24. Nadie nos va a separar.

11.2K 908 904
                                    




Joaquín.

Las tres de la mañana y yo me encontraba observándolo. Dormido a mi lado, respirando y durmiendo tranquilamente.

Acariciaba su cabello y depositaba pequeños besitos en su rostro.

"Te amo."

Emilio me había dicho te amo y más feliz no podía estar.

Tenía una hora así. Solo viéndolo dormir y preguntándome cómo rayos habíamos terminado así. Tan enamorados.

Noté que Emilio comenzó a moverse y a susurrar.

-No, no, por favor. -habló.

Lo observé asustado.

-¡Joaquín no! ¡JOAQUÍN NO ME DEJES! -comenzó a gritar.

-Hey hey, amor. Amor aquí estoy. -comencé a sacudirlo.

Emilio abrió los ojos de golpe y me miró asustado. Observó con cuidado el lugar en donde estaba y cuando nuestros ojos se encontraron, me abrazó.

-Shh, ya bebé. Todo está bien. -dije calmándolo.

Me abrazó por unos minutos y cuando se sintió tranquilo, se separó de mí. Me miró fijamente a los ojos.

-¿Todo está mejor? -pregunté.

Emilio asintió y sonrió.

-Te amo. -dijo.

Mi corazón comenzó a latir.

-Yo tam...

-Te amo. -volvió a decir- Amo que estés conmigo. Amo que me hagas sentir especial. Amo que seas tú el que traiga calma a mi vida. -dijo dulcemente.

Sentí como mis mejillas se sonrojaban.

-Y además así sonrojado te ves hermoso. -dijo.

Solté una risita y tomé su mano.

-Tú eres hermoso. -dije.

-No, tú lo eres. -dijo.

-¿Los dos? -pregunté.

-Bien. Los dos. -afirmó.

Me observó unos segundos y habló.

-Joaco... ¿estabas despierto hace un rato? -preguntó.

Mis mejillas se sonrojaron y asentí.

-¿No podías dormir? -preguntó.

Negué.

-Estaba muy ocupado viendo lo bonito que es mi novio. -dije.

Provoqué un ligero sonrojo en sus mejillas y se acercó un poco a mí.

-¿Te... molesta si te abrazo? -preguntó.

Ay mi amor. No puedes ser más hermoso.

-Claro que no, Emilio. -dije.

Emilio.

Me estaba enfrentando a algo bastante grande.

Quería a Joaquín y sentía un amor cada vez más grande por él pero era tanto mi miedo el demostrárselo. No sabía que hacer o si ser bastante cursi estaba mal. Pero lo que si sabía es que lo quería a mi lado siempre.

Le pedí si podía abrazarlo porque realmente lo quería. En muchas ocasiones era el, el que me llenaba de mimos y me hacía sentir especial, pero ahora quería ser yo el que pudiera hacerlo sentir bien y amado.

Con cuidado se fue acercando a mí y cuando lo tuve entre mis brazos, solté una risita.

-¿De qué te ríes? -preguntó curioso.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora