CAPITULO 5 Elena

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Alguien toca mi brazo ligeramente, es insistente, ya que me escarcela y vuelve hacerlo en varias ocasiones para lograr llamar mi atención.

Respiro profundamente y pronuncio las palabras que he de expresar por el resto de mi vida para tratar de encontrar el balance de mi existencia.

—Soy la maldad encarnada, pero también coexisto en la entidad de la bondad, soy ambas cosas. Soy un circulo perfecto que ha de permanecer inerte hasta ser requerido. Vivo para servir a mi amo, vivo para guiarlo a la victoria... —repito las mismas palabras una y otra vez, como su fuese mi propia consigna. La relajación llega a mi sistema nervioso y mi magia permanece en mis manos, como debe ser. Controlada, bajo mi dominio.

—Oye... —vuelve a tocarme, pero esta vez también hay una voz masculina. Me veo obligada a abrir los ojos porque sé que se trata de Marcus, el que ha sido mi maestro y amigo en muchos sentidos desde hacía cuatro años.

—Espero que sea importante, estaba en medio de mi meditación, por si no lo notaste —soy sarcástica, siempre lo soy con él.

—Ya dulzura, tienes que ponerte en pie, Lara desea verte —suspiro pesadamente porque últimamente desea verme cada que doy la vuelta, no me dice nada, sólo me observa como si tratase de encontrar algo en mí y eso me inquieta, me inquieta demasiado.

—Odio que me digas así, Marcus. ¿Podrías limitarte a llamarme por mi nombre? —le pido, tratando de sonreír ligeramente para que él decline su insolencia.

—Entonces no tendría nada de divertido el día, «dulzura» —remarca para molestarme—, irritarte es lo que mejor sé hacer.

—Eso no te lo cuestiono —afirmo al tiempo que él me tiende la mano para ayudarme a ponerme de pie. Al levantarme observo al hombre de mi misma estatura, el que ha permanecido lealmente a mi lado cuatro años. Su semblante es de alguien a quien le gusta jugar bromas, siempre ha sido así, es de esas personas que nunca pierden la sonrisa, que siempre tienen un comentario gracioso para aligerar el ambiente. Las ondas de su cabello rubio están sostenidas por una liga en la cima de su cabeza, a manera de formar un chongo perfecto, lo que lo hace lucir un poco más alto, su musculatura en delgada, incluso puede parecer escuálido, pero no hay que fiarse de él, es un excelente peleador, muy diestro y sumamente letal. Es el único hechicero que ha logrado ponerme de rodillas con una sola descarga de su poderoso rayo.

Lo sigo a través de los corredores abiertos que dan directamente al enorme jardín, donde se llevan acabo las lecciones a los múltiples discípulos que se encuentran dentro de la fortaleza. Entre las actividades desarrolladas se redime el combate cuerpo a cuerpo sin el uso de la magia, meditación, hechicería elemental y el uso de las habilidades dadas en combate, la última es mi favorita, ya que soy una de las más destacadas cuando se trata de usar mis habilidades para defenderme.

Subimos una pequeña escalinata que da directamente al segundo piso de la enorme fortaleza, esta se deriva en varios pasillos que te conducen a través de las diversas alas del imponente lugar. Es un sitio frío y carente de color, lo que ha sido un inconveniente total para mí al venir de un clima cálido. Al principio me costó mucho trabajo tratar de adecuarme a las exigencias climáticas, pero después de estos cuatro años, ese ya era el menor de mis problemas.

Estos pasillos son tan diferentes de los que recorría en casa que me producen tristeza cada que los comparo. En estos no hay retratos de mi familia colgados de las paredes adornadas de florecillas, no hay jarrones con flores silvestres diseñados por Nana, no huele a madera, no huele a mi papá. Aquí no están todos esos recuerdos que me llenaban el corazón hasta hacerlo latir con un solo aroma.

Me entristecía demasiado saber que jamás podría volver a ver a mi papá, que jamás volvería a verlo sentado detrás de su escritorio con una tonelada de papeles frente a él, que jamás podría verlo cabalgando alrededor de su viñedo y que jamás volvería sonreírme como si yo fuese la cosa más bonita que haya visto. Ahora más que nunca comprendía sus motivos, comprendía perfectamente el porqué de su desesperación por protegernos, ahora sabía lo que era querer arrancarle la cabeza a cualquiera que tratase de lastimar lo que más amas. Ahora era una persona diferente. Ya no tengo miedo. Me han herido de la forma más atroz, me han desquebrajado para luego transformarme en algo más fuerte, algo que ya no es fácil de romper.

DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!Onde histórias criam vida. Descubra agora