El inexplicable viaje de Gumball y Darwin

Las verdaderas dificultades

Cogieron otro barco que los llevo a La playa de las sirenas. Al llegar allá Gumball y Darwin lograron divisar en el agua, a Penny y a Carrie, las cuales los llamaban. Ellos estaban tan entusiasmados con que ellas estén ahí, que salieron corriendo a su encuentro, pero por suerte Hernán los logró agarrar del brazo antes de que sucediera lo peor.

-Hernán: ¿Qué hacen? No se olviden estamos en La playa de las sirenas, y estas sirenas se transforman en lo que más le gusta a cada uno, así que, preferible ni las vean.

Con todas las fuerzas que tenían, corrieron como pudieron por la playa, sin ver a ninguna sirena, hasta que se toparon al fin con la otra puerta. Pero hubo un pequeño problema... se les había mojado la hoja donde estaban las claves y perdieron 2 números. Tardaron unos minutos en dar con el primer número, y cuando ya lo lograron Gumball, se dio la vuelta y vio en el agua a todas las sirenas que se estaban acercando para cruzar la puerta cuando la abrieran, entonces Hernán y Darwin, al darse cuenta, se apresuraron a encontrar el siguiente número, y por mera casualidad lo encontraron al segundo intento. Tan rápido como pusieron la clave, abrieron la puerta y la cerraron rápido para que ninguna sirena cruce al otro lado donde se encontraba La cordillera de las Montañas Estander. Al ver esas montañas tan altas se arrepintieron de haber elegido ese camino, supuestamente más corto que el del mapa.

-Hernán: Bueno yo por lo menos ya estoy cansado de toda esa corrida que nos pegamos. Haaaa.

-Gumball: Si yo también estoy cansado.

-Hernán: Lo bueno es que de aquí solo falta, rodear esta montaña, trepar en una balsa, remar en el caudaloso río Cannsos hasta la Montaña de la transformación y escalarla.

-Gumball: Solo. ¡JA! Mejor descansamos, porque o si no, no llegaremos ni a rastras a la cima de la montaña.

-Darwin: Bueno, hasta mañana.

-Hernán: Hasta mañana.

-Gumball: zZzZzZz

-Hernán: Jaja. Bueno, ahora sí, a dormir.