CAPITULO 3 Draco

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El general nos aclaró el porqué del silencio que se ha vivido en el país ante los ataques de Ariana en los días anteriores. Mi padre había ordenado que esto se mantuviera bajo un estricto conocimiento capitular hasta tener la certeza de cómo se tendría que intervenir. Se sabía que el pueblo gales estaba resentido con Goll y eso era un problema más con el cual lidiar antes de tener que aliarnos en contra de las tropas enemigas. Debíamos estar juntos y permanecer adyacentes para que las cosas funcionaran de la mejor manera, esto y el resentimiento ante mi nación, a causa mía, era el inconveniente que mantenía a las dos patrias más alejadas que nunca.

Me mantenía firme a mis creencias y por ende a mis decisiones. El consejo ya no gobernaba mi espíritu, lo que les importunaba sobremanera, considerando que yo era el sucesor del rey, podría imputar un cambio en el nuevo gobierno que los afectase directamente. Bien sabían que sus decisiones y la manera en que trataban de llevar las cosas no me parecía la adecuada, al igual que era bien sabido que tres miembros del consejo y yo no nos llevábamos del todo bien. Siempre quise llevarles la contra. Los otros tres eran leales a mi familia y al menos eso me daba cierta confianza en ellos.

Solamente esperaba que esto se supiese pronto y que se interviniera de forma efectiva. No era justo que nuestras diferencias nos separaran de un contraataque bien constituido. Debíamos estar unidos eso me quedaba claro.

La mañana alumbra gracias a las siluetas sitiadas a través de las ventanas. Los rincones del gran salón se alumbran, permitiéndome observar con claridad cada detalle de la habitación de grandes proporciones. Cortinas de terciopelo en color azul rey caían por encima de las ventanas y los colores del nuevo día nos alumbraban.

Aquí, en el interior de este gran palacio; resguardados del torrencial incontrolable de agua que caía debido a la nueva tormenta que descendía de las erguidas montañas, podíamos dialogar abiertamente de cada aspecto que podíamos reclamar en ayuda a nuestra búsqueda de Elena.

Su desaparición era como una telaraña difícil de deshilar, pegajosa y complicada. Necesitaba ir al mismo lugar una y otra vez para tratar de encontrar pistas que me llevasen en alguna dirección.

El primer año cumplido a su desaparición, pasé noche y día buscando algo que me hiciera llegar hasta mi esposa, algo que por si solo pudiese darme una seña, una línea yaciente de adónde es que debía dirigirme, por muy pequeña que esta fuese buscaba la forma más veraz para llegar a ella. El segundo año caí en una desesperación tal que sentía ganas de partirme en millones de partes para ocuparme de todos los flancos —buscar a Elena por cielo, mar y tierra, franquear todos los sitios conocidos y desconocidos, ir a cada lugar del que ella tuviese conocimiento, flanquear cada sitio del que yo mismo le hubiese hablado con la esperanza de que ella acudiera a algún lugar y se alejara lo suficiente de los invasores como para ponerse a salvo. El tercer año fue devastador en muchos sentidos, perdí la esperanza, los ataques nerviosos se intensificaron y el dolor físico era arrasador, eso sumando al hecho de que la tristeza me imposibilitaba de muchas maneras, fue el peor año de todos. La esperanza volvió poco después de eso, mi faceta de «Creo que Elena no volverá nunca» quedó ahogada en mi interior. Sabía que estaba viva, yo mismo era la prueba. Me juré a mí mismo que si yo seguía respirando había esperanza de que un día mi esposa apareciera por la puerta y reclamara su lugar a mi lado. De que un día volviese a ver ese hermoso cabello rojo hondeando, despidiendo el aroma más delicioso del mundo, sólo para mí. De ver esos ojitos verdes llenos de amor y esa sonrisa que me dejaba helado porque sabía que era gracias a lo que yo le hacía sentir.

Debo salir de aquí. La presión me mata, a cuatro años de no saber nada de ella la herida sigue tan abierta como el primer día. Esa era mi realidad. Era un ser que caminaba con el pecho abierto, mostrando al mundo entero cuánto me dolía, cuánto me asfixiaba al sentirme lejos de mi motivo de vida.

DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!Where stories live. Discover now