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Me remuevo en las sábanas buscando a Evan pero la cama esta vacía.

Gruño porque odio que se levante sin despertarme. El beso de buenos días es mi favorito.

Me siento en la cama al oír el agua de la ducha correr y tapo mi cuerpo semidesnudo con la sabana, todavía tengo el estómago algo raro y el frío hace que se me ponga la piel de gallina.

La puerta del baño se abre y el vapor entra la habitación y la vista hace que el calor de mi cuerpo aumente y la boca se me abra y empiece a babear al ver a mi hombre salir solo con la toalla en las caderas y todo su pecho desnudo y lleno de gotas de agua que caen de su pelo resbalando por su bronceado, musculoso y perfecto abdomen.

—Eso sin son los mejores buenos días —murmuro relamiendome los labios, Evan me guiña el ojo porque me ha oído y se acerca al armario para sacar ropa de la pequeña maleta—. No necesitas vestirte.

Aparto la sábana y gateo de forma sexy por la cama hacia el. Me pongo de rodillas, sus ojos escanean mi cuerpo que solo esta cubierto por unas bragas rosas. Se detiene segundos a escanear mi pecho desnudo y luego baja por mi abdomen hacia mis piernas.

—A ti también te sobra la ropa.

Se acerca hasta mi rodeándome con sus brazos dándome un suave y delicioso beso de por la mañana.

—Hay que bajar a desayunar Angel —susurra contra mis labios.

—Mi desayuno eres tu —digo mordisqueando su labio inferior.

—Venga nena —me da un apretón en el culo y se aleja para coger la ropa.

Refunfuño pero mi hombro alza una ceja poniendo esa cara de que no le lleve la contraria o se enfadará.

Bajamos al restaurante del hotel cogidos de la mano y me siento genial la ver que nadie nos presta atención ni nos mira con mala cara.

En todos los libros y películas critican a todas las parejas que tienen grandes diferencias de edad, pero eso no debería ser así, a nadie debería importarle las relaciones ajenas por mucha edad de diferencia que haya.

Evan me hace sentarme en una mesa libre al fondo donde la ventana esta cubierta por una cortina translucida de color beige mientras el llena platos con el desayuno poniendo en nuestra mesa todo mi peso en comida.

Y después de veinte minutos apenas he dado un mordisco a las tostadas y solo he pinchado un trozo de manzana.

—Angel, come algo —me ordena con ese tono de enfado pero con dulzura y amabilidad.

—Sigo teniendo el estómago un poco revuelto.

—¿Has vuelto a vomitar? —niego con la cabeza—. Come solo un poquito mas.

Hago morritos porque no quiero pero mi novio pincha un trozo de fruta y lo acerca a mis labios y la forma tan atractiva en la que se inclina hacia mi para darme de comer me hace abrir la boca y coger la fruta entre mis dientes.

—Me gusta tu vestido —murmura fe forma sexy y mi cuerpo reacciona a su mirada—. Lo voy a echar de menos.

—¿A que te refieres? —pregunto extrañada frunciendo el ceño pero el no me responde solo me guiña el ojo.

Ya no queda nadie en la zona de restaurante salvo nosotros y algún empleado que pasa recogiendo los platos sucios.

Evan se inclina hacia atrás y palmea sus rodillas para que me siente encima y obedezco como perrito viendo comida, mi hombre es mi comida favorita.

—Que bien hueles —dice frotando su nariz contra mi brazo desnudo y me rodea con sus brazos por la cintura pegándome a el—. Y que bien sabes —ronronea lamiendo la piel de mi cuello.

Atracción fatal ✔️ (Atracción #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora