volvió de Francia a buscarme.

—Tal vez en el hogar de niños — toma su mano derecha y corre su cabello de la cara.

— No, por suerte tuve muchos amigos y me querían. Cuando me fui a Francia, mi tía no existió para mí, pero no era tan importante. Y tú.

—Yo qué – estira sus piernas tapándolas con una frazada.

— Cuéntame un poco de ti — estoy intrigada, necesito saber de ella.

- Nada, una infancia horrible. Años de maltrato. Un padre alcohólico. No conozco a mi madre. En mi adolescencia conocí a un hombre que me cuido hasta su muerte y me dio amor de padre — sus ojos se iluminan cuando habla de ese hombre. No le creo. Hay amor de verdad.

— ¿Amor de padre, nunca hubo algo más?— necesito saber más de mi nueva amiga.

— No. Después conocí a un maldito que me usó y me humilló. Con el cual engañé a un hombre bueno y generoso que me brindo su amor — nuevamente se tiñe de luto su mirada. Su dolor estaba incinerando su existencia.

— Creo que debes dejar de buscar escusas para castigarte sola. Tú no hiciste que muriera. Sigue con tu vida — aquello que le comentaba era como que me lo decía a mí.

Esa noche soñé con mis padres y la noche de su muerte. Por fin recuerdo lo ocurrido.

Escuché unos gritos y me levanté de la cama. Observé que Paula no estaba acostada. Salí de la habitación en busca de mi acompañante de cuarto.

Recorrí cada habitación pero no la encontré. Todos dormían. Se me ocurrió ir al sector donde descansaban los médicos. Una puerta estaba abierta. Debía indagar quien estaba en ella. Cuando entré observé a mi bella amiga disfrutando de mi terapeuta.

Maldita, era mío. Esa tristeza en su interior hacia sus movimientos más excitantes. Subida a mi joven doctor, cabalgaba a la lujuria. Tocaba su cuerpo perfecto. Eso senos que se movían y sacudían ante cada embestida. Gozando. De repente, se dio vuelta y me vio observándolos, espiándolos como una voyerista. Sus ojos se clavaron en mí. Dice

— Quieres participar — por un instante recuerdo aquellas noches de lujuria compartidas con mis amigos. Y pienso esta es mi oportunidad de adueñarme de su cuerpo. ¿Qué me pasa? Me estoy obsesionando con ella. Pero es una mujer. Acaso soy bisexual o solo lesbiana.

Mi terapeuta también mira a la espera de mi respuesta. Estoy helada, inmóvil en la puerta. Mis pies están pegados al suelo. Alguien sujeta mi cintura y se acerca a mi oído susurrando.

— Si tú participas, yo también — Su brazo tatuado me sostiene.

Me despierto sobresaltada. Totalmente mojada, sudorosa. Paula duerme en su cama.

Esto no me está ayudando. Mi compañera me excita, el hombre tatuado no está aquí y yo aún no recupero mi vida. 

REGÁLAME UNA NOCHEWhere stories live. Discover now