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Mi visión torna borrosa por un instante y siento la muñeca adormecida por el retroceso del arma, pero no puedo más que experimentar alivio cuando veo que Muscular retrocede un paso y pierde sus fuerzas. La mano que sostiene el arma blanca flaquea y se desliza entre sus gruesos dedos sin que haga el ademán de agarrarla antes de que la gravedad cumpla su función.

Porque, finalmente, el mortal cuchillo golpea el piso con un tintineo metálico sin que hiera a mi luchador favorito.

La expresión de Zero es de puro horror cuando se percata del arma blanca que Muscular ocultaba y que no iba a dudar en apuñalar su cuerpo. Su mandíbula continúa descolgada al contemplar la pistola que sostengo con firmeza, pero mi atención está íntegramente en el hombre que lanza alaridos e improperios hacia mí mientras sostiene su pierna para contener la hemorragia. Sus dedos, sus manos... la tela de su ropa queda manchada e impregnada con su sangre, dejando un rastro carmesí que baja de la pernera de su pantalón.

Muscular sigue gritando de dolor y ni Zero ni yo le detenemos cuando cojea hasta la puerta, ya que oímos para nuestra desgracia más voces y pasos provenir del corredor. Ese es el gran inconveniente de disparar un arma en un sitio cerrado y sin silenciador... que el reconocido eco se propaga por las paredes sin poder suprimirlo.

—¡Zero, retrocede! —le ordeno, pero él se aproxima a mí y me levanta del suelo de un firme tirón, arrastrándome al final del vestuario mientras yo disparo hacia los dos matones que se asoman a la puerta.

—¡Joder, le disparaste! —el luchador exclama y me mira consternado como si todavía no pudiera creerlo—. ¡¿Y si me hubieras dado a mí?!

—¡Ogh, cállate! ¡Sé usar un arma y te salvé de que te apuñalaran! —replico, molesta e indignada porque él no me cree capacitada—. ¡Ya me agradecerás en otro momento, princeso!

Me siento torpe con estos malditos tacones altos, disparando e intentando no resbalar con la humedad del piso mientras recobro el equilibrio y la audición. No tengo éxito en mi labor, ya que acabo estampando mi espalda contra la pared y sacando el aire fuera de mis pulmones en un jadeo dolorido.

Los disparos de vuelta se hacen presentes y agujerean el tabique donde me apoyaba hace unos segundos... y agradezco a Zero por apartarme del trayecto de las balas al atraerme hacia las columnas que nos sirven de protección. El clamor distante del eco hace que mi cuerpo se sacuda ligeramente, mis nervios se deshilachan ante el estado extremadamente estresante en el que me encuentro y un torrente de emociones recorre mis sentidos mientras el pánico intenta consumirme; temo ahogarme en el charco profundo de desesperación que se ha construido tras desmoronarse mi operación y el plan silencioso de escape.

Porque Zero y yo necesitamos urgentemente eso.

Escapar.

Un refugio seguro.

Eso es lo que estoy buscando tan desesperadamente.

Un lugar, un escondite, un maldito agujero donde ambos podamos reagruparnos con tranquilidad y respirar hondo. Sopesar las opciones disponibles, independientemente de cuán escasamente parezcan plausibles y justas.

Quizás mandar todo a la mierda, lanzarse a lo kamikaze y esperar a que llegue la caballería.

Un plan cojonudo para otra película de La Jungla de Cristal. Un guion fantástico donde me lío a balazos mientras grito "¡YIPPI KAI YEI, HIJO DE PUTA!" y rezo porque ninguna bala contraria impacte en mi cuerpecito. Aunque estoy segura de que el gilipollas de Bruce Willis no iría en tacones altos y con un conjuntito de infarto contra una ráfaga de disparos.

¡Qué se vaya al carajo, mierda! ¡Estoy por mearme encima de la tensión!

—¡Sigue disparando! —Zero grita a mi espalda y escucho un fuerte estruendo provocado por él—. ¡Intentaré bloquear la puerta!

TAINTED I: Corruption (+18) [BNHA A.U. Adulto] [Finalizada]Onde histórias criam vida. Descubra agora