Capítulo 17

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- Entonces podrías intentar contraatacar con esto- dijo Al marcando el artículo, sin darse cuenta de que la abogada tenía su cabeza en otro lado- ¿Leo?- preguntó subiendo a la vista y encontrándose a su compañera de trabajo mirando a la nada con una suave sonrisa. Estaba en su mundo- Leo- la volvió a llamar, esta vez, si consiguiendo la atención de la pequeña.

- ¿Qué?- preguntó dando un pequeño saltito en el sitio y abandonando sus locas imaginaciones y los recuerdos del día anterior.

- ¿Se puede saber que estas pensando? Dios, Leo, que te estas jugando tu empleo y tu te la pasas suspirando en cada rincón de la habitación- las mejillas de la abogada se enrojecieron de inmediato haciendo que su mente volviera a pensar el porqué de su despiste, y sin poder evitarlo volvió a suspirar, recordando el cálido tacto de los labios de Sara sobre los suyos.

¿Es que acaso no iba a poder olvidarse nunca de aquel beso?

- Lo siento, tienes razón. Trabajo- dijo Leo en un intento de volver a la realidad. Tomó un montón de papeles que tenía a su lado y empezó a leerlos. Su compañero tenía razón, no podía permitirse ir suspirando cada dos segundos por aquel beso y más aún cuando Sara seguramente no era ni consciente de lo que estaba haciendo y tampoco se acordaría de nada.

Eso era. Tenía que olvidarse de algo que no tenía sentido recordar y el hacerlo, solo le dañaría más.

- Te lo voy a volver a explicar. Escucha esta vez- Leo asintió acomodándose en la silla, ahora su prioridad era mantener su trabajo, luego ya tendría tiempo para el romance.

*****

-Buenos días- saludó Daniel entrando a la habitación de su hermana, que llegó ayer de noche acompañada de sus amigos mientras gritaba que la había cagado y que ahora no podría mirarla a la cara. Por suerte consiguieron que se tomara un tranquilizante y en menos de diez minutos se había quedado sopa.

- ¿Qué hora es?- susurró Sara removiéndose en la cama- Que jodido dolor de cabeza ¿Cómo he terminado aquí?- su voz sonaba ronca.

- Te trajeron tus amigos. Por lo visto les diste una noche divertida- la fotógrafa cerró los ojos intentando recordar algo sobre ayer. Bebida, eso era lo ultimo que recordaba con claridad. Ella pidiendo otros tres chupitos, de lo que fuera que le diera ayer por tomar.

- No me acuerdo de nada. Que mierda ¿Y Lucas?- volvió a preguntar nada más se acordó de su sobrino, era raro que todavía no estuviera en su habitación para despertarla junto a su padre.

- Es lunes. Ya está en el colegio, lo he llevado yo- informó Daniel sentándose en la cama. Sara era la que siempre llevaba a Lucas a clase, el pequeño decía que así podía presumir de tener la mejor tía del mundo- Me tienes que explicar que pasó ayer. Viniste gritando que la habías cagado- la ojiazul miró confusa a su gemelo ¿Qué demonios había sucedido ayer?

- Yo- no dijo nada más. Se acordó de que Leo también estaba allí e inmediatamente pensó en lo peor- Luego te lo digo- rápidamente tomó su teléfono y preguntó a uno de sus amigos que pasó ayer. Por suerte para la fotógrafa no tardó mucho en responderle. Nada más leyó el mensaje grito de frustración. La había cagado, ahora la abogada sabía que le gustaba.

Pero en verdad ese no era el único motivo por el que se sentía mal con ella misma, también lo hacía porque no tuvo el valor de besarla sin estar bajo los efectos del alcohol, se sentía mal por no recordar aquel beso.

- Tu desayuno- dijo Daniel volviendo a aparecer en la habitación y dejando una bandeja con un vaso de leche encima de la mesita.

- La he cagado, no voy a poder mirarla a la cara- el rubio quiso reír porque acababa de decir lo mismo que dijo anoche. Por lo visto ya sabía que barbaridad hizo ayer- La he besado. He besado a Leo Villar y lo peor de todo es que no me acuerdo.

- ¿Y qué hay de malo con eso? ¿No te gustaba?- por lo visto Daniel se había levantado con ganas de molestar a su melliza.

- Cállate. Porque siempre la cagas Sara García- se reprendió a si misma provocando que el rubio riera al ver la escena. Le causaba gracia ver cómo Sara se esforzaba por no admitir sus obvios sentimientos por la abogada.

- Habla con ella y dile que fue un error. Aunque podrías utilizar esto para acercarte mas a ella y finalmente intentar algo.

- No, no voy a volver a hablar con ella. Nunca- aseguró Sara aún con los brazos cubriendo su rostro.

*****

- Tu café- Al dejo el vaso encima del escritorio de su compañera, quien solo murmuró un vago gracias, sin levantar la vista de su ordenador- Ya se que te dije que te centraras en el trabajo, pero no me pensaba que te lo ibas a tomar tan en serio- Leo hizo odios sordos y continuó tecleando- Ya sabes, podrías irte a tu casa, tomar una ducha y salir con tus amigas- Al observó unos segundos más a su amiga, para ver si hacía alguna mención de querer abandonar aquella habitación donde se había pasado prácticamente encerrada la última semana, pero nada, ni siquiera levanto la vista.

Lentamente el abogado se marchó de la habitación observando por última vez a su compañera antes de cerrar la puerta.

Leo suspiró, le dolían los ojos de pasar tantas horas seguidas mirando el ordenador, pero no podía hacer otra cosa. Tenía que ganar si no quería perder su empleo y aquel blanqueo de dinero parecía estar hecho adrede para fallar, para ser imposible de no ver. Su cliente era un hombre muy estúpido por lo visto. Escuchó un teléfono sonar así que sin pensarlo mucho lo atendió, estaba esperando una llamada del museo.

- Abogada Villar al habla- dijo nada más descolgó la llamada.

- ¿Leo?- la morena se quedó paralizada unos segundos. Alejó el teléfono de su rostro y lo miró. El móvil que había escuchado era el personal y no el de trabajo.

- Si, hola, Sara- respondió algo nerviosa. Un silencio algo incómodo se apoderó de la conversación. Leo no sabía que decir, pues había estado una larga semana sin saber nada de la fotógrafa y a aquellas alturas no se esperaba recibir una llamada suya.

- Te llamaba para ver si quieres ir a tomar algo- habló Sara, intentando que su voz no delatara el nerviosismo que tenía al hablar con la más mayor.

- Si, claro. Hace tiempo que no veo al pequeño Lucas- respondió algo ignorante la abogada, pensándose que como las otras veces que habían quedado, era porque el pequeño quería verla.

- En verdad Lucas hoy no viene- Leo sintió que le faltaba el aire por unos segundos después de oír aquellas palabras ¿Sara la había llamado para quedar ellas dos? Eso debería ser algún tipo de sueño- ¿Entonces aceptas?

- Si, si, claro que voy- aseguró Leo levantándose de la mesa- ¿Ahora? ¿A qué hora?

- ¿Qué te parece en veinte minutos en la cafetería del parque?

- Perfecto, nos vemos- Leo se mordió el labio evitando gritar de la felicidad. Había dado ya por perdida su amistad con la ojiazul después de aquel beso y toda una semana sin saber nada de ella, pero por lo visto se equivocaba. Y sin más salió de la oficina, ya continuaría trabajando mañana.

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Ya he vuelto. Voy a empezar a escribir el siguiente capítulo para tenerlo la semana que viene.

Espero que les haya gustado.

Destino, te odioWhere stories live. Discover now