UNA REVELACIÓN PERVERSA

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A veces uno busca ayuda en el lugar menos indicado. Estaba internada a la espera de la gran terapia que arrancaría mi ninfomanía y mis obsesiones de mi cuerpo. Pero como podría hacerlo. Ellas me acompañaron tantos años en mi vida. Y no estaba tan disconforme de lo que lograron convertirla.

Hablaba todos los días con mi amiga, que si bien, el lugar me parecía totalmente inútil para mi afección, las personas internadas me mostraban que no era tan malo lo que me pasaba.

Lo primero fue relatarle mi sueño a mi sexi compañera. Debía disminuir la tensión sexual que sentía por ella y se me ocurrió que si se lo comentaba dejaría de obsesionarme con su cuerpo. Además, nunca me gustaron las mujeres por que empezaría ahora.

— en serio que me soñaste teniendo sexo con tu terapeuta— su risa ilumino su rostro. Descreía de mi sueño. Pero era tan vívido que no podía sacarlo de mi mente.

—Si, pero te juro que no yo lesbiana. Hay algo en ti que me atrae y no sé qué es —por fin me sinceraba con ella. — Tal vez necesitas siempre una atracción en tu vida. Por eso has concentrado en mí.

— Si, puede ser. Pero no quiero que me pase. Creo que podríamos ser grandes amigas.

— Yo también lo creo Mariana. Aquí hay mucha gente interesante y con historias muy ricas. Si te concentras en ello, dejaras de pensar en lo que te perturba.

— Interesantes dices, creo que todos estamos locos nada mas— sonreí esperando que ella diera su aprobación a mi sarcasmo.

—Sí, aparte —se ríe — pero necesitas intentar recuperarte, eso solo lo lograras si dejas que te ayuden.

— No estoy segura que este lugar me ayudará —me estaba sincerando con ella.

— ¿Por qué no te dejas ayudar?— su pregunta se clavó en mi pecho. En realidad eso era lo que pasaba.

Quería que me ayuden o necesitaba de mis obsesiones para llenar mi vida. Para justificar mis actos. Creo que también sentía repulsión por mi vida.

— No sé, quiero pero no puedo.

— Quieres contarme un poco de tu vida — esta vez ella quería escuchar mi historia.

— Qué quieres que te cuente — me reí

—Lo que te pasa en realidad. Ya te he comentado lo que me paso y por qué estoy acá. Pero tú solo te defines como ninfómana. No creo que seas solo eso — me estaba desafiando para que profundizara en mi enfermedad.

— Es simple solo pienso en sexo. Conocí a un hombre en un lugar donde concurría para obtener sexo y me esta obsesionando.

—No espera, ibas a un lugar para tener sexo y conociste a alguien. No sabía que había un lugar así. Quien es — su cara mostraba desconcierto. No era aversión por lo que le contaba, solo desconocimiento.

— No sé, ni le conozco la cara, su nombre, solo he visto su cuerpo, su sexo es lo que me obsesiona. Algo de él es familiar como que alguna vez lo he experimentado fuera de este lugar. Eso es lo que quiero.

—Quieres decir que te recuerda a alguien. A quien—esa era la gran pregunta.

— No sé. Siento que lo conozco pero puedo identificarlo. Cuando logre hacerlo sacaré de mi vida esta maldita obsesión.

— No creo que sea una obsesión solamente. La persona que recuerdas con él es la clave. Solo tienes que unir en tu mente en realidad con quien crees que tienes relaciones. A quien le haces el amor cuando estas con él — me estaba analizando, no me juzgaba, intentaba ayudarme.

— Jajaja, No es amor Paula. Yo no amo a nadie — su expresión me causó mucha gracia. Todos relacionan el sexo con amor y no es así. Para mi es solo sexo nada más.

— Eso es lo que crees, tu forma de amar es esa Mariana, solo tienes que darle forma a tu vida nada mas —creo que había dado en el blanco. Lo que tenía que lograr es volver a darle forma a mi existencia.

—Creo que podrías ser una gran médica Paula, sabes escuchar- exclamé alagándola.

— Lo soy Mariana, en realidad algún día lo fui y sé que lo volveré a ser cuando todo esto acabe— su mirada se nublo, la tristeza se adueñó de su rostro.

Esa noche soñé con mi hombre tatuado. Entre besos y caricias nos desvestiamos en la habitacion de mi casa en Necochea. Su cara aún seguia cubierta. Su cuerpo tatuado era un deleite para mis ojos. Su boca se une con la mia para envolvernos en un beso apasionado. Mi cuerpo se va impregnando de su perfume dolce & gabbana. Aquel que en algun momento usó uno de mis amigos. Como el que usaba mi caballero la noche que me salvó de las garras de Andres. Mis manos se alojaron en su espalda bajando muy lentamente por ella hasta llegar a sus hermosos y duros gluteos. Los apreté con fuerza mientras de su boca sale un gemido de placer. Su cuerpo ahora es todo mío. Su torso desnudo me enloquece. Mi lengua llena de finas caricias su pecho. Necesito seguir bajando, para encontrarme con su sexo, lo devoro con mi boca. Tomó mi cabeza, mi pelo muy suavemente exigiendo las caricias de mi boca sobre su miembro. Sus jadeos son insesantes. Ese hermoso sonido que sale desde sus entrañas exige mayor tortura. Me sostiene con fuerza para que no me detenga. Sus movimientos hacen que su miembro se introduzca violentamente en mi garganta. Me dan nauseas, y emito un ruido, una arcada. Ya no lo estoy disfrutando. Levanta mi cabeza tomandome del pelo y me besa intoduciendo su larga lengua que toca mis dientes y golpea mi garganta. Muerde mi labio, lastimandolo. Es muy agresivo. En mi interior siento miedo y tiemblo. Se rie diciendome — Puta , maldita puta de mierda.

Lo golpeo y su mascara se cae al suelo. Por fin lo veo. Horrorizada quiero salir pero aún me sujeta del cabello. Es Andres. El maldito de Andres que me tortura. No puedo estar obsesionada en él.

Me levantó por los aires desde mis gluteos que aprieta con fuerza. Yo solo grito pero nadie me escucha. Se interna en mis pechos masajeandolos, besandolos, mordisqueandolos. Su cuerpo se mueve encima de mí. Saca mi ropa interior, arrancandola. Estoy nuevamente indefensa. Mis lagrimas caen. Intento luchar pero estoy muy cansada. Mis brazos parecen dos rocas que no puedo levantar, mis piernas estan pegadas a la cama. Se lo que sigue y no quiero que suceda. Miro a un lado y veo a mi amiga que esta dormida. Trato de despertarla con mis gritos pero no puedo emitir sonidos, he quedado totalmente afonica. Su organo masculino arremete de forma brusca, con la primera embestida ingresa a mí. Su cuerpo se vuelve loco. Se mueve rapidamente, en forma frenética. Muy violento. En una arremetida siento el temblor en su cuerpo. Y cae rendido encima de mí. Estoy sola, nuevamente me ha lastimado.

No puedo extrañar su violencia. ¿Acaso mi hombre tatuado me lo recuerda? ¿que clase de perversión me persigue?

Me despierto con una sensacion de desesperanza, necesito salir de aqui. Ahora sé lo que me pasa y me horroriza, me perturba. El hombre tatuado me recuerda a Andres. No puede ser, debo sacarlo de mi vida lo antes posible.

Los dias pasan en estas cuatro paredes y mi obsesión es cada vez mas perversa. Comienzo a disfrutar de la violencia en el sexo. Los golpes en mis sueños son repetitivos. Reiterativos. En que me he convertido. Solo quedan vestigios de mi alma poderosa y abasallante que alguna vez tuve.

En mi desesperacion intento lograr pequeñas bocanadas de alegria pero es inutil.

Estoy en la ciudad que sigue su movimiento agil, violento, desvergonzado . aquel que me hacia brillar en las noches y ahora me encandila.

El azar me está jugando una mala pasada. Si pudiera cambiar lo que llevo dentro pero sé que no puedo. El sexo ha despertado en mí un infierno de depravación.

REGÁLAME UNA NOCHEWhere stories live. Discover now