•02•

6.7K 357 180
                                    

Capítulo dos.


Paz;

Bajé las escaleras unos minutos después de que Valentín hubiera bajado, tenía puesto mi pijama rosa, no estaba dispuesta a las miraditas de Valen sobre mí.

Cuando llegué, lo vi comiendo solo en la mesa, no estaba mamá y tampoco Alejandro, así que me acerqué a él y me senté mirando el plato, supuse que lo había dejado mamá. Unas tostadas y mermelada al lado. Tranqui.

— ¿Y mamá? — Dije mirándolo, estaba perdido en su celular haciendo no sé qué cosa. Levantó la vista, tomó su vaso que tenía jugo de naranja, y se lo llevo a los labios, luego tragó y me sonrió.

— Karen se fue con papá a no sé dónde, dijeron que tardaste mucho en bajar. — dijo todavía sonriéndome. — Les dije que te estabas vistiendo.

Mis mejillas se tiñeron de un tono rojizo en cuestión de segundos. Las imágenes de lo ocurrido anteriormente en mi habitación volvieron a mi mente. Morí de la vergüenza, otra vez.

— Ah, les hubieras dicho que no iba a tardar tanto. — Dije mirándolo mal.

Me observa pensativo, imagino que está pensando qué responderme. Su mirada empieza a incomodarme, ya que me miraba fijo, no apartó la vista en ningún momento, al notarlo, sonríe victorioso. — Pasa que era mejor que ellos no estén.. — Vuelve a sonreír. No sé por qué, ni cuando sucedió, pero sus sonrisas me estaban volando la cabeza mal, pero lo último que haría en mi vida, sería admitirlo en voz alta.

— ¿Para qué? — Dije confundida, restandole importancia, ya que eso era lo que él quería. Que yo le demuestre interés.

— Son cosas mías — Suelta haciéndose el importante. De nuevo tomó su vaso de jugo y se lo llevó a los labios, luego los separó y miró atreves del vidrio.

— ¿Por qué yo no tengo algo para tomar y vos sí? — Dije tratando de sacar tema de sacar conversación. El silencio se estaba tornando un toque incómodo y la verdad ya estuve demasiado incómoda desde que arrancó mi día.

— No me lo hizo tu mamá, si eso es lo que estás pensando. Me lo hice yo, tenía alta sed. — Dijo, luego miró el vaso y sonrió, supuse que algo planeaba. — ¿Querés? — dijo apuntándome el vaso.

— Dale, ¿está rico?, sabes que no me gusta muy dulce. — Dije haciendo una mueca, algo disgustada al imaginar el sabor de algo extremadamente dulce.

— Ya sé, te gusta lo amargo, no? Muy amargo. — Me miró divertido. Tenía puesta una camiseta de River que le quedaba pintada. Quería dejar de mirarlo, pero era mucho más fuerte que yo.

— Algunas cosas nomás. — Le tiré una sonrisita falsa y me levanté. — ¿Hay más?

— Creo.. En la cocina debe haber, me parece que dejé un poco. — luego volvió a sonreír criminal, no sabía lo que planeaba pero fui simplemente a la cocina, cerrando la puerta detrás de mí.

Empecé a buscar el maldito jugo de naranja, pero no lo encontré por ningún lado, sólo vi el exprimidor, envuelto por pulpa de naranja arriba de la mesada que hay en la cocina. Claramente quería seguir rompiéndome las bolas, no había dejado ni una sola gotita. Mientras que maldigo internamente, escucho que alguien abre la puerta, obviamente es Valentín.
Me mira con una sonrisita juguetona en la cara, mientras que yo por dentro tengo altas ganas de mandarlo bien a cagar. No por el jugo de mierda que claramente no me guardó a propósito, sino que desde que me fue a despertar a mi habitación no paró de romper los huevos.

—¿Vos sos pelotudo? Sí, efectivamente lo sos. — Dije mirándolo, con un tono sobrador, tomándole el pelo. Ya que a él no hay peor cosa que le puedan hacer.
Me dirigí a la heladera para elegir mi segunda opción, un vaso de leche.
Sentí sus pasos, no respondió a lo que le dije anteriormente. Supuse que había entrado para dejar las cosas del desayuno en la cocina, pero luego escuché que se acercaba a mí, lo ignoré. Estaba de espaldas a él, con las manos apoyadas en la mesada, esperando por fin terminar lo que estaba tomando. Pero luego sus manos se posaron en mi cintura y su boca se acerco a mi oído.

Queridísimo hermanastro.- WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora