2. Arrebol

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Arrebol

m. Cuando las nubes adquieren un color rojo al ser iluminadas por los rayos del sol.

Cepeda

- ¡Bienvenidos a la Academia Cristal!

La voz de Noemí, la directora de la academia, reverberó en el gran salón de actos. Miré a mi alrededor; las caras desconocidas mezclándose con las familiares en la multitud reunida.

- Esperamos que vengáis todos con las pilas cargadas después de las vacaciones. - la gran sonrisa de Noemí acompañaba cada una de sus palabras. – Como bien sabéis todos, nuestra formación se compone de cuatro cursos. El primero de ellos está dedicado a la técnica vocal, el segundo está enfocado a la expresión corporal y las emociones, el tercero a composición y el último de ellos es una mezcla de todo lo anterior.

Respiré hondo, ilusionado ante la perspectiva de dedicar un año completo a componer. Justo eso era lo que me había impulsado a escoger este camino tan incierto y difícil, el de la música.

- Durante todo el curso tendréis una serie de diferentes clases con varios profesores. – señaló con su mano a un grupo que se encontraba regazado tras Noemí donde reconocí a varios profesores. – Las clases comenzarán mañana y debéis de dar el máximo de vosotros en cada una de ellas.

Sonreí y miré a Roi, que a mi lado se mordisqueaba una de sus uñas. Pellizqué su brazo, ganándome una mirada de reproche que ensanchó aún más mi sonrisa.

- Este año tenemos una novedad para vosotros. – Manu, el subdirector, tomó el relevo de la charla.

Un murmullo general se expandió por el salón de actos acompañado de caras de estupefacción. Todas menos una.

Aitana se encontraba en el extremo opuesto, sola. Deshilachaba su jersey rojo mientras sus piernas se balanceaban de un lado a otro, no llegando a tocar el suelo. Su expresión se mantuvo intacta en todo momento manteniendo la inexpresividad a la que nos tenía acostumbrada.

- Enana. – susurré, sin poder reprimir una pequeña sonrisa que escondí rápidamente.

Aitana llevaba dos días conviviendo con nosotros y casi no éramos conscientes de cuando estaba o cuando no. Nunca participaba en las comidas ni cenas, ni respondía a las incesantes llamadas. Y el niño inocente que vivía dentro de mí había llegado a pensar que habíamos avanzado algo al preguntar mi nombre.

- Que iluso soy, joder. – volví a susurrar, despeinando mi pelo con una de las manos.

- Tío, ¿estás hablando solo o hay un fantasma y yo no lo veo? – la voz de Roi rompió mis divagaciones, sobresaltándome.

- Capullo. – reí, llevándome el dedo índice a los labios pidiendo silencio.

- ¡Chicos! – la voz estridente de Noemí instaló de nuevo el silencio absoluto en el salón. – Siempre me olvido de lo jóvenes que sois y de la ilusión que os hacen las sorpresas.

Un coro de risas formó una armonía a mi alrededor. Y de nuevo, las facciones de Aitana eran inquebrantables, inalterables. Y mi cabeza no paraba de dar vueltas pensando en cómo sería ver a Aitana sonreír. ¿Se achinarían sus ojos? ¿Brillarían?

- A los alumnos de primer año se os va a asignar un tutor de tercero o cuarto. – abrí mis ojos exageradamente. – Al fin y al cabo, ¿qué mejor consejo que el que os puede dar alguien que hace un par de años estaba en la misma situación que vosotros?

Y una mierda. ¿Me tenía que encargar de un novato? A mi nadie me había ayudado y había sobrevivido. No necesitaba más cargas, gracias.

- Ahora a disfrutar de vuestro último día de vacaciones. – un aplauso cerró la charla y decenas de alumnos salieron estrepitosamente del salón de actos.

Vuela || AitedaWhere stories live. Discover now