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Una noche larga.

Un escenario inusual.

Y una historia de superviviencia que narrar.

***

Hace frío en esta época del año, lo reconozco. Lo noto filtrándose por las aberturas de mi gabardina como una corriente de aire que busca congelarme hasta la muerte, pinchándome la piel con heladas agujas.

Es lo que obtengo como consecuencia de vestir escasas y finas prendas de ropa bajo mi abrigo, pero que resulta indispensable por culpa de mi disfraz. Incluyo, a su vez, el exceso de maquillaje en mi rostro y el uso de botines altos que resuenan en el concreto a cada paso que doy.

Agradezco que la nieve todavía no haga su volátil aparición, aunque las motas blanquecinas serían un precioso estrellado en esta oscura noche a través de las lúgubres calles por las que camino.

Mi destino se encuentra al otro lado de la desolada avenida y casi contengo las ganas de acelerar mis movimientos si no fuera porque el viento azota los desperdicios del suelo... provocando que una bolsa de plástico se enganche a mi tobillo.

Fantástico. Aunque la muy condenada no parece estar sucia y solo me ha dado un susto de muerte al creer que era una rata abrazándose a mi pierna. La sacudo con fuerza para desengancharla y en el proceso pateo una lata de refresco vacía que hace un ruido odiosamente fuerte.

Pretendo no llamar la atención, maldita sea... Y hacer un bailoteo estúpido a la vista de los porteros que custodian el antro al que voy no me ayuda ni un poquito para preservar mi dignidad.

—¿Problemas, muñeca? —se burla uno de los seguratas de la entrada cuando me escucha maldecir entre dientes por mi falta de delicadeza y mala suerte.

—Voy a morir congelada, así que déjame pasar —exijo, sabiendo que la confianza y la firmeza en mis palabras son esenciales para que me tomen en serio.

El hombre saca un cajetín de cigarrillos del bolsillo interno de su chaqueta mientras se hace a un lado para facilitarme el acceso al recinto. Yo, con todo el descaro que soy capaz de acumular, le robo uno de los cigarrillos y agito mi mano como despedida, sin esperar siquiera algún comentario por su parte conforme el otro corpulento vigilante empuja la pesada puerta con una mano.

Los malos olores en los locales nocturnos son una característica típica, pero esto no significa que el humo del tabaco, el aroma a madera antigua y las mezclas de los diferentes perfumes de los presentes sea desagradable en este momento. El ambiente cálido me abraza y resguarda del frío, el tintineo de los vasos y las copas es la música ideal de la velada, las conversaciones bajas y confidenciales se escuchan como tenues murmullos en comparación con el arrastrar de las patas de las sillas por el piso...

Y como otro sujeto más que se une a la fiesta, averiguo que mi entrada ha pasado completamente desapercibida.

Mis ojos recorren con discreción los rostros de los presentes, aunque muchos se encuentran oscurecidos por la falta de luminosidad de la habitación. Diría más bien que las luces tenues aportan cierto grado de intimidad, dándole un aspecto acogedor que no se merece al resaltar los acabados de la madera oscura en los muebles y el revestimiento de las paredes.

Una barra larga divide la sala en dos, separando a los clientes de los administradores del evento como si fuera el recibidor de un hotel. Detrás del mostrador, hay una hilera de casilleros donde la gente entrega sus pertenencias antes de dirigirse hacia el guardarropa y dejar sus abrigos, acostumbrados a seguir un procedimiento que estoy a punto de saltarme cuando un hombre alto me frena al interponer su bastón delante de mí.

TAINTED I: Corruption (+18) [BNHA A.U. Adulto] [Finalizada]Where stories live. Discover now