17. Cable a tierra.

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Ese día me aburrí. Y me aburrí mucho. No había mucha gente en ese poblado, no había mucho que hacer tampoco.

Estuve mirando la aplicación de citas y me aparecían algunas personas de allí, varias a decir por la cantidad de población con la que contaba. Claro que no había nadie que llamara mi atención, algunos eran demasiado jóvenes, otros demasiados viejos, otros demasiado lindos, otros demasiado feos. Me reí como un idiota llamando la atención de algunos transeúntes cuando recordé a Nash observándome sorprendido y marcándome lo exigente que era.

Suspiré y me di cuenta de que él comenzaba a ser alguien importante en mi vida, alguien con el que a pesar de ser pocos, compartía recuerdos. Y eso para mí era grave. Grave porque cuando vi a dos muchachas gritándose por algún chico y una de ellas le clavó un helado en el rostro a la otra, quise llamarlo a él y compartir lo que acaba de ocurrir. Yo sabía que Nash me regañaría por llamarlo por esa estupidez, pero de todas maneras reiría y me preguntaría si ya me encontraba mejor.

Pero no, él no llamé esa tarde y era entendible. Digo, él había llamado en la mañana, no llamaría en la tarde también muy a pesar de que yo quizás, y sólo un poco, deseara hablar con él.

Desperté temprano la mañana siguiente, unos gritos en la sala del hostel me pusieron en alerta y fui rápidamente al lugar. No había pasado nada, el niño, aparentemente hijo de la dueña, había llevado un gato con él y una de las francesas le tenía fobia.

Miré de mala manera a la muchacha y volví a la cama. Otra vez, había muchos mensajes de muchas personas, pero no de Nash y comencé a sentirme cada vez más ansioso y molesto. No por el hecho de que él no escribiera o llamara, no, nada de eso. Sino por el hecho de que yo estaba esperando que lo hiciera, nadie más que él.

No podía ser que él me gustara ¿No? Quiero decir, sí, me gustaba y era mi amigo, pero como le había dicho ayer, yo no necesitaba aferrarme a alguien ahora que Alex me había lastimado. Y no quería que fuera él y sólo porque se encontraba en el lugar correcto en el momento indicado. Pero también le había dicho a Alex que uno no podía mandar en lo que sentía y, aunque sabía que no era amor, quizás sólo deseo, necesitaba saber qué demonios me estaba pasando con él.

Podría haberlo dejado ir. No llamar e intentar olvidarlo, pero yo era de esas personas que cuando algo se le metía en la cabeza no paraba hasta conseguirlo y yo quería escuchar a Nash, aunque fuera para contarle una idiotez.

Miré la almohada junto a mí, la que había abandonado y la había reemplazado por unas mudas de ropa, porque era realmente incómoda y me hacía doler el cuello. Entonces, la idea de llamarlo para contarle eso no parecía una mala idea, pedirle que me mande una encomienda para que sepa dónde estaba, tampoco lo era.

—Aggggggg —protesté con fuerza cuando no podía dejar de pensar en aquello.

Salí de la cama, desayuné y partí a pasear. Otra vez, en ese estúpido pueblo no había mucho que hacer, así que me dirigí al único lugar turístico del que había oído hablar a las francesas, un tranquilo lago poco visitado por el clima de ese día. Hacía frío y estaba lloviznando. Me senté en la playa y miré la extensa fuente de agua natural por mucho rato, oyendo nada más que mi fuerte respiración y las pequeñas olas romper a unos metros de mí.

Saqué el teléfono dándome por vencido y presioné el botón verde.

Respiré profundamente mientras oía el tono del teléfono. No intentaría más de dos veces, bueno, eso fue lo que pensé cuando no conectó la primera vez que llamé. Pero, mientras esperaba que contestara en el segundo intento, me convencí que no llamaría otra vez si él no contestaba. Por una parte, quería que no lo hiciera, así lo tomaría como una especie de señal para darme cuenta que eso era una idiotez, que todo estaba en mi mente (una vez más), que no quería oírlo, no quería hablar con él. Pero por otro lado quería escuchar su voz, quería contarle cualquier estupidez que fuera, quería que él también pensara en mí. Sinceramente ¿En qué demonios estaba pensando?

Temporal: Presente FuturoWhere stories live. Discover now