Dieciséis

292 21 4
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Un amplio torbellino de preguntas comenzó a rondar en mi cabeza mientras veía la espalda de ambos chicos alejarse de nosotros. Cindy estaba parada a un costado de mí, con los brazos cruzados y los ojos fijos en el mismo lugar que yo.

—¿Por qué dejas que te hable así? —suelto sin siquiera pensarme antes si era una buena idea.

Cindy aparta su mirada de los muchachos para mirarme.

—No sé de qué me hablas.

—Te ordena cosas como si fueras su hija.

—Eso a ti no te importa —espeta.

—Tienes razón, no me importa —sigo mirando hacia el frente. Ambos se habían detenido y charlaban de lo más tranquilo.

—Lo que sí debe importarte —dice ella—, es sobre qué están hablando esos dos —noto en su voz enojo. La entiendo, puesto que estoy igual. Ver a Conrad dejarme solo por irse con el imbécil de Jake me generaba molestia.

Me encojo de hombros.

—No creo que sea algo bueno, después de todo, nos mandaron a otro lado —susurro.

Ella me mira con el ceño fruncido.

—Por supuesto que no es algo bueno. No es la primera vez que Jake se pone a hablar con personas peligrosas.

—Conrad no es peligroso —digo con seguridad.

—Suenas muy seguro. ¿Lo conoces desde hace mucho? ¿Es un amigo tuyo de años? ¿Un familiar, acaso?

Sé a qué punto quería ella llegar y la respuesta que debería darle debe ser un no. Pero no iba a responderle con la verdad. Una parte de mí confía plenamente en él, pero otra parte, la parte más sensata, me dice que no puedo conocer bien a una persona después de una semana.

Solo una maldita semana.

Comienzo a evaluar mis sentimientos y entiendo que no hay nada más ridículo que imaginarme una boda con alguien a quien acabo de conocer. Soy patético. Pero, por otro lado, él es tan lindo y me trata tan bien. Él dice que le gusto y, si lo dice, pese al poco tiempo de conocerme, debe ser una señal.

Aunque no estoy seguro si esa señal es positiva o una auténtica y grande bandera roja.

—Como sea —exclama Cindy al ver que no le respondo—. Estoy muy consternada. Y, juzgando la apariencia de ese chico, estoy seguro que es alguna clase de repartidor de drogas. Tiene toda la pinta. Esas cicatrices en el rostro, sus ojos fríos...

—Él no vende drogas —digo con brusquedad. Aunque, en cierta parte, le entiendo. En su momento también creí que él era algún tipo de narcotraficante por su forma tan misteriosa de hablar y de ser. Pero solo eso dejó a relucir que las apariencias engañas y está muy mal juzgar a las personas antes de conocerlas.

Besos Color Púrpura (En proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora