Capítulo 10

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Me tomó alrededor de diez minutos calmarme y arreglar mi ropa para no verme tan desaliñada, por suerte, la señora Roberts no me había necesitado durante el tiempo que estuve desaparecida. Volví a mi escritorio sumergiéndome en el trabajo e ignorando––por el momento–– lo que aconteció en el baño y, que el responsable se encontraba a solo unos pocos pasos de distancia.

A la una de la tarde la reunión llegó a su fin, antes de marcharse, William pasó por mi escritorio y se despidió, no sin antes recordarme la promesa que le hice de vernos en la noche.

El resto del día lo pasé ahogada con miles de pendientes, cuando quise darme cuenta ya era la hora de salida, dejé todo en orden tomando mi cartera y despidiéndome de mi jefa para poder ir a casa. Una vez en mi apartamento lo primero que hice fue prepararme para mi encuentro con William. La prisa de saberme con el tiempo encima provocó que ignorara el hambre que sentía en aquel momento. No quería llegar tarde, quería aprovechar cada segundo que aquel efímero trato me permitía estar entre sus brazos.

Arribé al lugar del encuentro con el tiempo justo. Con la llave que recibí en recepción entré a la suite donde William me esperaba, percibí su olor en el mismo instante en el que ingresé a la habitación. Al igual que el primer encuentro no hubo tiempo para preliminares, éramos conscientes de que lo único que hacíamos en ese lugar era calmar el deseo que surgía cada vez que estábamos cerca. Besó mis labios con desespero, a lo que yo correspondí con el mismo entusiasmo, porque al igual que él tenía las mismas ansias de sentir su cuerpo junto al mío. Caímos en la cama, él encima de mi cuerpo. Sus manos acariciaron mis pechos sobre la blusa que llevaba puesta. Cada beso, cada caricia suya eran un estímulo que me hacía gemir sin control. Estaba ansiosa, quería sentirlo. Impaciente comencé a desabotonar su camisa con cierta dificultad, al ver que mis intentos no estaban dando resultados, tomé los extremos cerca de su cuello y tiré de ella con fuerza, le compraría otra con todo gusto en caso de ser necesario, pero eso no pareció importarle, su carcajada ante mi acción lo confirmó.

—Alguien está muy ansiosa—expresó con la voz agitada. No permití que siguiera hablando, atraje su rostro hacía el mío para volver a saborear su boca. Introdujo sus manos por debajo de la blusa para acariciar la piel desnuda de mi abdomen. Me estremecí al sentir el frío de sus palmas cuando me tocó.

Sus dedos se deslizaban de arriba a abajo, desde mis pechos hasta el vientre, y allí, cuando creí que nada podía dañar ese momento, mi estómago rugió con un sonido vergonzoso y desagradable. Por instinto llevé mis manos a la cara para cubrirla al mismo tiempo que las caricias de William cesaban.

No pude moverme, seguí con las manos en mi rostro muerta de vergüenza, inmóvil, en espera de un milagro divino que me sacara de esa situación tan bochornosa. Ante mi reacción sentí sus palmas retirar las mías descubriendo mi cara. Reuní el valor suficiente para mirarlo y lo encontré observándome con diversión.

—Como te ríes voy a golpearte—mi amenaza pareció ser el incentivo que necesitaba para estallar en carcajadas, le empujé con fuerza para alejarlo de mí. Tomé impulso para levantarme de la cama y acomodé mi ropa en el proceso.

—Espera, espera—William corrió para llegar a mi lado cuando me disponía a abrir la puerta para salir de allí, no quería permanecer un solo segundo más en esa habitación, no cuando la sonrisa burlesca se negaba a desaparecer de su rostro—. ¡Por favor, no te vayas! —pidió—. A cualquiera pudo haberle pasado, no hay que sentirse avergonzado por eso.

Medité un poco en sus palabras y al final decidí quedarme, total, él no tenía la culpa de mi irresponsabilidad. Debí comer algo antes del encuentro, pero por la prisa no lo hice —. Me tomó de la mano haciendo que volviera a cama junto a él—. ¿Qué te gustaría cenar? —indagó con el teléfono en su oreja preparado para llamar a servicio de la habitación.

No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora