Goldmi atacaba a uno de los pequeños sin parar. La buena noticia era que la vitalidad de estos también se había reducido en dos en cada división, por lo que bajaba mucho más rápido.
La mala era que no podían descansar y que tenía que conservar maná para curarse. Por dos veces, habían parcialmente impactado en ella, causándole dolorosas quemaduras ante la preocupación de su hermana.
Por suerte, ni le habían dado de lleno ni su armadura era inútil ante esos ataques, además de haber sido capaz de esquivar otros tantos. Pero cuando dos fueron casi a la vez hacia ella, sintió pánico.
–¡Golpe de viento!– exclamó.
No se necesita hablar para ejecutar los hechizos, es suficiente con pensar en ellos, pero en esta ocasión se dejó llevar, improvisando al mismo tiempo que trataba de esquivar al menos a uno de los dos.
Sorprendentemente, el hechizo afectó a los platillos lo suficiente para que cambiaran de dirección unos centímetros y chocaran contra la pared de roca. Siendo imposible rebotar hacia la elfa, lo hicieron hacia la felina.
–Podría haber pensado en esto antes– se reprochó a sí misma.
Pensar que el dolor y el riesgo al que se había expuesto podía haber sido evitado tan fácilmente le hizo tener ganas de golpearse la cabeza contra la pared. Pero pronto se olvidó de ese sentimiento y se concentró en la batalla que estaban librando. Entre otras cosas, porque no tenía la cabeza lo suficientemente dura.
Usaba Vínculo de Energía cada vez que podía, para ayudar un poco a su hermana, que era la que corría mayor riesgo y más la necesitaba. Aunque menos de lo que se podría haber pensado inicialmente. Puede que hubieran perdido el recurso de descansar, pero iba continuamente refinando sus movimientos, cada vez usando menos energía para esquivar los ataques, cada vez previéndolos con mayor facilidad.
Y cuando acabaron con uno de los platillos pequeños, se volvió a permitir el lujo de rasgar el platillo.
–Lo que queda ya lo podemos hacer con los ojos cerrados– fanfarroneó la lince.
Estaban descansando después de haber acabado con los dos pequeños, no pudiendo ahora el que quedaba entrar en el túnel, así que se había escondido.
–¿De verdad?– preguntó la elfa, como creyéndoselo y sacando un enorme pañuelo, tapando los ojos de su hermana con él.
–¡Era broma!–se quejó la felina, antes de que las dos empezaran a reírse.
Les relajó enormemente poder bromear, aliviando así la tensión a la que aquel jefe platillo las había sometido. Por mucho que fanfarroneara, la lince también había estado preocupada y ansiosa.
Cuando volvieron, el platillo que quedaba apenas había recuperado un poco de su vitalidad. Esta vez no les sorprendió que se Dividiera al bajar ésta, además de que había uno menos.
Poco a poco, fueron acabando con los dos, hasta vencer al jefe de planta y pararse a descansar. Luego, avanzarían a la siguiente planta.
El Oráculo había explicado que los seres de las mazmorras toman su forma basados en otros seres vivos, aunque no la razón que había tras ello. Era más o menos evidente en las babosas, arañas, gusanos o enjambres, aunque no tenían muy claro el parecido en los platillos. Quizás algún ser que nunca habían visto. Lo que sí no esperaban era lo que tenían ante ellas.
Era un ojo de un metro de diámetro, que flotaba y las miraba. Al parecer, "basado en un ser vivo" no significaba completamente basado, sino que podía ser sólo una parte.
De repente, se movió y un brillo apareció en la pupila, a lo que siguió un rayo que se dirigió directamente a la lince, que se había acercado a "echar un vistazo". Saltó en cuanto notó el brillo y la fluctuación de maná, permitiéndole su intuición evitar el rayo dirigido hacia ella.
–Parece que dispara hacia donde mira– sugirió Goldmi.
Y los siguientes disparos parecieron corroborar su teoría, disparos que fueron evitados con facilidad. Si bien el ojo podía rotar sobre sí mismo con relativa rapidez, no le era fácil seguir y apuntar a la felina, que se movía sin parar alrededor de éste.
Mientras, la arquera probaba las flechas, comprobando que era un ser sólido, vulnerable a los ataques físicos, pero resistentes a los mágicos. La Flecha Etérea casi no podía traspasar la invisible barrera de maná que rodeaba a aquel ser esférico, y la de Viento, a pesar de hacer daño físico, también se veía muy debilitada.
Por supuesto, la de Luz no sólo era debilitada por la barrera, sino incapaz de traspasar el ojo en sí mismo, siendo las flechas físicas el método más efectivo. De hecho, el añadirles Toque Purificador, Flecha Tosca o Vacío resultaba contraproducente, pues la barrera reaccionaba, disminuyendo así su velocidad y, por tanto, su poder de penetración.
Sin embargo, Flecha Penetrante sí era efectiva, pues no es maná lo que se añade, sino potencia. Y tampoco había ningún problema en dispararlas de tres en tres.
Pero lo que más alegró a la lince fue que sus garras eran altamente efectivas por sí mismas, especialmente si conseguía agarrarse a la espalda del ojo. Éste empezaba a girar sobre sí mismo, intentando alcanzar a quien lo atacaba por detrás, pero moviéndola a ésta al mismo tiempo, e incapaz de soltarla, al estar fuertemente agarrada. Al menos a partir de la segunda vez.
En la primera, le cogió por sorpresa la rápida reacción y acabó cayendo al suelo, siendo alcanzada por el rayo. Fue doloroso, pero mucho menos que el impacto de un platillo jefe, y pudo vengarse poco después.
–¿Estás bien?– preguntó Goldmi, aplicándole Curación Básica.
–Un poco mareada– respondió su hermana.
–¡No quería decir eso!– se exasperó, antes de darse cuenta de que su hermana se estaba riendo de ella, y amenazarla con dejarla sin cenar.
Las disculpas de la lince no fueron muy convincentes, pero tampoco la amenaza era real, así que ambas disfrutaron de una especie de gambas gigantes asadas al vapor, y aderezadas con varias hierbas aromáticas. Eran unas bestias de alto nivel que atacaban en grandes grupos, al menos en el juego.
Era una carne tierna y esponjosa, aunque no tanto como el bizcocho con sabor a canela y anís, o algo existente en ese mundo que se le parecía mucho. Estaba bañado en una crema fría, ligera y dulce, cuyo objetivo no estaba claro si era dar un toque de sabor y frescura, o blanquear el hocico de una comensal, y provocar un ataque de risa en la otra.

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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasíaCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...