Dama de noche

80 23 23
                                    


Mi Perla, negro azabache, de humo ébano pintada,

 se fue a deshilar ovillos, de las nubes mas lejanas. 

Arisca, hermosa, distante, con dolor la vi alejarse,

 fijos los ojos dorados, inerte ante mis palabras. 

Mojé su pelaje oscuro, con mis lágrimas saladas

 y dejé su cuerpo muerto, en la tierra ¡devastada!

 porque quién se ama, no puede, abandonarse a la nada.

 Sobre mi llanto habrá flores, perfumando la mañana,

mientras ángeles felices, recibirán a mi Dama.


En mis sueños escucharé tus ronroneo, jugando en la cama como solíamos hacerlo. 

Tus huellas marcadas en la acera, traen el recuerdo de lo traviesa que eras.

Deshilachando almohadas con tus hermosas garras, siempre contenta, en mis pies vivías buscando una caricia.

Hoy la sombra de tu alma, recorre libre el parque y a veces hasta escucho tus pisadas por el tejado, saltando de lado a lado.

—Así, mi amiga, es como la debés recordar.




Libro abiertoWhere stories live. Discover now