harry x liz
"No sabía que te gustaría tanto" Harry sonrío a su novia sonrojada que casi lloraba de emoción.
"¡Es asombrosa! Me encantó, H. De verdad, es muy pegajosa." Harry le había enseñado a Liz su nueva canción, ya terminada Only Angel. Ayer por la noche, Harry había decidido que se terminaría esa canción a pesar que fue la última en iniciar a editar. Todo fue basada en ella. En Liz.
Había conocido a Liz en una tienda de discos, entró buscando uno en especial para Gemma, en la tienda de escuchaba una canción de rock de fondo. Era la única empleada trabajando y la encontró organizando la sección de un rock pesado.
Recuerda haberse quedado encantado por sus gustos, sus ojos y su sonrisa. A pesar de tener un estilo musical que jamás pensaría que le gustara, era tímida y se sonrojaba fácil. La invitó a salir después de haberla visitado casi diario en su trabajo.
Así que Harry sabía que si quería dedicarle una canción a Liz tenía que ser de rock. A pesar que ella no tendría problema si el género no era ese, quería sorprenderla.
Su rostro era tan definido y amaba verla dormir, siempre decía que parecía un angel. Su apodo siempre fue ese. Había iniciado por ahí.
Después que su relación se formalizó, era hora de presentársela a su mamá. El día que había decidido llevarla, Liz tuvo que salir del trabajo y lo único que se cambió fue su playera de su empleo. Ese día había elegido una falda, una corta falda. No vio problema en ello, se sentía cómoda y el suéter que se había puesto le hacía buena combinación.
Harry al verla no dudo en alargarla, era preciosa. Pero sabía que su madre era un poco de primeras impresiones, algo que le molestaba. No sabía cómo decirle a Liz que su madre podría no gustarle esa falda o más bien, que no podría llevarla a casa de ella con la falda. Sin embargo, era lo que le gustaba.
Liz era un angel, tímida y cariñosa. Se había ganado el cariño de su familia. Pero era ese ángel lo dejaba de ser cada que estaban solos, Harry le había enseñado muchas cosas y cada
vez agarraban más confianza en su intimidad.
En el estudio, Liz era querida por todos, es tan simpática que era imposible que alguien pudiera hacerla menos. Emanaba ternura, pero no sabían, no sabían que cuando salían por su descanso o por su comida, se encontraban en los pasillos, con la adrenalina en sus venas. Agitados y sonrojados volvían al cuarto de grabación esperando a los demás.
Liz era su ángel, su único ángel.
