Capítulo 4

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El trayecto hacia la empresa lo hicimos en silencio. Me sentía frustrada ante la respuesta negativa de William, no dejaba de darle vuelta a la situación absurda en la que yo misma me coloque. No sabía cómo sería capaz de mirarle a la cara a partir de aquel momento. La vergüenza se hizo presente mientras el coche se movía por la carretera, pensé en mi atrevimiento y en que no debí ser tan lanzada. Después de mi fallido matrimonio, relacionarme con el sexo opuesto fue de las situaciones más difíciles a las que me había enfrentado. Hubo momentos en que todo resultaba sencillo, un par de miradas sugerentes y una invitación silenciosa en una discoteca abarrotada de gente era todo lo que necesitaba para conseguir una noche de sexo, por eso me pregunté, por qué William se empeñaba en ponerlo todo tan difícil.

Contemplé la carretera llena de transeúntes y carros mientras atravesamos la ciudad y me permití meditar en lo que había dicho. Por suerte, él optó por dejarme tranquila con mis pensamientos, o más bien, con el caos que se había formado en mi cabeza.

Cuando llegamos a la empresa de manera abrupta y con prisa descendí del auto sin la cortesía de despedirme, pero antes de que ingresara al ascensor del parqueo fui detenida por la mano fuerte de William que sujetó mi brazo parando mi marcha.

—Somos adultos, Johanna, comportémonos como tal—me regañó como a una niña provocando que mi frustración aumente—. En el restaurante te prometí esperar el tiempo que sea necesario hasta que tomes una decisión, pero no sé qué tan fiel pueda ser a esa promesa. Te deseo, muero por sentir tus piernas rodeando mis caderas mientras te hago el amor—se acercó lo suficiente permitiendo que sintiera su aliento sobre mi rostro, mientras con su mano derecha acarició mi cara logrando que mi cuerpo se estremeciera ante su toque. Cuando creí que me besaría, presionó sus labios sobre mi frente de manera fugaz─. Cuando tomes una decisión, ya sabes dónde buscarme—se alejó dejándome con una sensación de vacío.

La distancia entre ambos me permitió que pudiera salir del letargo en el que me encontraba al estar su cuerpo junto al mío. Frustrada y un tanto enojada por sentirme como una burla caminé hacia el ascensor para poder subir hasta las oficinas de presidencia donde terminé de preparar la sala de juntas. William me había entregado el USB antes de subir al auto de vuelta a su empresa, eso solo hizo que me sintiera estúpida por haber caído en su chantaje.

El resto de la tarde pasó desapercibida, en varias ocasiones la señora Roberts había tenido que repetirme sus órdenes con un llamado de atención, estaba muy distraída, no logré concentrarme en nada. William no se presentó en la reunión a pesar de que como socio su deber era estar allí, sin embargo, le agradecí de alguna manera que lo haya hecho, su presencia no ayudaría en nada a mi concentración en el trabajo.

Cuando la hora laboral llegó a su fin y antes de irme a casa, el interrogatorio por parte de mi jefa sobre mi bienestar no se hizo esperar, que si estaba bien, que si necesitaba el día de mañana libre, etcétera. Le informé lo necesario y, sin otra opción más que creerme, me despidió. Estaba deseando llegar a mi departamento donde pude descansar y olvidarme de todo lo acontecido en ese día.

Una vez en casa lo primero que hice fue arrojar mi bolso sobre el sillón mientras caminé hacia la habitación tirando los tacones por algún lugar y me quitándome toda la ropa que llevaba encima. En lencería dirigí mis pasos hacia la cocina, tomé una botella de vino que tenía guardada en la alacena y una copa. Con ella en mano llegué hasta el baño y preparé la tina—de los pocos placeres que podía permitirme—. Siempre la preparaba con agua caliente y zumo de naranja—ese era mi ritual para relajar el cuerpo y liberar el estrés ocasionado por el día de trabajo, y ese día lo necesitaba. Con la copa de vino en mis manos entré en la ducha dándome permiso de dejar la mente en blanco por un rato, y olvidé por completo a William, su rechazo seguido de su respectiva propuesta, o al menos eso fue lo que intenté.

No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora