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MARIAM

Miro el pasillo vacío, estoy en el hospital donde se encuentra Joyce y mi madre, quien ya despertó y se lleva mejor con su mate, Joyce y yo estamos afuera ya que a mamá la están terminando de revisar para luego salir de alta.

Me renuevo inquieta, últimamente he estado así y los mareos y vomitos ya llegaron a mi vida, mis madres no se tomaron tan a gusto la noticia pero si yo lo quiero ellas también lo harán. Y con respecto a Eros... mentiría si dijera que no he pensado en eso, lo más probable es que lo perdone, con tan solo tres días lejos es algo extraño, hace unas horas hablamos por WhatsApp, preguntando dónde estaba, solo le respondí, lo extraño.

—Bien, acompáñeme y la señora Acosta saldrá en unas horas— le dice el doctor a Joyce.

—Espérame adentro, cariño— le hago caso y entro.

—Fue a acompañar al doctor— digo antes de que pregunte.

—Bien, ya quiero salir de aquí. ¿Tú como te sientes?

—Con respecto a mi salud, algo mareada y con respecto a Eros, no lo sé

–¿Lo extrañas?— muerdo mi labio nerviosa.

—Iré por alguna bebida— le informo y huyo.

Aunque ya debe saber la respuesta.

Camino hacia una máquina y pido un refresco, un olor a coco y vainilla me llega a la nariz, miro a mi izquierda y un sudoroso Eros llega trotando hacia mi, abro la boca sorprendida, él no espera nada más y junta nuestros labios en un beso hambriento, no lo aparto sino que hundo mis dedos en su cabello, gimo en sus labios.

—Te extrañe— murmura en mis labios y ataca de nuevo mi boca.

Lo separo un poco de mi.

—¿Que haces aquí?— pregunto posando mis manos en sus hombros sudados.

—Vine a verte a ti y al cachorro— dice y sonrío pero me retracto al instante.

Él sin embargo sonríe, pero no a mí sino a Joyce quien nos mira cómplice, suspiró y me concentro en él, saco la bebida de la máquina y me siento, el me copia y se sienta, debemos hablar.

—Quiero que regreses— dice directo— Te he extrañado demasiado— confiesa.

—Si digo que yo no lo he hecho, mentiría, me siento incómoda lejos de ti— confieso yo también.

—Entonces regresa, no hay necesidad de que estés aquí en este hospital o en algún otro lado— me dice tomando sus manos entre mis manos.

—Hay una condición...— digo mirando a sus ojos.

—Bien

—Iremos a hablar con el consejo, o tratar de romper el trato que hiciste con ellos— no parece sorprendido.

—Está bien. Solo si tu prometes que cada vez que haya una discusión no salgas corriendo o huyendo, si necesitas tu espacio te lo daré pero no soportare que estés más lejos— tiene razón, Joy también me dijo algo parecido.

—Lo prometo— digo sonriendo.

—Estás algo delgada— dice tomando mi rostro con su mano.

Y no se equivoca, no me apetece la comida del hospital, y entre tanto vomito he botado lo poco que como.

—Debo llevarte a casa ahora

—Mi madre ya saldrá de alta, y por lo que veo viniste en forma lobuna y no pienso ir corriendo— digo y suspira.

—Bien, tomaremos un auto— sonrio y beso su mejilla, mi madre y Joyce salen de la habitación.

—¿Eros?

—Hola Abbey– saluda, los cuatro salimos luego de que Eros encargara un auto.

Mi novio abre la puerta del auto y para que entre mi madre que recién dada de alta le propina un golpe en toda la cara, chillo asustada.

—¡Mamá!

—Era raro que no lo hubieses hecho antes— dice Eros sosteniendo su cara.

—Por embarazarla a los 17

Joyce la mete en el auto y yo miro a Eros, el golpe no fue grave, entro al auto y así empieza el recorrido para Luna Real.

•••

—¡Mariam!— gritó Beatrice, se abalanzó encima de mi— ¡Eres una enferma! ¡Me preocupas!— grita dramática.

—Estoy bien reina del drama, ahora sí me permites me estoy muriendo de hambre— paso directo a la cocina, donde busco algo dulce.

Consigo pan de molde y nutella, Bea viene detrás de mí seria, me sirvo y como con alegría, ya no más gelatina agria del hospital.

—Primero me despiertan sus gritos, luego desapareces, me duermo y resulta que viniste y te volviste a ir, estando embarazada, ¿que te pasa?

—Pareces mi madre, estamos bien

—Estás delgada

—Vomite lo poco que comía— explico, guardo las cosas que use.

—Eres un desastre— dice, alzo los hombros y camino a la habitación.

Estoy cansada y mi espalda duele como los demonios, necesito una cama, entro a la pieza y se oye el agua correr, Eros sale con una toalla en la cadera.

—¿Te quieres unir?— me pregunta, sonrío y entro al baño con él.

—Puede que si— me quito la ropa y me acerco a él.

Rozamos nuestros labios, retoma el beso del hospital, me carga y entramos a la ducha, el agua tibia nos moja a ambos, sonrío y lo beso de nuevo, maldiciendo que lo quiera y extrañe tanto en menos de una semana.

—Te quiero— susurro, todavía no me siento preparada para la otra palabra.

—Y yo a ti— besa mi nariz.

Nos enjabonamos entre besos y caricias, nada más allá que besos húmedos, estaba demasiado exhausta y el cansado, por lo que luego de la ducha dormimos abrazados.

JONAS

—Nuestro espía nos acaba de informar de que la mate de Eros está embarazada— habla Cécile.

—Tenemos que idear un plan, no esperaba que se transformara— digo serio.

—Opino que debemos acabar con la pequeña Acosta

—O usarla a nuestro favor, para conseguir lo que queremos de Lincoln— comienzo a idear un plan.

Por pura suerte no nos atraparon, aún no hay Alpha en Luna Fuerte pero tampoco hay manada, aunque considerando que ahora la niña vale por dos podríamos llegar a Luna Real.

—Definitivamente hay que capturarla, así tendremos a Eros— aviso— Pero no cometeré el mismo error dos veces, hay que tenerla sumamente vigilada, es inteligente y capaz de escabullirse dos veces– Cécile me oye atenta, en cambio alguien está en su mundo.

—Es linda— dice bostezando Daan.

Ruedo los ojos, aunque eso me da una brillante idea.

—Eres un genio— digo y Daan no entiende (como siempre).

—¿Yo?

—Si, será mucho más fácil tenerla— digo malévolo.

Hago el ademán de reírme, pero una sirvienta viene a decremento que Sharman me busca, ¡maldito seas!.

•••

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ALPHA EROS +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora