Capítulo 27: Respirar, Nocivo

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Pensaba en sus ojos. En las tantas veces que le hablaron, que palpitaron al ritmo de su corazón, en aquella vez que se humedecieron y le miraron con temor, en aquel momento en el que confesar esa cruda realidad debió haber sido desgarrador para su alma, tanto cómo lo fue para él. Recordó las pestañas, el color avellana, el verde que en ocasiones se diluía ahí. Recordó también esos ojos que le sonrieron, que dudaron, que se arriesgaron. Y luego, intentó inmortalizar aquella mirada que la confesión de su amor trajo y justo ahí despertó. No pudo, no logró visualizarlo y la angustia se apoderó de su rostro, mientras un largo respiro se escapaba de su boca.

-¿Estás bien?- escuchó a Oliver preguntar a su lado. Él sólo lo miró.

Aún estaban en aquel establecimiento de "Dinners" que había en la ruta. Debieron detenerse para cargar combustible. Oliver tuvo suerte de finalmente comunicarse con Bob y él les pidió que le esperaran ahí. A Gerard ya se le estaba agotando la paciencia. Habían sido tres horas conduciendo, además del tiempo que perdió recogiendo ropa, dinero y sus cuadernos en el motel; y en aquel sofá de cuero rojo ya llevaban un par de horas más.

-No lo entiendo, ¿por qué no puedes verlo? Si Frank me dijo...- atisbó acelerado, mordiéndose los bordes de los dedos porque uñas ya no tenía.

-Gerard, te he explicado ya 23 veces.- contestó el ángel sereno, con una sonrisa plena. -Alguien me bloquea, nada puedo hacer.- prosiguió mirándole de reojo, divirtiéndose un poco con la actitud desesperada de Gerard.

-¿Y cuál es la diferencia entre tú y Bob? ¿Por qué él si puede ayudarnos?- averiguó mientras jugaba con el salero sobre la mesa, Oliver simplemente le clavó sus ojos pardos.

-Soy un ángel Gerard, no quiero meterme en la cabeza de un demonio. Bob, él puede hacerlo.- explicó, justo enfrente Gerard le miró mientras apretaba los labios.

-Es decir que puedes pero no quieres.- puso ambas manos sobre la mesa, Oliver rió de nuevo.

-No, no puedo. Me podría hacer mucho daño. Los demonios tienen energía oscura. Nunca me he metido en la cabeza de uno y prefiero nunca hacerlo.- explicó, Gerard le miró mordiéndose los labios con rabia.

-¿Por qué dijiste que este tipo, cómo sea su nombre, quiere a Frank?- le miró de reojo, Oliver observaba la ventana, completamente satisfecho de escuchar esas preguntas.

-Los demonios incubo y sucubo son muy obsesivos. Cuando algo les llama la atención todos sus pensamientos comienzan a girar en torno de eso mismo. Neil siempre ha envidiado a su hermana porque es más cercana a Frank. No necesito entrar a su cabeza, hay cosas que se leen mejor en los ojos.- le dijo serio, Gerard se impacientó de nuevo y regresó a jugar con el salero.

-¿Y entonces crees que le gusta Frank?- murmuró.

-Creo que tiene una extraña fijación por él, y si ahora me bloquea es porque no quiere que los encuentre, porque sabe que estás conmigo.- dedujo ya mirándole, pero Gerard se había pasmado, había un poco de sal en sus manos y simplemente jugaba con ella completamente distraído.

-Eso es ridículo, Frank me quiere a mí.- dijo seguro. Oliver le sonrió asintiendo pero entonces se congeló de repente y luego volvió a reír.

-Bob está aquí.- anunció. Gerard sacudió su cuerpo y volteó a mirar a todos lados, pero justo cuando regresó sus ojos a la mesa Bob estaba frente suyo, y se le notaba el cansancio en el rostro, lucía enfermo. -Siento mucho que hayas tenido que dejar las cuevas, pero Gerard es muy impaciente.- comentó Oliver en su tono cortés habitual, mientras Way no cabía en su ansiedad para gritarle a Bob que le dijera dónde estaba Frank de una buena vez.

El Libro de las Letras Escarlata |Frerard|Where stories live. Discover now