4. Segunda Lección

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Camila no sabía dónde meterse. Esa mujer estaba loca, no solo no le había quitado las esposas sino que la había apoyado en la mesa con el culo en pompa y empezó a darle azotes con el código penal hasta que supo que tenía las nalgas más rojas que un par de cerezas. Casi se arrepiente de haber accedido a acostarse con ella cuándo sintió el primer azote en su ya húmeda entrepierna, contra todo pronóstico, casi se muere del gusto y por poco pierde la cuenta. Jamás se atrevería a reconocer en voz alta lo que disfrutó con los cuatro que le siguieron y al acabar tenía la respiración muy agitada y estaba deseando follársela, por muy loca que estuviera.

-¿Te ha parecido que he cumplido con el principio de proporcionalidad pequeña? – le dijo mientras le acariciaba las nalgas para calmar su dolorida piel.

-Si Señora – le dijo en un suspiro.

-Eres resistente.

-Soy del barrio de la plata profesora, no se me tumba con facilidad – dijo orgullosa de sí misma.

_El barrio de la plata... ciudad sin ley – dijo Lauren riendo – Entonces vamos con el siguiente punto, delitos o faltas. ¿Puedes sentarte?.

-Si señora – Y ella misma intentó moverse pero Lauren la sostuvo por lo brazos y la sentó en la mesa con las piernas colgando frente a su gran sillón de cuero negro en el que se sentó.

-Abre las piernas – le dijo, aunque ya la había agarrado por las rodillas y se las abrió, mientras acercaba el sillón quedando con la cara a pocos centímetros de su pecho. La miro con sus brillantes ojos verdes, le coloco el pelo detrás de las orejas y posicionó correctamente sus gafas.

-No queremos que se muevan, estas muy sexy con ellas pequeña.

Le bajó el vestido para dejarlo como si fuera una tira enrollada en su cintura y le quitó el sujetador dejando sus pechos libres delante de ella y los miro emocionada, ella no pudo evitar alzar la vista al techo por la vergüenza de que la observara desnuda, indefensa ante ella. Sintió como le agarraba con suavidad la mandíbula para que bajara la cabeza y obligarla a mirarla.

-Mírame – le ordeno, y cuando lo hizo le ardía la cara – No querrás perderte nada.

Ver el deseo en sus ojos la excitó tanto que no fue capaz de apartar la mirada.

-¿Cuál es la principal diferencia entre un delito y una falta? – le preguntó.

-Las faltas son delitos menores o leves que no llevan aparejados penas de prisión – le respondió.

-Correcto. Tu impertinencia al tutearme es una falta y voy a comerte estas perfectas tetas como castigo menor ¿Qué te parece?

Y sin darle tiempo a responder enterró la cara entre sus pechos y mientras con una mano masajeaba uno, se llevó el pezón del otro a la boca y lo succionaba con avidez, ella volvió a cerrar los ojos invadida por el placer. Se pasó un buen rato devorando y dando pequeños mordisquitos a su pezón como si estuviera hambrienta y cuando se cansó, cambió para masajearle el pecho con la mano mientras dirigía la boca para dedicarle a su otro pezón las mismas atenciones. Ella gemía y se arqueaba ofreciéndoselos aún más para que siguiera recreándose con sus grandes pechos. Jugó con ellos hasta que se cansó y se apartó un poco de ella para mirarla a la cara, algo que en su posición con los ojos al mismo nivel que sus tetas no era fácil, y ella también la miro fijamente. Le acarició el labio inferior con el pulgar delicadamente, estaba húmedo.

-¿Ya babeas pequeña? Pues no te voy a besar hasta más tarde - Se levantó para escucharla como detrás de ella abría un cajón de la estantería y volvía dejando un preservativo en la mesa y el puño bien cerrado escondiendo algo. La miró con una sonrisa malévola y le dijo - Cuando amenazaste con acudir al decano a protestar por la nota que te había puesto cometiste un delito ¿Grave o menos grave?.

-Depende de la pena Señora - le dijo con prudencia ¿Qué iba a hacerle por haberla amenazado?

Lauren rió ante lo acertado de su respuesta y volvió a sentarse y acercarse a ella para quedar en la misma posición que antes.

-Voy a obligar a tus pezones a estar erectos durante toda la clase, aunque no les voy a volver a prestar atención – le dijo casi riendo – a mí me parece menos grave – Abrió la mano y le dejó ver un par de pequeñas pinzas de goma que hicieron que sus ojos salieran de sus órbitas.

_ Me... me... ¿Me va a poner... eso en los pezones señora? – le pregunto algo asustada.

-Te aseguro que si te duelen te los quitaré de inmediato ¿De acuerdo? – le pregunto tranquila.

_Va... Vale – le dijo Camila no muy convencida.

Con dos dedos agarró su pezón derecho y lo froto para dejarlo aún más duro de lo que ya lo estaba y le puso con cuidado la primera pinza el tacto de la goma era suave aunque estaba frío y un escalofrío le recorrió la espalda, sintió una pequeña presión, pero no dolor, y que esa presión continuará una vez que el aparto la mano de su pecho provocó que el calor que tenía en su bajo vientre se extendiera a todo el cuerpo. Repitió la operación con el otro pezón y cuando terminó la miró a los ojos detenidamente.

-¿Te duelen? – le pregunto.

-No... pero... - empezó a decir.

.Sientes que están ahí – le dijo y una espléndida sonrisa de oreja a oreja apareció en su cara.

-Si Señora – le dijo ella contagiándose de su sonrisa.

-Ese es el concepto pequeña ¿Soportaras la pena por tu delito?.

Ella asintió efusiva. Entonces Lauren volvió a levantarse y la ayudó a ponerse de pie.

-¿Vamos a por la número tres?.

Lecciones Privadas - Camren G!pWhere stories live. Discover now