El nido

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A los pies de un viejo árbol, he visto caer un nido, 

desbaratado ante el viento, desfalleció sin un ruido.

Los huevos resquebrajados, al estrellarse en el suelo,

dejaron destino trunco, que debió haber sido vuelo.

¡Qué triste el nido vacío! ¡Qué ausencia la de los trinos!

 Así ,se ha de ver la casa, cuando se marchen los hijos.


Los hijos crecen y extienden sus alas hacia nuevos horizontes, dejando el hogar vacío,

 y lleno de soledad. 

El tiempo es tenaz y nunca deja de detenerse,  en un  pestañeo, ellos toman vuelo.

Y ahí estamos ,con nuestros compañeros de camino, siendo testigos de la felicidad de nuestros hijos. Solo los apoyamos  en sus decisiones, dejando las puertas abiertas de par en par por si alguna vez vuelven y olvidan la llave del presente. 

Y como la vida nunca saca sin dar, nuestros hogar se vuelve a llenar, de nietos, volviendo jóvenes nuestros años de soledad. Nietos que poco a poco sabremos malcriar, que el día de mañana formarán su propio hogar y la vida, como un bumerán, retomará su lugar.

Libro abiertoWhere stories live. Discover now