22. Demasiado Tentador.

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Milo se desplomó sobre mí encuanto cruzamos la puerta. Yo me había acercado para molestarlo, pensando quequizás estaba tan intrigado como yo sobre qué pasaría esa noche. Pero en cuantopuse mis manos en su abdomen sus piernas cedieron y cayó sobre mi cuerpo.

—Hey... —dije sujetándolo confuerzas. —¿Milo?

—No me siento muy bien —dijoarrastrando las palabras.  Tragué salivay busqué su rostro, él tenía sus ojos apenas abiertos, su rostro estabasonrojado y había algunas gotitas de sudor en su frente.

—Milo, te llevaré a la cama ¿Deacuerdo? —consulté levantándolo al estilo princesa hasta su cama donde lorecosté observándolo con cuidado. Él no se veía nada bien.

—Tengo frío.

—Pero de hecho estás muy caliente—aseguré metiendo mis manos por debajo de su ropa. —Desabrígate y métete en lacama.

—No...

—Milo, no me obligues a desnudarte—advertí y él intentó sonreír pero su cuerpo apenas estaba respondiendo.

—No quiero obligarte... peroayúdame, en serio —pidió reincoporándose con cuidado. Lo ayudé en el últimomomento.

Quité con cuidado su buzo y dejéque permanezca con su remera. Milo volvió a caer sobre mí y suspiré, eso no ibaa terminar nada bien. Lo volví a acomodar en la cama y quité sus pantalonesjunto con sus medias antes de taparlo con la sábana y una colcha.

—Tengo mucho frío Nash.

—Lo sé —suspiré y di un pequeñosalto cuando la luz se fue en todo el lugar. —Milo, iré a ver qué pasa ¿Sí?

—No me dejes —pidió afirmando susudorosa mano con fuerzas en mi brazo.

—Necesito ver qué pasa, volveré enunos segundos —insistí llevando mi mano libre a su cabeza. —Además quiero sabersi Nora sabe de algo para bajar la fiebre o por lo menos me puede indicar elnúmero de un taxi para llevarte al médico.

—Odio los hospitales —aseguró envoz baja dejándome ir suavemente. —Regresa pronto ¿De acuerdo?

Asentí aunque supe que no me podíaver y caminé a tientas hasta la puerta, allí encendí mi celular y bajé de prisadonde las voces de los demás habitantes de la casa se habían reunido. Todosestaban al borde de la ventana y era evidente que el corte había sido general.Fuera, la nieve no daba tregua.

—Milo tiene mucha fiebre —dijellamando la atención de todos. —Necesito llevarlo a un hospital.

—Cariño, con este clima seráimposible que lleguen al hospital. Nadie vendrá por ustedes tampoco —aseguróNora acercándose a mí. —La luz tardará un poco en regresar, iré por el termómetroy te alcanzare.

Asentí antes de regresar corriendojunto a Milo y me senté a su lado buscando su mano. Él se encontrabaaparentemente dormido, pero le dio un apretón en cuanto me sintió; se arrimó unpoco a mi cuerpo a mí y bajé mis labios a su frente. Definitivamente teníafiebre.

—No quiero que te enojes conmigo —comencé,pero él bufó débilmente.

—Entonces no lo digas —meinterrumpió.

—Debo llamar a tu médico.

—Es un poco de fiebre, no tienenada que ver con mi condición —aseguró débilmente.

—De todas maneras, lo llamaré—afirmé tomando su celular estacionado al costado de su cuerpo. A regañadientesme informó que se llamaba Patrick, lo busqué en su registro y marqué el número.

Temporal: Presente FuturoWhere stories live. Discover now