CAPÍTULO 65 Axel

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El olor a vainilla se extiende por el cabello rojo de mi hermana gemela, quien me abraza como si la vida se le fuese en ello.

Ahora mismo, no podía creer que sus reacciones fuesen estas, tan efusivos, tan alegres para con lo que he decidido. Draco me ha dado su bendición y tampoco es que tuviese que rogar por ella, al contrario, sólo expuse lo que siento. Estas sensaciones de cariño por Keira eran nuevas, neófitas, y no mentía. En los pasados días me había percatado de lo mucho que me gusta esa chica, de lo extraordinaria que es y de su cariño incondicional para los suyos.

La había apreciado en las cenas, me había tomado el tiempo de ver sus reacciones, de estudiarla; tiene una manera de responder a las preguntas de otras persona sin sobresaltos y de esa manera se desenvuelve de forma dulce, siempre camina con una enorme sonrisa en el rostro y parece tan satisfecha en su propia piel que es inevitable voltear a verla.

¿En verdad la quiero? Sí y mucho.

No importaban las alianzas, no importaba que fuese una princesa, un dragón, nada representaba más para mí que ese cariño que siente por mí. Nadie en toda mi vida había expresado tal devoción por mi persona; al menos nadie que no fuese parte de mi familia. Esta chica maravillosa me había elegido, sin importar quién soy o de dónde vengo, no le interesaba que yo fuese un cales, simplemente yo la llamé, yo la llené de algo que ella misma necesitaba, buscaba y sin darse cuenta me colmó a mí de lo mismo; cariño.

¿Qué más daba llevarnos casi diez años de diferencia mientras esas emociones subsistieran siempre?

—¡¿Qué estás haciendo aquí con nosotros?! ¡Corre a decírselo! —me grita mi hermana, tan emocionada que creo que va a estallar como la pólvora. Draco se ríe de la escena y se muestra tan de acuerdo con lo que ha expresado su esposa, que abre la puerta para mí, invitándome a salir.

—Gracias a ambos —les digo, al tiempo que avanzo hacia la puerta y salgo corriendo por el pasillo.

El ala del palacio donde se encuentran los Whensy es alejada, así que me veo corriendo al desemboque del pasillo, donde pende la escalinata para desplegar las secciones del palacio consecutivamente. Tomo la de la izquierda y subo nuevamente una escalera hasta el corredor donde se encuentran las habitaciones de la familia de Draco; la primera es la de la madre, la siguiente es el salón donde Keira toca el piano, la del frente es la de Edward y la consecutiva la de Keira. Ni siquiera creo que sea una hora prudente para llamar a su puerta, pero la emoción es tanta que no puedo evitar querer hacerlo en este mismo instante.

Llamo dos veces de forma tímida y espero en el pasillo. Las manos me tiemblan y me siento un crío ilusionado con una chica.

Espero, espero, espero... hasta que la puerta se abre y de ella se asoma la cabeza castaña de Key. En cuanto me enfoca, abre los ojos en demasía y no cabe en la sorpresa.

—¿Axel? ¿Qué pasa? —pregunta con inocencia. No tiene una gota de maquillaje encima y su cabello castaño luce algo despeinado. Es tan bonita...

Me acerco a ella, ahora soy yo quien invade su espacio personal. Tomo su mano y la elevo hasta tener sus nudillos en mis labios, planto un beso casto y sin separarla de mí, alzo la vista para decir—: Quiero casarme contigo, Keira.

Key abre los ojos como platos y me parece muy gracioso que ahora mismo ella sea quien no puede creer que esté aquí parado para decirle esto.

—¿Lo dices en serio? —suena esperanzada, entusiasta, así que no dejo que dude, me abalanzo para encontrar sus labios y sellar nuestro acuerdo. En cuanto nuestros labios se unen soy consciente de que brincan chispas y un calor incandescente entre nosotros. Aferro mis manos a su cintura y ella parece no saber cómo reaccionar, se desenvuelve de forma inexperta, mesurada y eso me mata. El calor que desprende su cuerpo me llama, me mueve y me quema de la misma manera. Es hermoso.

DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!Where stories live. Discover now